Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El Papa habla con periodistas jesuitas de la guerra de Ucrania y «restauracionistas» anticoncilio

Periodistas de revistas jesuitas entrevistaron al Papa el 19 de mayo - foto de La Civiltà Cattolica
Periodistas de revistas jesuitas entrevistaron al Papa el 19 de mayo - foto de La Civiltà Cattolica

P.J.G.

El 19 de mayo el Papa Francisco recibió a los directores de revistas de distintos países ligadas a la orden jesuita, y con ellos comentó temas de actualidad internacional, especialmente la guerra de Ucrania, y también sobre la renovación de la Iglesia, que ve dificultada por lo que llama "restauracionistas", grupos que, en su opinión, no aceptan el Concilio Vaticano II. A los periodistas les pidió especialmente cubrir el lado humano de las guerras, más allá de la geoestrategia y la mera actualidad militar.

La entrevista entera puede leerse en español aquí en la web de la Civiltà Cattolica. VaticanNews ha difundido un amplio extracto.

Sobre la guerra de Ucrania, Francisco pide entender que "aquí no hay buenos y malos metafísicos". Señala que antes de la guerra un jefe de Estado le dijo que la OTAN estaba "ladrando a las puertas de Rusia" y que "los rusos son imperiales y no permiten que ninguna potencia extranjera se acerque a ellos", por lo que "la situación podría llevar a la guerra". Esa era su opinión".

[Este análisis no recoge el hecho de que Estonia, Letonia y Lituania, que tienen frontera con Rusia, ya estaban en la OTAN desde 2004; nota de ReL].

La ferocidad y crueldad de las tropas "utilizadas por los rusos"

Después, el Papa comenta la brutalidad de los invasores, aunque en vez de atribuirla a los "rusos" la atribuye a "mercenarios".

"Lo que estamos viendo es la brutalidad y la ferocidad con la que esta guerra está siendo llevada a cabo por las tropas, generalmente mercenarias, utilizadas por los rusos. Y los rusos prefieren enviar chechenos, sirios, mercenarios. Pero el peligro es que sólo veamos esto, que es monstruoso, y no veamos todo el drama que se está desarrollando detrás de esta guerra, que tal vez de alguna manera fue provocada o no evitada. Y registro el interés por probar y vender armas. Es muy triste, pero al final es lo que está en juego", denuncia.

Después, el Papa comenta: "Alguien puede decirme en este momento: ¡pero si eres pro-Putin! No, no lo soy. Sería simplista y erróneo decir tal cosa. Simplemente estoy en contra de reducir la complejidad a la distinción entre buenos y malos, sin razonar sobre las raíces y los intereses, que son muy complejos. Mientras vemos la ferocidad, la crueldad de las tropas rusas, no debemos olvidar los problemas para tratar de resolverlos".

"También es cierto que los rusos pensaron que todo acabaría en una semana. Pero calcularon mal. Encontraron un pueblo valiente, un pueblo que lucha por sobrevivir y que tiene una historia de lucha", añade Francisco.

Recordar otros países

Francisco después comenta otros países "donde la guerra sigue y a nadie le importa": "algunas partes de África, el norte de Nigeria, el norte del Congo", "Ruanda hace 25 años", "piensen en Myanmar y en los rohingya. El mundo está en guerra. Hace unos años se me ocurrió decir que estamos viviendo la tercera guerra mundial a trozos".

Y plantea: "¿Qué le pasa a la humanidad que ha tenido tres guerras mundiales en un siglo? Vivo la primera guerra en la memoria de mi abuelo en el río Piave. Y luego la segunda y ahora la tercera".

Recuerda sus visitas a cementerios de las dos Guerras Mundiales, llenas de cadáveres "de jóvenes de 20, 22, 24 años". Y anima a los periodistas y a las revistas jesuitas a estudiar "el lado humano de la guerra", "el drama humano de las playas de Normandía o de Anzio, el drama humano de una mujer a cuya puerta llama el cartero y que recibe una carta de agradecimiento por haber dado un hijo a la patria, que es un héroe de la patria... Y así se queda sola. Reflexionar sobre esto ayudaría mucho a la humanidad y a la Iglesia. Hagan sus reflexiones sociopolíticas, pero no descuiden la reflexión humana sobre la guerra".

Recuerda que "dos esposas de soldados ucranianos que estaban en la acería de Azovstal vinieron a pedirme que intercediera por ellos para que se salvaran. Todos somos muy sensibles a estas situaciones dramáticas. Son mujeres con hijos, cuyos maridos pelean allí. Mujeres jóvenes y hermosas. Pero me pregunto: ¿qué pasará cuando se pase el entusiasmo por ayudar? Como las cosas se están enfriando, ¿quién se ocupará de estas mujeres? Hay que mirar más allá de la acción concreta del momento, y ver cómo los vamos a apoyar para que no caigan en el tráfico, no sean utilizados, porque los buitres ya están dando vueltas".

(Este tema de evitar que se canse la generosidad lo ha tratado también, citando a San Pablo, en su mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres).

Después alaba "el heroísmo del pueblo ucraniano" y advierte que lo que se produce es "una situación de guerra mundial, de intereses globales, de venta de armas y de apropiación geopolítica, que está martirizando a un pueblo heroico".

(Lea más sobre la Iglesia en Ucrania aquí en ReL).

También comenta su encuentro online de 40 minutos con el Patriarca Kirill de Moscú. "Me leyó una declaración en la que daba razones para justificar la guerra. Cuando terminó, intervine y le dije: 'Hermano, no somos clérigos del Estado, somos pastores del pueblo'". Tenían prevista una reunión el 14 de junio en Jerusalén pero se ha aplazado por la guerra, esperando encontrarse quizá en Kazajstán en septiembre.

Renovar la Iglesia y los "restauracionistas"

Preguntado por "signos de renovación espiritual" en la Iglesia, alaba en Europa "cosas espontáneas que están surgiendo: movimientos, grupos, nuevos obispos que recuerdan que hay un Concilio detrás de ellos. Porque el Concilio que algunos pastores recuerdan mejor es el de Trento. Y lo que digo no es una tontería. El restauracionismo ha llegado a amordazar al Concilio. El número de grupos "restauracionistas" -por ejemplo, hay muchos en Estados Unidos- es impresionante. Un obispo argentino me dijo que le habían pedido que administrara una diócesis que había caído en manos de estos "restauradores". Nunca habían aceptado el Concilio. Hay ideas, comportamientos que provienen de un restauracionismo que básicamente no aceptó el Concilio. El problema es precisamente éste: que en algunos contextos el Concilio aún no ha sido aceptado".

Ejemplos de renovación que le gustan son "grupos que dan un nuevo rostro a la Iglesia a través de la asistencia social o pastoral. Los franceses son muy creativos en esto", explica.

Después habla de que en 1974 el superior de los jesuitas, Pedro Arrupe, era criticado por algunas personas de la Curia y "jesuitas españoles que se consideraban los verdaderos ortodoxos y se oponían a Arrupe".

Según Francisco, un jesuita muy contrario a Arrupe llegó a decirle que sería feliz si veía a Arrupe y el padre Cálvez "colgados de la horca en la Plaza de San Pedro". Francisco lo cuenta "para que entiendas cómo fue el periodo post-conciliar. Y esto está ocurriendo de nuevo, especialmente con los tradicionalistas. Por eso es importante salvar a estas figuras que defendieron el Concilio y la lealtad al Papa. Hay que volver a Arrupe: es una luz de aquel tiempo que nos ilumina a todos".

A los alemanes: ya hay una iglesia evangélica

Sobre el "camino sinodal alemán" comenta: "Al presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, monseñor Bätzing, le dije: "Hay una muy buena Iglesia evangélica en Alemania. No necesitamos dos. El problema surge cuando la vía sinodal proviene de las élites intelectuales y teológicas, y está muy influenciada por las presiones externas. Hay algunas diócesis donde el camino sinodal se está haciendo con los fieles, con el pueblo, lentamente".

El Papa escribió en español en persona su texto sobre el camino sinodal alemán, que luego se hizo público. "Lo escribí yo mismo, y me llevó un mes escribirlo. No quería involucrar a la Curia. Lo hice por mi cuenta. El original está en español, y el que está en alemán es una traducción. Allí escribí lo que pienso".

Luego comenta que bajo la presión de grupos de presión no es bueno discernir y prefiere esperar a que pase la presión. Pone el ejemplo de problemas en Colonia o en Arecibo, en Puerto Rico.

Y sobre llegar a los jóvenes, explica: "En mi época, el trabajo con los jóvenes consistía en reuniones de estudio. Ahora ya no funciona así. Debemos hacerlos avanzar con ideales concretos, obras, caminos". Por lo tanto, para evangelizar a los jóvenes o hacerlos crecer en la fe "la tarea de ustedes es ponerlos en camino. Creo que es lo mejor que podemos hacer. ¡Pero que Dios se ocupe de ellos!". 

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