El partido comunista le parecía blando
De poeta trostkista ateo, a monje dominico y filósofo tomista
Nació en una familia sin fe, militaba por la Revolución en Chicago, pero estudiaba Grandes Libros y Santo Tomás le cautivó.
Benedict Ashley acaba de morir, el 23 de febrero de 2013. Tenía 97 años, era fraile dominico, filósofo y profesor, y sus compañeros dicen que hace pocos días aún estaba sentado en su ordenador, con el clásico hábito dominico de color blanco y negro, quejándose de que necesitaba un nuevo cartucho de tinta.
Por supuesto, Ashley no nació monje. De hecho, nació en una familia atea. Fue la filosofía lo que le llevó a Cristo.
Ateos de la pradera
Nació en Neodesha, Kansas, durante la Primera Guerra Mundial, en 1915; se le inscribió como Winston Norman Ashley, y creció en un pueblecito de la pradera de Oklahoma. Sus padres no tenían mucha educación, pero creían que formarse era importante y tenían en casa una Encliclopedia Británica.
El niño no era bueno en los deportes, así que se dedicaba a leer sin cesar. Por sus limitaciones físicas, desarrolló "gran simpatía por las minorías oprimidas" y por el pacifismo.
Sus padres estaban convencidos de que la ciencia había refutado a la religión. Ashley decía que de niño fue "ateo humanista".
Comunista es poco; mejor trostkista
En el instituto Ashley ya tenía claro que quería ser escritor. Sus padres, en plena Gran Depresión, no podían enviarle a la universidad, pero él ganó en concurso una beca y desembarcó en Chicago en 1933, asombrado por la vida de la gran ciudad.
Allí conoció primero al Sindicato de Estudiantes Americanos, contrarios a las levas militares. Después, se sumó a la Liga de los Jóvenes Comunistas. Con ellos desfiló el 1 de mayo de 1934 con banderas rojas. Pero entonces le dijeron que la Liga era de blandos, que no eran marxistas de verdad, que los que de verdad trabajaban por la Revolución eran los trostkistas de la Liga Juvenil Socialista Popular, que luego sería el Partido Socialista de los Trabajadores (que en el campus universitario eran un centenar).
A ellos se apuntó y pronto tuvo su carnet del partido.
Nace el Seminario ´Grandes Libros´
Mientras tanto, en ese momento el presidente de la Universidad, Robert Maynard, y el profesor de Derecho Mortimer Adler estaban creando algo nuevo que aún hoy triunfa en las universidades: una educación clásica basada en leer y debatir las grandes obras clásicas, el seminario de Grandes Libros del Mundo Occidental. Cada semana, los estudiantes leían y debatían un libro: San Agustín, Karl Marx, Sigmund Freud, Aristóteles, Tomás de Aquino...
Ashley estudiaba estos libros, lengua inglesa y militaba en el partido. También escribía poesía, aunque su profesor el novelista Thornton Wilder le decía que "un poeta tiene su propia vocación y no debe atarla a la política".
"Yo leía los grandes libros, especialmente a Santo Tomás, y me veía forzado a pensar en Dios. Y por otro lado, yo era un marxista pensando en la revolución mundial. Gradualmente, mi reflexión sobre Santo Tomás de Aquino me convenció de que su defensa del teísmo era mejor que la postura contraria de Marx o Darwin", recuerda.
Aún quería vivir como escritor y organizador político, cuando empezó a pensar en categorías espirituales. Veía que la postura católica tenía consistencia lógica, pero ¿qué pensar de su pretensión de "saber la verdad"? Un día se planteó: ¿qué haría falta para demostrar la verdad de la propuesta católica? Un milagro, por ejemplo, bastaría. Pero, pensó, "¿con qué derecho esperas tal cosa?" Dios no tenía obligación de revelarle a él verdades sobrenaturales.
Darle una oportunidad a la Iglesia
Decidió darle una oportunidad a la Iglesia y empezó a estudiar la fe con un dominico, la orden a la que perteneció Santo Tomás. La razón le convenció. Y en 1937, recuperándose de una operación de apendicitis complicada en el hospital, empezó a rezar. Asistía ya a misa diaria en los dominicos. Y en 1938 se bautizó, un joven intelectual de 23 años.
Expulsado del Partido por bautizarse
"El Partido Socialista de los Trabajadores me expulsó por el escándalo de bautizarme, y tuve que replantearme mi marxismo", recuerda.
La búsqueda de la igualdad y la justicia social le interesaban, pero los dogmas del marxismo no encajaban con su fe. Acabó sus estudios en la Universidad de Notre Dame y en 1941 tomó los votos de dominico y adoptó el nombre Benedict. Quemó sus novelas juveniles (por ser "carnales") y se dedicó ya entonces, sin parar, a escribir de teología y ética.
En 2006 recopiló y sintetizó toda su metafísica tomista en el libro The Way Toward Wisdom. Recomendaba leerlo para tener una base en metafísica antes de entrar en el mundo de los "Grandes Libros" que hoy, a los estudiantes desconectados de esa cultura clásica, les resultan poco comprensibles.
En tiempos recentes tuvo éxito también su libro "Answering Angry Atheists" ("Respondiendo a los ateos enfadados"). Fue amigo de la síntesis y el diálogo fe-razón y un estudioso de la teología del cuerpo y los retos de la bioética moderna.