Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Eran personalidades relevantes con un activo compromiso público

Los improbables conversos comunistas del mediático obispo Fulton J. Sheen en plena Guerra Fría

El obispo Sheen y sus conversos.
El obispo Sheen y tres de sus conversos: de izquierda a derecha, Clare Boothe Luce, Bella Dodd, Louis Budenz.

Carmelo López-Arias

El 28 de junio de 2012 Benedicto XVI firmó el decreto sobre las "virtudes heroicas" de Fulton J. Sheen (1895-1979), abriendo las puertas a su posible beatificación. El nombre del legendario obispo estadounidense, auxiliar de Nueva York y posteriormente titular de Rochester, está para siempre ligado a dos hechos: su entrega a la evangelización a través de la radio y la televisión merced a un verbo y una mirada singularmente apropiados para esos medios, y su percepción certera del peligro del comunismo dentro y fuera de su país.

La fama de Sheen y sus cualidades personales lograron conversiones "sonadas" de personajes socialmente relevantes como el industrial Henry Ford II o la actriz Virginia Mayo, y sobre todo la de hombres y mujeres que ya desempeñaban, y continuarían desempeñando pero en sentido diverso, un papel en la política. De particular interés son los casos de los ex comunistas Louis Budenz y Bella Dodd, y de la conservadora Clare Boothe Luce.

Más de veinte detenciones... y luego colaborador del FBI

Louis Budenz (1891-1972) se inició en el movimiento sindical, y se dice que fue detenido 21 veces por su participación en diversas huelgas y algaradas. Ingresó en el Partido Comunista, se convirtió en miembro de su comité directivo nacional, y en 1935 empezó a trabajar como periodista en el Daily Worker, un diario de rígido estalinismo que apoyó incluso las célebres purgas en el interior del mismo régimen bolchevique. Cuando en 1939 Stalin firmó con Adolf Hitler su pacto de no agresión, hubo una convulsión en el periódico. Su director no comprendía esa estrategia y fue cesado, y su sustituto fue Budenz, siempre leal a las directrices del partido, fuesen cuales fuesen.

Louis Budenz.

Ese mismo Budenz fue el que en 1945 conoció a Fulton J. Sheen. Las múltiples desilusiones que había acabado produciéndole el comunismo real durante la Segunda Guerrra Mundial, más la contundencia argumental del obispo -ya una estrella radiofónica-, sumadas a la convicción cristiana que transmitía, terminaron venciendo las resistencias espirituales de Louis. Se convirtió al catolicismo y colaboró con el FBI para desenmascarar la infiltración con la que las sucursales del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) amenazaban estructuras esenciales del país justo en los inicios de la Guerra Fría. Contribuyó, entre otros, a la investigación sobre Alger Hiss, miembro del Despartamento de Estado y uno de los más sonados espías soviéticos descubiertos en la época.

Budenz escribió en 1947 su autobiografía, empezó a dar clases de economía en la universidad de Fordham y publicó cuatro libros más contra el comunismo y sus tácticas de penetración social.

Infiltración en la Iglesia

Bella Dodd (1904-1969) siguió una trayectoria parecida. Había nacido en Italia, y emigró muy pequeña con sus padres a Estados Unidos. Se graduó en Leyes en la Universidad de Nueva York, en una época en la que ya se reconocía como militantemente agnóstica. En 1932 era ya una de las más activas dirigentes del Partido Comunista, y acabó formando parte de su comité de dirección.

En 1949, sin embargo, fue expulsada. El partido alegó que en su labor como abogada, había defendido en un pleito a un propietario frente a un rentista, contraviniendo las normas de la organización contra la propiedad privada. En realidad era víctima de una de las clásicas purgas internas de los partidos comunistas, en pleno auge del estalinismo. La noticia de su expulsión, dada su notoriedad, salió en todos los periódicos. Bella lamentó que muchos de ellos aceptaran al informar las consignas del partido que la acusaban de "fascista".

Bella Dodd.

Siguiendo los pasos de Budenz, Dodd conoció a monseñor Sheen, quien en 1951 había llegado a Nueva York como obispo auxiliar. Desencantada al comprobar en carne propia la falsedad del comunismo como mero aparato de poder, siguió una evolución filosófica que le llevó a rechazar el materialismo dialéctico, y religiosa, en virtud de la cual quiso ingresar en la Iglesia. No pudiendo comprobarse si había sido bautizada en Italia al nacer, en la Vigilia Pascual de 1952 fue bautizada sub conditione [bajo condición] por Sheen en la catedral de San Patricio, aunque no lo hizo público hasta agosto.

En 1954 escribió un libro, School of darkness [Escuela de oscuridad], denunciando los poderes económicos que estaban financiando en Estados Unidos y en otros países a los partidos comunistas para controlar al hombre común y destruir la civilización cristiana. Y denunció algo más: "En los años 30 introdujimos a once hombres en el sacerdocio con la misión de destruir a la Iglesia desde dentro. Ahora están en elevados lugares, desde donde trabajan para debilitar la actitud de la Iglesia contra el comunismo".

En 1969, un año antes de morir, entendiendo que sus advertencias se estaban verificando, hizo un intento por volver a la política con un pequeño partido conservador, y de convertirse en miembro de la Cámara de Representantes por Nueva York, pero apenas obtuvo un 3% de votos en lid con los candidatos republicano y demócrata.

De la Brigada Lincoln a Reagan

Clare Boothe Luce (1903-1987) se diferencia de Louis y Bella en que nunca fue comunista en sentido estricto (aunque sí les apoyó en alguna ocasión), y en que logró éxitos políticos que aún hoy le son reconocidos. Hija de un violinista y una bailarina, recibió una educación esmerada en Chicago primero y, tras la separación de sus padres, en Francia. Hermosa (con ojos que algunos decían de color violeta, privilegio reservado a la actriz Liz Taylor), Inteligente, despierta, con talento literario y para la interpretación -intervino ya siendo niña en algunas películas-, en 1935 se casó con Henry Luce, editor de Time, Life y Fortune.

Su marido apoyó al bando nacional durante la Guerra Civil española, pero Clare no le siguió en ese punto. Hizo una donación económica a la denominada Brigada Lincoln, que se unió a las Brigadas Internacionales con voluntarios norteamericanos, en su abrumadora mayoría comunistas.

Clare Boothe-Luce.

A partir de ese año, la carrera de Clare, literaria como autora de obras de teatro (algunas llevadas al cine, como Mujeres, de George Cukor, en 1939), y política con su participación en distintos movimientos tanto en el entorno republicano como en el demócrata, siempre en codeándose con la clase dirigiente de la vida pública, se hace vertiginosa. Finalmente, en 1942 se presenta como candidata a la Cámara de Representantes por el Partido Republicano, y gana el cargo, con una posiciones ideológicas cada vez más conservadoras.

Todo parecía sonreírle, pero en 1944 la tragedia llega a su vida cuando su hija Anne, de 19 años, muere en accidente de automóvil. Clare sufre entonces una profunda crisis espiritual... y de nuevo aparece monseñor Fulton J. Sheen, a quien conocía como una de sus múltiples y elevadas relaciones sociales. El entonces sólo sacerdote la guía y la conduce hasta la Iglesia, en la que ingresa en 1946. "Nunca me he encontrado con una mente más brillante que la de Clare. Es chispeante, como un florete", confesaría años después el obispo.

En 1947 escribió una serie de artículos explicando su conversión al catolicismo, y en 1952 publicó un libro que recopilaba ensayos sobre distintos santos escritos por autores de fama, entre ellos Evelyn Waugh (el autor de Retorno a Brideshead).

Clare no se había presentado a la reelección como congresista, pero en 1952 volvió a la política con un discurso firmemente anticomunista (motivo, años atrás, de sus primeras discusiones con Sheen, cuyas tesis acabó asumiendo) y apoyó a Dwight Eisenhower. Tras la victoria del general, en 1953 se convirtió en embajadora de Estados Unidos en Italia, convirtiéndose en la primera mujer estadounidense que conseguía un cargo diplomático de importancia. Su estancia en Roma le sirvió además para trabar una sólida amistad con el Papa Pío XII.

En 1956 cayó enferma y dejó el cargo en Italia, pero en 1959 volvió a ser nombrada embajadora, esta vez en Brasil. Siguió durante años vinculada al ala más conservadora del Partido Republicano, y en 1964 apoyó al senador Barry Goldwater en su fallido intento a la Casa Blanca, momento que se considera punto de nacimiento de la moderna revolución conservadora en Estados Unidos.

Retirada de la política por unos años, aunque consagrada intelectualmente a denunciar el feminismo nacido en mayo del 68Ronald Reagan la rescató en 1981 como consejera de asuntos exteriores, y en 1983 recibió la Medalla de la Libertad. Murió cuatro años después de un tumor cerebral.

Las manos del posible beato

Al cerrarse, sus ojos se llevaban consigo, como los de Louis Budenz y Bella Dodd, las imágenes de una época convulsa que les llevó a todos ellos a la Iglesia católica. Y todos, con unas mismas manos como instrumento: las de un sacerdote llamado Fulton Sheen que derramó sobre sus respectivas cabezas el agua de su salvación.

Artículo publicado en ReL el 12 de septiembre de 2012.

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