«Levántate y anda»
Red «Talitha Kum»: religiosas contra el tráfico de personas
La Unión Internacional de Superioras Generales aprovecha las sinergias entre congregaciones.
Alrededor de un millón de personas, en su gran mayoría mujeres y niñas, son secuestradas o engañadas cada año para ser después explotadas como esclavas. Religiosas de diversas congregaciones y nacionalidades han creado la red Talitha Kum [Levántate y anda], coordinada por la Unión Internacional de Superioras Generales, para luchar contra este fenómeno.
Según explica la hermana Estrella Castalone, coordinadora del proyecto, "esta red se ocupa de maximizar y compartir los recursos que los religiosos ya tenemos para prevenir y concienciar sobre el tráfico de personas, y para denunciarlo, con eventual asistencia y protección a las víctimas y a las personas más vulnerables”.
La Iglesia católica cuenta con un recurso impagable en la lucha contra el tráfico de personas: la dedicación y el compromiso de las religiosas. “Somos hermanas, nos movemos dentro de los parámetros de la vida religiosa. No podemos ir a un club en mitad de la noche para rescatar a una prostituta que ha sido llevada allí. Pero podemos centrarnos en la prevención, podemos hablar con la gente. Tenemos estudiantes que han sido reclutadas”, explica la hermana Castalone.
El tráfico de seres humanos es un negocio millonario que explotan mafias con un funcionamiento similar al de una eficiente multinacional: “Las organizaciones criminales que están pisoteando la dignidad de las personas con el tráfico de personas están muy organizadas. Son muy operativas. Para contrarrestarlas, nosotros, religiosos, los laicos o cualquier persona de buena voluntad, debemos coordinarnos”, concluye la religiosa.
Las religiosas, presentes en especial en lugares donde reina la pobreza, intentan con la red Talitha Kum alertar a las posibles víctimas sobre el tráfico y evitar este ciclo de secuestros, explotación y sufrimiento.
Según explica la hermana Estrella Castalone, coordinadora del proyecto, "esta red se ocupa de maximizar y compartir los recursos que los religiosos ya tenemos para prevenir y concienciar sobre el tráfico de personas, y para denunciarlo, con eventual asistencia y protección a las víctimas y a las personas más vulnerables”.
La Iglesia católica cuenta con un recurso impagable en la lucha contra el tráfico de personas: la dedicación y el compromiso de las religiosas. “Somos hermanas, nos movemos dentro de los parámetros de la vida religiosa. No podemos ir a un club en mitad de la noche para rescatar a una prostituta que ha sido llevada allí. Pero podemos centrarnos en la prevención, podemos hablar con la gente. Tenemos estudiantes que han sido reclutadas”, explica la hermana Castalone.
El tráfico de seres humanos es un negocio millonario que explotan mafias con un funcionamiento similar al de una eficiente multinacional: “Las organizaciones criminales que están pisoteando la dignidad de las personas con el tráfico de personas están muy organizadas. Son muy operativas. Para contrarrestarlas, nosotros, religiosos, los laicos o cualquier persona de buena voluntad, debemos coordinarnos”, concluye la religiosa.
Las religiosas, presentes en especial en lugares donde reina la pobreza, intentan con la red Talitha Kum alertar a las posibles víctimas sobre el tráfico y evitar este ciclo de secuestros, explotación y sufrimiento.
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