Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

El juez Rosario Livatino ya es beato: se enfrentó solo contra la mafia y lo pagó con el martirio

Retrato de Rosario Livatino.
Retrato del juez italiano Rosario Livatino empleado durante su beatificación.

J. M. Carrera / ReL

Este domingo 9 de mayo se celebró la beatificación del juez italiano y mártir Rosario Livatino en la catedral siciliana de Agrigento. La ceremonia fue presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos. Desde el Vaticano, el Papa Francisco recordó al beato como “mártir de la justicia y de la fe” al final del Regina Coeli, citando las palabras pronunciadas años atrás por San Juan Pablo II.

“Hoy, en Agrigento, ha sido beatificado Rosario Angelo Livatino. En su servicio a la colectividad como íntegro juez que nunca se dejó corromper, se esforzó en juzgar no para condenar, sino para redimir. Siempre ponía su trabajo bajo la tutela de Dios. Por eso se ha convertido en testigo del Evangelio hasta la muerta heroica. Que su ejemplo sea para todos, especialmente para los magistrados, estímulo para ser leales defensores de la legalidad y de la libertad”, dijo el Santo Padre.

Durante la ceremonia, el cardenal Marcello Semeraro leyó la disposición del Papa Francisco, que promulgó el decreto reconociendo el martirio de Livatino por odio a la fe el 22 de diciembre de 2020.

“Dios dijo en una ocasión: no matarás”

“Acogiendo el deseo del Cardenal Francesco Montenegro, y de muchos otros hermanos en el episcopado y de muchos fieles, concedemos que el venerable Rosario Livatino, laico y mártir que en el servicio a la justicia fue testigo creíble del Evangelio, de ahora en adelante pueda ser llamado beato”, señaló Francisco en su disposición.

La fecha escogida para la beatificación de Livatino no es casual. El mismo día, en 1992 el Papa San Juan Pablo II pronunció en Agrigento su famoso discurso contra la mafia. “Dios dijo en una ocasión: no matarás. Ningún hombre, nadie, ninguna organización humana puede cambiar o pisar este derecho santísimo de Dios”, sentenció el santo polaco.

Como reliquia, durante la ceremonia estaba presente la camisa ensangrentada del nuevo beato. La fiesta del beato Rosario Livatino se celebrará cada 29 de octubre.

Implacable perseguidor de la justicia frente a la mafia

Livatino tenía 38 años cuando murió debido a los disparos de sus asesinos, que le remataron una vez herido de muerte el 21 de septiembre de 1990.

Durante esos años, el magistrado había investigado las operaciones de la mafia italiana, comprometiendo seriamente a algunos clanes al incautar sus bienes y encarcelarlos, lo que motivó su asesinato.

Su valiente labor y su sentido estricto de la justicia no era algo frecuente en ese momento ante el peligro que corrían las vidas de aquellos que se enfrentaban a la mafia. Pronto se quedó solo en su lucha y pasó a ser objetivo prioritario de estas organizaciones criminales.

Un hombre de fe

Livatino era miembro de Acción Católica y una persona muy creyente. Todas las mañanas antes de ir al juzgado acudía  rezar a la iglesia de San José para tratar de “darle alma a la ley”.

Terminó sus estudios de abogacía a los 22 años con las mejores calificaciones. “Desde hoy estoy en la magistratura. Que Dios me acompañe y me ayude a respetar el juramento y a comportarme en el modo que exige la educación que mis padres impartieron”, escribió en su diario cuando comenzó a trabajar como juez.

En unas jornadas sobre “Fe y Justicia” en las que participó explicaba: “La tarea del magistrado es decidir. Sin embargo, decidir es elegir y, a veces, entre numerosas cosas, caminos o soluciones. Y elegir es una de las cosas más difíciles que el hombre está llamado a hacer. Y es precisamente en esta elección decidir, decidir ordenar, que el magistrado creyente puede encontrar una relación con Dios. Una relación directa, porque hacer justicia es autorrelación, es oración, es dedicación personal a Dios. Una relación indirecta a través del amor de la persona juzgada”.

Rosario Livatino sabía que era objetivo de la mafia y que probablemente fuera asesinado. Pese a ello renunció a la escolta asegurando que no quería que “otros padres paguen por mi causa”. En su diario llegó a escribir: "Veo negro mi futuro. Que Dios me perdone. Que el Señor me proteja y evite que algo malo le pase a mis padres por mi causa".

Ceremonia completa de la beatificación de Rosario Livatino.

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