Ahora es soldado, habla de Dios en sus redes, y lamenta que hay pocos capellanes
Una joven católica en el frente del Dombas: «Quiero abrazar a mis amigos en el Reino de los Cielos»
Ternópil (o Ternópol) es una provincia, ciudad y diócesis del oeste de Ucrania, de las más católicas del país, con 270 parroquias grecocatólicas y unos 380.000 católicos de rito griego. En los ambientes de jóvenes católicos es bien conocida Iryna Dragushchak (de apodo militar "Lastivka") porque estaba en el comité de Juventud de la diócesis y coordinaba el movimiento local Juventud Ucraniana de Cristo.
Cuando llegó la invasión rusa en febrero de 2022, colaboró en una red de voluntarios para entregar recursos a los soldados y desplazados ucranianos. Después, cambió el vestido bordado por el chaleco antibalas y fue al frente, lejos de su casa, donde ahora es artillera en el Dombas. En sus redes sociales escribe a menudo sobre Dios y la fe, y también ha hablado de eso con el boletín de la diócesis de Ternópil, que ha difundido luego la web de la Iglesia Grecocatólica.
"Quiero vivir cada momento con sentido. Y aprendo a amar, porque esto es lo único valioso en la vida. Eso es posible si sientes el amor de Dios y lo das a los demás. Sueño con ser un instrumento en las manos de Dios", explica al boletín diocesano.
"La prioridad hoy es una Ucrania libre, y mis amigos, la mayoría de los cuales están en el frente. Ucrania es mi arca: mientras el mundo se ahoga en el hedonismo, el consumismo, el libertinaje, mi nación lucha por la Vida, la Libertad, la Verdad, realizando su hazaña de Amor", resume, contundente.
(Fotos de Lastivka en el frente, aquí en su Facebook).
Una familia patriótica y grecocatólica
Explica que creció arropada con canciones patrióticas y con historias en su familia sobre cómo los grecocatólicos eran perseguidos durante los años de la dictadura soviética. Ya en la universidad se apuntó al Cuerpo de Voluntarios de Ucrania, que estaba bien organizado. Al mismo tiempo, colaboraba en muchas actividades de la iglesia y la pastoral con jóvenes.
Cuando empezó la invasión rusa del 24 de febrero, muchos de esos jóvenes se fueron a alistar, mientras otros muchos, de forma organizada, con la parroquia y otros grupos, coordinaban envíos de material para el frente, desde vehículos hasta medicamentos.
Iryna, alias Lastivka, es artillera voluntaria en el Dombas, pero lo que ella quiere, cuando llegue la paz, es organizar campamentos para niños y defender la vida, la fe y la familia.
A medida que el Estado ucraniano se organizaba mejor, esta tarea voluntaria hacia el frente fue menos necesaria, y ella se alistó a una unidad militar. "Mi papá también es voluntario. Ahora estamos incluso en la misma unidad. Mi hermano también lo entendió, porque él y yo pensamos igual. Fue difícil para mi madre y mis abuelos dejarme ir, pero sé y siento que me entienden. Su amor y oraciones son mi fortaleza", explica.
Artillera de obuses, espera las flores
Ahora Iryna es artillera de obuses. "También ayudo con el control de fuego en el puesto de mando", explica. Aprecia la amistad de los camaradas de armas. "Nos hemos prohibido lloriquear. Vivimos en casas de personas que se fueron de Donbas. Tenemos turnos diarios en las posiciones. Con el sol de primavera, se hizo mucho más fácil, porque hace más calor", detalla.
"Debemos cumplir lo que le toca a nuestra generación, sin sentir lástima por nosotros mismos. Aunque es muy difícil, sobre todo cuando pierdes amigos", lamenta. Reconoce el cansancio de la guerra y el frente. "Todos estamos emocionalmente agotados. Yo también. Espero a que florezcan las flores: la belleza ayudará", añade. También le ayuda poder hablar en persona con otros.
"Y también ayuda la oración. Por desgracia, hay pocos capellanes [militares] y no hay posibilidad de participación en vivo en la Liturgia. Creo que la Iglesia está trabajando en mejorar esto", apunta.
Le preguntan cómo vive estos días desde la fe, y tiene una respuesta a la vez sentida y reflexionada.
"Le pido a Dios que me guíe para cumplir con todo lo que tengo. Este año estoy aprendiendo a vivir el momento, a apreciar el encuentro. La vida es un momento. Y lo único para lo que vale la pena hacer tiempo en este momento es para amar. Para un cristiano: ser fuerte en la fe. Confiar absolutamente en Dios, Su palabra. Cuando no queda nada, entonces sólo la fe obra. Todo lo material se desvanece, se pierde el sentido cuando la copa del sufrimiento se desborda".
Habla de la muerte y la vida eterna. "Solo queda la fe en cada palabra de la Escritura. Creer que la muerte no es el final. Hay una resurrección. Sueño con vivir dignamente para poder abrazar a mis amigos en el Reino de los Cielos. Dios nos preguntará por nuestra nación, y los héroes y santos la conducirán a la vida eterna. Y aprender a hablar con Dios todos los días, velar por un corazón puro, para que Dios pueda actuar en él: tanto en los asuntos cotidianos como en los momentos críticos".
Añade después: "La guerra revela valores. No en lo superficial, sino en lo profundo. Los valores cristianos no son "ser cortés" o "tener buenos modales", sino confiar en Dios, ser valiente, valeroso, estar dispuesto a dar la vida por los amigos. Dios no prometió una vida fácil: Dios puso pruebas, y todos los que leemos en las Sagradas Escrituras soportaron sufrimientos, pero estaban felices, porque "gozaos y alegraos, vuestra recompensa es grande en el Cielo". De hecho, necesitamos más predicación aquí, porque queremos que todos conozcan a Cristo. Hay muy pocos capellanes. El testimonio de vida de los cristianos que viven aquí es valioso, importante y eficaz", añade.
Más allá de la guerra: el neomarxismo, la ideología de género
Su visión del país es que "Ucrania debería ser un estado nacional independiente, vivir según sus valores y principios, no según los intereses globalistas de otra persona. Hoy somos fuertes y resistentes, aunque dependemos de armas extranjeras y pagamos el precio más alto por la libertad: la vida de nuestra mejor gente. Por lo tanto, Ucrania debe ser líder en el ámbito internacional, no tener miedo de crear nuevas alianzas y asociaciones basadas en valores reales. La guerra nos mostró quiénes son realmente nuestros amigos", comenta.
"Mientras luchamos físicamente con los orcos [apodo que los ucranianos aplican a las tropas rusas invasoras], otro mal trata desafiante de destruir nuestra nación: el neomarxismo, la ideología de género que nos trae degeneración moral, una crisis demográfica aún mayor, privación de la libertad de expresión, de fe, de la educación de los niños. La Verkhovna Rada [el Parlamento ucraniano] ha vuelto a proponer una ley sobre "parejas del mismo sexo". Hay constantes denuncias sobre la reeducación de los niños de acuerdo con ideologías destructivas. Este es un frente no menos importante de la lucha por la vida de la nación. Estamos luchando por el futuro de los niños, por un estado que cuide a las familias, porque ellas son los cimientos de la nación".
Lastivka, con camisa de flores, celebra la comida de Pascua con su unidad de artilleros. Aprecia la fraternidad entre militares, se declara antifeminista y dice que prefiere que las mujeres sean pocas en el frente.
"Yo defiendo el patriarcado, soy antifeminista"
En otras declaraciones, Iryna se queja de que algunos interesadamente difunden la idea falsa de que en el Ejército ucraniano hay muchos homosexuales y transexuales. Desde el frente, ella dice que los que conocen la realidad militar saben que la mayoría de militares no apoyan esas prácticas.
También critica que se use a las mujeres militares, como ella, como argumento para la ideología feminista. Piensa que la mayoría de mujeres militares son antifeministas. "Yo estoy a favor del patriarcado y tengo puntos de vista antifeministas", declara, sin tapujos. Considera que defender las familias fuertes implica rechazar las "tonterías feministas".
Está convencida de que la guerra debería seguir siendo una cosa mayoritariamente de hombres. "Las mujeres no tienen roles insustituibles aquí. Todas esas cosas del generismo no funcionan aquí", dice Iryna. "Aquí no hay necesidad de mujeres en masa. Es bueno que las mujeres sean una minoría aquí", insiste.
¿Qué hará Iryna después de la guerra? "Cuidaré la gloria de los compañeros caídos y de sus familias, educaré a la juventud en principios cristianos. Quiero regresar a los territorios del este [devastados por la guerra] y organizar campamentos para niños. No sé si es realista, pero quiero ir a una cafetería en Valova y hablar un rato con mis amigas sobre el amor", añade.
"Lastivka", una joven artillera católica de rito bizantino, cuenta todo lo que le pasa por la cabeza en este vídeo, que en un mes logra 163.000 visionados.