Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

«Mi voz actuó como si fuera un órgano»

La organista que sobrevivió al régimen comunista albanés: «Nunca dejamos de rezar»

María Dhimitri era católica y todo el mundo lo sabía. Su iglesia fue cerrada y convertida en un local pero ella nunca dejó de ser la organista.

Casi todas las tardes, sobre las seis, el sonido del órgano resonaba en los muros de la iglesia católica del Sagrado Corazón, situada en la calle Kavaja. Los himnos eran muy diversos, pero la organista era siempre la misma, Maria Dhimitri, que ahora tiene 76 años.
 
Ese fue su cometido durante 23 años “y pudo haber sido el doble –ha dicho en una entrevista reciente- si no hubiera sido por la brutalidad de la prohibición de la religión desde 1967 a 1990. En este tiempo, las autoridades nos decían que Dios no existía. Entonces ninguno podía ir a la iglesia, o rezar o hablar de Dios”.
 
Después de la 2ª Guerra Mundial, el régimen hizo que el culto se hiciera cada vez mas difícil de llevarse a cabo hasta que se impuso la prohibición en 1967, haciendo de Albania el primer estado constitucionalmente ateo.

Sin iglesias y sin sacerdotes 
Mari Dhimitri estudió piano en uno de los conservatorios modelos de Tirana. Se casó, y tenia dos hijos cuando se produjo la prohibición. “Todos los sacerdotes fueron arrestados, asesinados o encerrados en cárceles”, dice a propósito de la velocidad y endurecimiento de las medidas gubernamentales, que inmediatamente obligaron a cerrar iglesias y las mezquitas.
 
Al crecer en una familia profundamente católica de Shkoder, “nunca se me pasó por la cabeza dejar de rezar”. Pero sabía que las consecuencias de mostrar cualquier signo de fe en público recaerían no sólo sobre ella sino sobre su familia, así que se reunían en el apartamento de Tirana.
 
Nos decían que las paredes tenían oídos y que había espías del Estado por todas partes”. Dhimitri enseñó instintivamente a sus hijos a no hablar de su fe católica en público. “Rezábamos en casa, en privado, sin emitir ningún sonido sospechoso para nuestros vecinos. Muchos otros católicos, ortodoxos y musulmanes también lo hacían. En Navidad y Pascua cocinábamos un pollo o preparábamos un pequeño pastel”.
 
"Todo el mundo sabía que era católica" 
Su marido, ya fallecido, había sido cristiano ortodoxo, pero formó parte del Partido Comunista después de la 2ª Guerra Mundial. Él no rezaba, pero jamás previno a su mujer o a sus hijos de hacerlo en casa. “Se desilusionó del partido y llegó a odiarlo cuando vio cómo operaba, pero siguió permaneciendo como miembro, ya que la afiliación oficial pudo servir para que yo conservara mi trabajo como profesora, a pesar de mi reputación de proceder de una familia religiosa. Porque cuando tú eras de Shkoder, y con un nombre como el de Maria, todo el mundo sabía que eras católica”.
 
Bajo la prohibición, la iglesia del Sagrado Corazón se convirtió primero en un cine, luego en un teatro y luego en un club. Dhimitri no lo frecuentó porque sabía que era un lugar sagrado.
 
Después de la caída del comunismo en Albania, en los primeros años de los 90, las iglesias y mezquitas que se mantenían en pie empezaron a ser restauradas. La iglesia del Sagrado Corazón había sido completamente dilapidada, no tenía ventanas ni mobiliario. “Cuando llovía, el agua entraba por todas partes, sólo había una mesa en mitad de la iglesia”.Dhimitri organizó un pequeño coro de niños y les enseñó a cantar “Mi voz actuó como si fuera un órgano”.

La bendición de la Madre Teresa
Sacerdotes italianos finalmente donaron un órgano, en el que Dhimitri sigue tocando todos los días “a menos que esté enferma, sé que hago algo hermoso para la iglesia”. Recuerda que uno de los primeros que fue a misa al Sagrado Corazón, fue la Madre Teresa de Calcuta, la albanesa más famosa. “Fue muy cordial con nosotros y bendijo a mi familia”.
 
Cuando se le pregunta si está resentida por los miembros del antiguo régimen -porque muchos de ellos siguen aún en el poder-, ella se queda en silencio y señala el cuadro de un sacerdote que murió hace unos años, que había experimentado las cárceles albanas durante la prohibición. “Antes de morir, este sacerdote se encontró por casualidad con el hombre que lo había delatado, y le dijo que lo perdonaba”. Esa fue la respuesta de Maria Dhimitri
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