Con tan solo 1 año, Karl vivió una curación inexplicable… de la que fue consciente décadas después
Ateo, materialista, cristianófobo, en una secta «premasónica»: la razón y los milagros le dieron fe
La historia de Karl Heitmann comienza con un milagro y termina con otro. Por el primero, este ingeniero y programador chileno de 35 años sanó inexplicablemente de una grave quemadura siendo solo un bebé y por el segundo, regresó a la fe tras una militancia activa en el materialismo, el ateísmo y la cristianofobia desde una secta "premasónica", como él mismo la describe.
Hoy, pasados 4 años de su conversión, es un fiel devoto y admite lo mucho que habría valorado conocer en el pasado las múltiples evidencias y pruebas sobre la relación entre la ciencia, la fe y la verdad.
Un accidente de niño
Nacido de una madre católica brasileña, María Aparecida, y de un padre librepensador y ateo, cuenta en el canal de Montse Castillo que apenas tenía un año cuando se cayó de bruces en las llamas de un asado que preparaba su familia.
El diagnóstico no era especialmente bueno y su madre removió el Cielo con una cadena de oración que fue escuchada: al regresar al médico, todo lo que pudo decir el doctor es que "ocurrió un milagro". Solo quedó una secuela, una cicatriz que hoy es para el propio Heitmann una evidencia de la presencia de Dios en el día a día.
De la superstición al ateísmo y la cristianofobia
Aunque el episodio impulsó a los padres a bautizar a Karl y sus dos hermanos y a enseñarles las nociones básicas de la fe, Karl creció influido por la superstición, que llegó a obrar en su vida como si fuese un "trastorno obsesivo compulsivo". Hasta el punto de que "pensaba que si no rezaba un día, pasarían cosas terribles".
Cansado de cómo su vida se veía tan determinada por la superstición, decidió poner a prueba sus creencias y no rezar un día… "para ver qué pasaba". Lo cierto es que no ocurrió nada.
"Dejé la superstición, pero también de rezar. Empecé a pensar que todas las cosas venían de la materia y se acababan en ella. Empezó un periodo de ateísmo recalcitrante que se hacía más fuerte conforme pasaba el tiempo", relata. Y del ateísmo llegó a la militancia "cristianófoba".
En una fraternidad "premasónica"
Cuando empezó sus estudios universitarios de ingeniería electrónica, un amigo de la familia perteneciente a la masonería le invitó a participar en una fraternidad que Karl define como el "preuniversitario" de esta organización. Se trataba de la fraternidad Alfa Pi Epsilon, una organización laicista y abortista extendida por todo el país. Se la presentaron como un inocente "grupo de personas donde conocer diferentes puntos de vista".
Aunque la agrupación era en un principio "secreta" y contaba con ciertos "rituales", pronto descubrió que el carácter esotérico o desenfrenado de la organización era con frecuencia acompañado de un progresismo radical cada vez más excluyente y de una gran ambición de poder entre los miembros.
Tras 4 años de "pasividad" sin participar activamente en la fraternidad, cuando acudió de nuevo a sus encuentros notó el cambio. "Al volver, todos tenían una misma ideología, el progresismo, una sola forma de pensamiento y nos convocaron a nivel nacional a una marcha por el aborto a la que todos teníamos que ir con el pañuelo verde", recuerda.
Como materialista, Karl tenía unas líneas rojas que el progresismo superaba ampliamente. Cuenta que en lo referido al aborto, él lo apoyó durante años, pero con algunos límites, como la formación del sistema nervioso central a las 12 semanas como rasgo definitorio de la vida humana. "Hasta ese momento pensaba que se podía practicar el aborto", admite.
La tolerancia, "una mentira" progresista
Comprobó que eslóganes de esos grupos, como "la tolerancia, el laicismo o el libre examen eran una mentira. Esa gente progresista podía tener discrepancias, pero si alguien era provida, o cambiaba de idea o tenía que irse".
También en lo referente al cristianismo: "Todos se reían del catolicismo pero ensalzaban a los mapuches, se reían de los cristianos pero yo pensaba que todas las religiones estaban equivocadas". En 2018, con 30 años, abandonó definitivamente aquella organización.
Conforme se derrumbaban estos mitos, también se debilitaron los prejuicios que Karl tenía respecto a la fe y decidió investigarlo por sí mismo. Primero se plasmó en un mayor respeto, luego pensó que "la Iglesia hizo cosas buenas pero acabó corrupta".
En 2019 llegó un "estallido social" a Chile. Eran aparentes "protestas" ciudadanas espontáneas. Karl considera que fueron en realidad un fenómeno de "delincuencia desatada". Tras tener que proteger él mismo algunos negocios y ver iglesias ardiendo en la ciudad fue consciente de que estas protestas "similares a Black Lives Matter" eran muestra de que "el mal existía".
Los árboles de su balcón, puerta a la fe y la contemplación
Esto le hizo pensar en temas filosóficos y científicos. ¿Qué es "el bien" y como lo sabemos? Y el "principio antrópico": ¿cómo es que parece que "todo está ajustado para que los hombres podamos vivir".
Mirando los árboles desde su balcón llegó a un "punto de inflexión". Tras un instante de contemplación, empezó a dar gracias: "Alabemos y demos gracias en cada instante y momento".
Aún sin fe, Karl comenzó a investigar el catolicismo por YouTube, viendo como los prejuicios sobre los "ignorantes católicos" se derrumbaban al ver canales como el de Javier Olivera Ravasi y su Catequesis para bárbaros.
A través de pequeñas oraciones, el joven comenzó a percibir una "retroalimentación positiva". "Lo que hacía era pedir a Dios que me aumentara la fe, Él lo hacía y con más fe rezaba más, pedía más fe y se retroalimentaba…", explica.
Karl recibió su primera comunión el 11 de septiembre de 2021, convencido de que el catolicismo era una evidencia en sí misma que no había podido hallar en el materialismo.
Milagros contra el materialismo
"Por ejemplo, los milagros me sirvieron para darme cuenta de que es real. El mismo catolicismo parte del nacimiento de Jesucristo, que es un milagro. Los santos incorruptos, son una evidencia. ¡Mi dedo [lo es]! Cuánto tiempo estuve ciego y no lo vi", exclama en referencia al milagro que salvó su mano con tan solo un año.
Concluye su entrevista con un mensaje a su "yo del pasado" como materialista: "Tú que ves tanto lo material, lo que está `aquí´, acude a los milagros, pregunta en un hospital si los médicos han visto milagros. La evidencia está en todas partes, pero la oración es la única forma [de verla]. Si tienes la evidencia ante tus ojos y no la quieres ver, tienes que cambiar. ¿Cómo? Dios te puede cambiar, siempre lo intenta, si nosotros lo pedimos, esa persona se puede convertir".