El milagro de Sor Troncatti
«Padre, voy a morir y tengo cinco hijos, cásenos ante Dios»... pero una monja logró la curación
A Josefa Yolanda Solorzano Pisco le daban sólo unos días de vida, quizá horas. Y tenía una situación sacramental irregular.
Josefa Yolanda Solorzano Pisco, de Buenos Aires de Rocafuerte (Ecuador), madre de cinco hijos, en el año 2002 contrajó de una de las formas más peligrosas de malaria, la Plasmodium falciparum, y enseguida desarrolló un proceso degenerativo irreversible. Los médicos le concedían pocos días e, incluso, pocas horas de vida.
Viendo acercarse la muerte, Josefa hizo venir a un sacerdote salesiano para poner en orden su vida sacramental, porque sólo estaba casada por lo civil. "Padre, cásenos ante Dios", le pidió. Pero el padre Edgar Ivan Segarra, especialmente conmovido al pensar en los cinco niños que iban a quedar huérfanos, organizó una novena de oración pidiendo la intercesión de la Sierva de Dios María Troncatti, misionera salesiana durante 44 años en las selvas ecuatorianas, nacida en Italia en 1883 y fallecida en accidente de avión en 1969.
En pocos días, sin ninguna explicación médica, Josefa se curaba completamente.
El consentimiento matrimonial
"Es un milagro que confirma el valor de la familia", se ha dicho en las comunidades salesianas. Y es que uno de los grandes éxitos de María Troncatti entre los indios shuar de la selva ecuatoriana fue conseguir que las familias se formaran con el consentimiento cristiano del esposo y la esposa, en una cultura que no apreciaba esto.
La diócesis de Puertoviejo, en Ecuador, pidió en 2008 que la Congregación de las Causas de los Santos analizase el milagro en Roma. El 7 de abril de 2011 los siete doctores de la consulta médica, por unanimidad, declararon que la curación era científicamente inexplicable. El Papa confirmó el milagro este jueves, por lo que María Troncatti será beatificada.
De la guerra mundial a las selvas
Siendo niña, en Italia, María Troncatti escuchaba a su maestra leer historias de misioneros y deseaba ir a misiones, pero no lo consiguió hasta pasar los 40 años. Su infancia se parecía a la de Heidi: todo el verano en las montañas de los Alpes cuidando cabras y haciendo queso. Entró en las Hijas de María Auxiliadora (salesianas) a los 21 años, se formó como enfermera y sirvió entre los soldados italianos destrozados por las granadas de la Primera Guerra Mundial.
La misión salesiana en la selva ecuatoriana, a donde fue invitada por el obispo misionero Diego Comín, era casi inaccesible en aquella época. Pasó en ella 44 años.
Por un lado se esforzaba en defender y ayudar a los indios shuar ante los abusos de algunos blancos.
Por otra parte, la cultura shuar apreciaba la venganza y la violencia como una virtud, y despreciaba a la mujer, vista sólo como objeto de disfrute. Gracias a ella y a los misioneros, los valores cristianos del perdón, la paz y la igualdad fueron transformado aquel pueblo.
Para conseguirlo atravesó ríos peligrosos, subió a espaldas de porteadores, cruzó puentes de lino y llegó donde hizo falta. “Una mirada al Crucifijo me da vida y coraje para trabajar”, decía. Murió en un accidente de avión el 25 de agosto de 1969, cuando tenía 86 años y se dirigía a unos ejercicios espirituales.
Josefa, la madre de familia ecuatoriana a la que los médicos le daban pocos días de vida, hoy tiene 52 años y da gracias por la intercesión de la religiosa.
Viendo acercarse la muerte, Josefa hizo venir a un sacerdote salesiano para poner en orden su vida sacramental, porque sólo estaba casada por lo civil. "Padre, cásenos ante Dios", le pidió. Pero el padre Edgar Ivan Segarra, especialmente conmovido al pensar en los cinco niños que iban a quedar huérfanos, organizó una novena de oración pidiendo la intercesión de la Sierva de Dios María Troncatti, misionera salesiana durante 44 años en las selvas ecuatorianas, nacida en Italia en 1883 y fallecida en accidente de avión en 1969.
En pocos días, sin ninguna explicación médica, Josefa se curaba completamente.
El consentimiento matrimonial
"Es un milagro que confirma el valor de la familia", se ha dicho en las comunidades salesianas. Y es que uno de los grandes éxitos de María Troncatti entre los indios shuar de la selva ecuatoriana fue conseguir que las familias se formaran con el consentimiento cristiano del esposo y la esposa, en una cultura que no apreciaba esto.
La diócesis de Puertoviejo, en Ecuador, pidió en 2008 que la Congregación de las Causas de los Santos analizase el milagro en Roma. El 7 de abril de 2011 los siete doctores de la consulta médica, por unanimidad, declararon que la curación era científicamente inexplicable. El Papa confirmó el milagro este jueves, por lo que María Troncatti será beatificada.
De la guerra mundial a las selvas
Siendo niña, en Italia, María Troncatti escuchaba a su maestra leer historias de misioneros y deseaba ir a misiones, pero no lo consiguió hasta pasar los 40 años. Su infancia se parecía a la de Heidi: todo el verano en las montañas de los Alpes cuidando cabras y haciendo queso. Entró en las Hijas de María Auxiliadora (salesianas) a los 21 años, se formó como enfermera y sirvió entre los soldados italianos destrozados por las granadas de la Primera Guerra Mundial.
La misión salesiana en la selva ecuatoriana, a donde fue invitada por el obispo misionero Diego Comín, era casi inaccesible en aquella época. Pasó en ella 44 años.
Por un lado se esforzaba en defender y ayudar a los indios shuar ante los abusos de algunos blancos.
Por otra parte, la cultura shuar apreciaba la venganza y la violencia como una virtud, y despreciaba a la mujer, vista sólo como objeto de disfrute. Gracias a ella y a los misioneros, los valores cristianos del perdón, la paz y la igualdad fueron transformado aquel pueblo.
Para conseguirlo atravesó ríos peligrosos, subió a espaldas de porteadores, cruzó puentes de lino y llegó donde hizo falta. “Una mirada al Crucifijo me da vida y coraje para trabajar”, decía. Murió en un accidente de avión el 25 de agosto de 1969, cuando tenía 86 años y se dirigía a unos ejercicios espirituales.
Josefa, la madre de familia ecuatoriana a la que los médicos le daban pocos días de vida, hoy tiene 52 años y da gracias por la intercesión de la religiosa.
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