Rivera Ordóñez, orgulloso de ser católico: «Hablo con naturalidad de mi fe, es parte de mi vida»
Francisco Rivera Ordóñez es torero, pero también un habitual de la prensa del corazón y lo es desde el nacimiento, pues es hijo de Paquirri, que murió tras una cornada en 1984 siendo Fran un niño, y de Carmina Ordóñez. Su persona no deja indiferente, pues es odiado por muchos y visto con simpatía por otros tantos.
En una entrevista en la revista Misión, Rivera Ordóñez habla abiertamente de su fe y como se encomienda a Dios en los buenos y en los malos momentos. “Hoy parece que hay que acabar con nuestra tradición, nuestra cultura y nuestra fe porque ‘son antiguas’. ¡No hombre! Antiguo lo será usted; mi fe y mis sentimientos, ¿por qué tienen que ser antiguos? Cuando hablo de mí, hablo de mi fe porque es parte de mi vida. Lo expreso con naturalidad y se la inculco a mis hijos”.
"La fe es un mástil al que agarrarte"
De este modo, recuerda una conversación con otro torero, Joselito, y que es agnóstico: “Me decía: ‘me da envidia tu fe, porque veo que también te ayuda en los momentos duros, en los que yo no tengo dónde agarrarme’”, afirma Rivera Ordóñez.
Por ello, agrega que “la fe es un mástil al que agarrarte y un faro que te guía en la oscuridad. Pero yo me agarro a Dios en los momentos malos, y en los buenos también. Solo en lo malo no vale”.
Preguntado sobre cómo vive su relación con Dios, el diestro asegura que es una “relación de Padre a hijo, en la que si me enfado con Él, se lo digo; si tengo que pedirle ayuda, se la pido; si me he equivocado, se lo digo también… Hablo mucho con Él. A veces le doy las gracias y otras me enfado. Pero es una relación fantástica”.
"Rezo todas las noches"
Francisco Rivera Ordóñez confiesa que “rezo todas las noches, le doy gracias por lo que tengo, y sobre todo, le pido que mis hijos estén bien, que para mí es lo más importante”.
Como cofrade de Sevilla, el hijo de Paquirri señala que “cuando pienso en Dios y en la Virgen, los veo representados en la Esperanza de Triana y en el Cristo de las Tres Caídas, así que voy mucho a verlos. Necesito estar sentado con ellos un ratito y contarle mis cosas: ‘ya has visto cómo está Carmen, echa una mano aquí, gracias por esto...’. Es una relación diaria”.