John Lipscomb es uno de los 8 obispos anglicanos que se hicieron católicos en apenas 5 años
De familia baptista, llegó a ser obispo episcopaliano diez años... y hoy es sacerdote católico
John Lipscomb se crió en una familia baptista devota, fue pastor episcopaliano muchos años y llegó a ser obispo episcopaliano en Florida de 1997 a 2007. (Los episcopalianos son los anglicanos de Estados Unidos). Ese año, recién jubilado, con 58 años, se hizo católico. Por una dispensa especial de Roma, pese a estar casado, hoy es sacerdote.
Entre 2007 y 2012, en apenas cinco años, hubo un insólito "mini-boom" de obispos anglicanos que se hicieron católicos: lo hicieron 8. Fueron David Silk y Robert Mercer (que habían sido obispos misioneros en Australia), los ingleses Burnham, Broadhurst y Newton (hoy en el Ordinariato católico de Inglaterra), el obispo ya retirado inglés Edwin Barnes y dos norteamericanos: Jeffrey Steenson, que fue durante tres años obispo episcopaliano de Río Grande (y desde 2012 primer ordinario para los católicos ex-anglicanos de EEUU) y John Lipscomb, cuya historia ha explicado en el programa de TV CHNetwork.org y contaremos a continuación.
De bebé, en una caja, y adoptado
"Parte de lo que me llevó a la Iglesia Católica tiene que ver con un compromiso creciente con la santidad de la vida", explica Lipscomb. "Fui concebido fuera del matrimonio en 1949. Fui abandonado en una caja. El aborto podría haber sido quizá una forma conveniente de librarse de un problema para mis padres biológicos. Así que desde el principio he sentido gratitud por el don de la vida", explica.
Su padre adoptivo fue un pastor baptista, que le transmitió "un gran amor y reverencia por las Sagradas Escrituras": "los hombres y mujeres del Antiguo Testamento eran casi como miembros de nuestro familia". Su padre también le enseñó a amar y buscar la verdad: "Sigue la verdad adónde ella te lleve, porque donde esté la verdad estará Dios", decía. Estos factores (la defensa de la vida, el amor a la Escritura y la búsqueda de la verdad) serían los que le llevaron a la Iglesia Católica.
Desde los quince años quería ser pastor o sacerdote. Ya como baptista devoto, se hacía algunas preguntas sobre cómo debían entenderse algunas enseñanzas cristianas. Descubrió que en la historia hubo concilios (Nicea, Éfeso, Calcedonia) en la que la Iglesia fundaba unas enseñanzas... que luego usaban los baptistas "sin que francamente supiéramos que venían de ahí".
En el mundo episcopaliano
Se enamoró de una joven episcopaliana y empezó a profundizar en la historia, en el cristianismo litúrgico. Y estudió para ser sacerdote episcopaliano. En el seminario episcopaliano, en los años 70, contó con algunos profesores muy buenos que le ilustraron temas como los sacramentos y la confesión en el confesionario de una forma muy cercana ya a la católica. También tenía muchos colegas episcopalianos con devoción a la Virgen María. Mantenía firmes convicciones provida.
Fue misionero en África unos años, de donde volvió con una malaria pertinaz. Veía el poder transformador de la Palabra de Dios, pero también veía que algunos teólogos aguaban las Escrituras y las despojaban de su fuerza.
Al pasar los años, vio que en la Iglesia Episcopaliana cada vez más las doctrinas se desdibujaban, sin un centro ni autoridad. "Se decidían las doctrinas por votos mayoritarios de una generación concreta", señala. Cuando Marcus Grodi le pregunta en CHnetwork.org si había grupos de presión, grupos minoritarios e insistentes que lograban cambiar las doctrinas episcopalianas, Lipscomb, que como obispo asistió de cerca, responde: "Por supuesto".
Siendo pastor, y más adelante siendo obispo episcopaliano, "la falta de un Magisterio, de una autoridad central, era de lo que más me preocupaba. Como obispo veía crisis en la fe: yo no podía decir, 'tú cree lo que quieras, yo creeré lo que yo quiera, y nos encontraremos en un punto medio' ".
Durante años, Lipscomb rezó por la unión de los cristianos, por "sanar las heridas de la división". En los años 90 estudió los acuerdos ARCIC (de diálogo entre Roma y las iglesias anglicanas) que "me parecía que se movían en una buena dirección". Durante años se formó en reuniones de estudio y oración con pastores católicos, luteranos y anglicanos con deseo de unidad y profundizar en la fe.
¿Aceptar un obispo homosexual activo y militante?
En 2003 la Iglesia Episcopaliana designó obispo a Gene Robinson, un homosexual declarado, activo y militante, en relación homosexual con otro hombre, divorciado de una esposa previa, y con hijos.
El obispo episcopaliano y militante gay Gene Robinson -con camisa fucsia-
en una fiesta del Orgulo LGTB
Para entonces, desde 1997, Lipscomb era obispo de unos 40.000 episcopalianos en el suroeste de Florida. Él pensó que la Iglesia Episcopaliana se equivocaba con tal nombramiento y desde luego no pensaba defender el comportamiento homosexual, pero aún no le parecía un tema central, motivo de división. Pese a todo, firmó con otros clérigos que pensaban como él un texto señalando sus objeciones.
"Nunca pensé, entonces, que llegaría con el tiempo a ver, en 2006, en la revista Time, a la obispesa presidenta Katharine Jefferts Schori, negar que Jesús es la Verdad, el Camino y la Vida. Y entonces pensé: 'no puedo seguir estando aquí'". Él había sido misionero y evangelizador toda su vida: ver que Jesús no era reconocido fue la gota que colmó el vaso.
Fue ese el momento en que pensó en la Iglesia Católica. "Puedo servir mejor al Señor, ser más fiel, como laico en la Iglesia católica que como obispo episcopaliano", se dijo. Tenía deseo de seguir siendo clérigo, y había alguna posibilidad de serlo en la Iglesia Católica a través de una norma especial establecida por Juan Pablo II, la Provisión Pastoral para ex-clérigos protestantes. Sabía que no había ninguna garantía, pero ser simplemente laico católico ya le parecía bien.
John y su esposa en 2009, ya como sacerdote católico;
un permiso especial de Roma permite ordenar hombres casados
que sean ex-pastores protestantes
"Mi esposa era episcopaliana desde niña. Yo tomé mi decisión de hacerme católico porque era lo que tenía que hacer. No le dije a ella nada de 'tú tienes que venir conmigo', por supuesto. Pero dos semanas después de que yo tomara mi decisión, ella entró en mi estudio, me dijo que había estado pensando y rezando, preguntando a Dios qué debía hacer, y sintió que tenía que tomar la misma decisión. Fue maravilloso poder ser recibidos juntos y confirmados juntos. Fuimos recibidos en la Iglesia Católica en 2007".
Uno de los momento más felices
Dice que el momento en que fue recibido en la Iglesia Católica fue uno de los más felices de su vida. "Mi nieta dijo: 'entraste aquí como obispo y ahora sales como nada'. Pero, no, yo salía como hijo de Dios, heredero del Reino".
Considera que estar durante unos años fuera del ministerio pastoral fue una bendición que le permitió estudiar, leer y mejorar su formación católica. Con todo, el permiso de Roma para ser ordenado sacerdote llegó pronto: en diciembre de 2009 volvía al servicio pastoral, ahora como sacerdote católico.
"La Iglesia es de verdad la que transmite la fe que sostenemos. La Iglesia es la que nos mantiene como Cuerpo de Cristo, con todas las manchas y fallos que sea, mantiene la verdad que recibimos. No somos nosotros, votando por un 51% de los votos, es la tradición de lo recibido".
Hoy cree que vivimos un asalto del Maligno, un ataque especial contra la Iglesia. Pero se muestra esperanzado. "En este momento la Iglesia tiene la oportunidad de ser más sana, de ser un agente más profundo del Evangelio, profundizando en la historia. Saquemos la pus, limpiemos la infección, dolerá un rato, pero el Espíritu Santo nos llevará hacia la verdad plena y nos hará más sanos", asegura.
Testimonio del padre Lipscomb, con sus argumentos teológicos y su viaje espiritual (en inglés en CHNetwork.org)