Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Agustín, Ignacio, Teresita, Edith Stein... el Papa habla del consuelo de Dios y del Mundial de Qatar

El Papa Francisco saluda a unos niños durante su audiencia y catequesis del miércoles
El Papa Francisco saluda a unos niños durante su audiencia y catequesis del miércoles

P.J.G.

En la audiencia pública de este miércoles, el Papa Francisco ha continuado su ciclo de catequesis sobre el discernimiento, y se ha centrado en el concepto de "consolación espiritual" (del que escribe bastante San Ignacio de Loyola), que es “una experiencia profunda de alegría interior, que consiente ver la presencia de Dios en todas las cosas”.

Esta experiencia “refuerza la fe y la esperanza, y también la capacidad de hacer el bien”, aseguró el Pontífice. “La persona que vive la consolación no se rinde frente a las dificultades, porque experimenta una paz más fuerte que la prueba. Se trata por tanto de un gran don para la vida espiritual y para la vida en su conjunto”.

La consolación no es euforia pasajera

“La persona se siente envuelta en la presencia de Dios, siempre de una forma respetuosa con la propia libertad. Nunca es algo desafinado, que trate de forzar nuestra voluntad. Tampoco es una euforia pasajera”, quiso especificar.

Francisco enumeró una serie de santos muy conocidos por sus escritos que hablaron de este fenómeno de la consolación en distintas época. San Agustín sentía una paz reconfortante hablando de la vida eterna con su madre Santa Mónica. San Ignacio de Loyola sentía, en su proceso de conversión, que leer la vida de santos le daba paz y fuerza. Santa Teresita de Lisieux (Teresa del Niño Jesús) sentía que esa paz y consolación le empujaban con dulzura y espontaneidad a obrar el bien.

La consolación mira al futuro, tiene que ver con la esperanza

“La consolación tiene que ver sobre todo con la esperanza, mira hacia el futuro, pone en camino, consiente tomar iniciativas hasta ese momento siempre postergadas, o ni siquiera imaginadas, como el bautismo para Edith Stein”, aseguró el Papa Francisco, citando a la filósofa judía que se bautizó con 30 años, en 1921, y hoy la Iglesia venera con el nombre de Santa Teresa Benedicta de la Cruz.

El Papa detalló que “la consolación espiritual no es controlable, no es programable a voluntad, es un don del Espíritu Santo: permite una familiaridad con Dios que parece anular las distancias”.

Algo hermoso de la consolación es que, dijo, "te empuja a ir hacia adelante y a hacer las cosas que en tiempo de desolación no serías capaz de dar ni el primer paso".

El Papa previno contra el peligro de buscar la consolación "en sí misma, de forma obsesiva y olvidándonos del Señor”. Lo que hay que hacer, dijo, es "buscar al Señor, y el Señor con su presencia nos consuela, nos hace seguir hacia adelante. No buscar a Dios para que nos traiga la consolación, esto no funciona. No debemos ser interesados en esto”, puntualizó.

Advirtió contra el riesgo de relacionarnos con Dios "de forma infantil, de buscar intereses, de reducirlo a un objeto para nuestro uso y consumo, perdiendo el don más hermoso, que es Él mismo”. Animó a perseverar, distinguiendo entre el mero entusiasmo pasajero y la "consolación de Dios que llega hasta el fondo del alma".

El Mundial de Qatar y el "martirizado pueblo ucraniano"

En sus saludos finales, el Papa expresó su deseo de que el Mundial de Fútbol de Qatar “sea una oportunidad de encuentro y armonía entre las naciones, favoreciendo la fraternidad y la paz entre los pueblos”, y envió su saludo “a los jugadores, hinchas y espectadores que están siguiendo desde varios continentes”.

El Papa, aunque es muy aficionado al fútbol, no improvisó ningún comentario sobre la sorprendente derrota de la selección argentina frente a Arabia Saudí de la noche anterior, y pasó rápidamente a tratar el triste tema de un mundo “desgarrado por las guerras”, pidiendo rezar “por la paz en el mundo y por el fin de todos los conflictos, con un pensamiento especial por el terrible sufrimiento del querido y martirizado pueblo ucraniano”.

Recuerda el "genocidio" por hambre del Holodomor

Además, recordó que este sábado se celebrará el aniversario del terrible "genocidio" del Holodomor, el exterminio por inanición en 1932-33 provocado artificialmente por el régimen soviético de Stalin, que causó al menos 3 millones de muertes, la mayoría de ellas en Ucrania, pero también en otras regiones. 

No es la primera vez que menciona el Holodomor: lo hizo también en años anteriores (por ejemplo, en 2018).

El Papa invitó a orar por aquellas víctimas "de este genocidio” y por “por tantos ucranianos, niños, mujeres y ancianos, que hoy sufren el martirio de la agresión”.

Muchos historiadores no usan el término "genocidio" para el Holodomor porque aunque fue provocado o al menos permitido culpablemente por Stalin y mató a mucha gente, no se centró exclusivamente en el pueblo ucraniano, sino que afectó a todo tipo de etnias de entornos rurales en regiones del sur de la URSS.

En las últimas semanas, Rusia ha usado cientos de misiles de largo alcance para destruir las infraestructuras de electricidad y gas de gran parte de Ucrania, dejando sin electricidad ni calefacción a millones de ucranianos en invierno. El alcalde de Kiev declaraba en el periódico alemán "Bild" que "este es el peor invierno desde la Segunda Guerra Mundial".

El primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, declaraba este mismo miércoles que los ataques rusos han causado daños valorados en 1.900 millones de dólares en las infraestructuras energéticas y que mil especialistas, organizados en 70 equipos, intentan repararlos.

Por estos ataques sistemáticos contra las infraestructuras civiles este mismo miércoles 23 de noviembre el Parlamento Europeo ha declarado a Rusia "estado promotor de terrorismo"... el mismo día que el Papa recordaba la hambruna provocada del Holodomor.

Un médico misionero, nuevo beato

El Papa también aseguró su oración por las víctimas del terremoto del lunes en la Isla de Java, recordó la celebración el pasado domingo del Día Mundial de la Pesca y pidió un aplauso por el nuevo beato Giuseppe Ambrosoli, un sacerdote y médico misionero comboniano, que murió en Uganda en 1987 tras una vida dedicada "a los enfermos, en los que veía el rostro de Cristo”. Su beatificación tuvo lugar en Uganda.

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