Lunes, 16 de septiembre de 2024

Religión en Libertad

Ángelus: Cuando perdemos el pan de cada día, «Jesús se ocupa de la mayor necesidad, nos salva»

Papa
Francisco, preguntó a los fieles, como ya viene siendo habitual: "¿Tengo hambre y sed de salvación, no sólo para mí, sino para todos mis hermanos?".

ReL

El Papa Francisco ofició este domingo 18 de agosto el habitual rezo del Ángelus desde el balcón del Palacio Apostólico del Vaticano. "¿Cómo puede Jesús darnos a comer su propia carne?", se preguntó el Papa, sobre el Evangelio de hoy.

Francisco animó a hacerse esta pregunta con "asombro y gratitud". "Quien no capta el estilo de Jesús sigue desconfiando: parece imposible, incluso inhumano, comer la carne de un hombre y beber su sangre (...). La carne y la sangre, en cambio, son la humanidad del Salvador, su propia vida ofrecida como alimento para la nuestra", comentó.  

Hambre de salvación 

"Y esto nos lleva a la segunda actitud: la gratitud, porque reconocemos a Jesús allí donde está presente para nosotros y con nosotros". Y añadió Francisco que, "después de haber multiplicado el pan terrenal, prepara un don aún mayor: Él mismo se convierte en verdadera comida y verdadera bebida. ¡Gracias, Señor Jesús! Con el corazón podemos decir, Gracias".

"El pan celestial, que viene del Padre, es el Hijo hecho carne por nosotros (...). Más que necesario para nosotros, porque sacia el hambre de esperanza, el hambre de verdad, el hambre de salvación que todos sentimos no en el estómago, sino en el corazón". 

Y explicó, "Mientras la miseria, la injusticia y la violencia roban a los hombres el pan de cada día, Jesús se ocupa de la mayor necesidad: nos salva, alimentando nuestra vida con la suya, para siempre".  

"Gracias a Él podemos vivir en comunión con Dios y entre nosotros. El pan vivo y verdadero no es, pues, algo mágico, que resuelve de repente todos los problemas, sino que es el Cuerpo mismo de Cristo, que da esperanza a los pobres y vence la arrogancia de los que se jactan en su detrimento", culminó

Francisco, preguntó a los fieles, como ya viene siendo habitual: "¿Tengo hambre y sed de salvación, no sólo para mí, sino para todos mis hermanos? Cuando recibo la Eucaristía, que es el milagro de la misericordia, ¿soy capaz de maravillarme ante el Cuerpo del Señor, muerto y resucitado por nosotros?".

Puedes ver aquí el Ángelus completo del Papa.

Al terminar el Angelus, Francisco recordó la beatificación de sacerdotes congoleños asesinados en 1964. "Su martirio fue en coronación de una vida gastada por el Señor y sus hermanos", y pidió "caminos de reconciliación para el pueblo congoleño".

"Seguimos rezando para que los caminos de paz puedan abrirse en Oriente Medio, en Palestina, Israel, así como en la martirizada Ucrania, en Myanmar y en todas las zonas de guerra, con el compromiso del diálogo y el fin de las acciones violentas", dijo al terminar.

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