Séptimo aniversario del viaje a Lampedusa: el Papa pide ver «el rostro de Dios» en los que huyen
El Papa Francisco ha querido celebrar el séptimo aniversario de su viaje a Lampedusa durante la crisis migratoria que causó conmoción en las puertas de entrada a Europa. Lo ha hecho con una misa privada a la que tan sólo han podido acudir el personal de la sección de Migrantes y Refugiados del Vaticano.
En su homilía, el Papa indicó que “la búsqueda del rostro de Dios es una garantía del éxito de nuestro viaje en este mundo, que es un éxodo hacia la verdadera Tierra prometida, la Patria celestial. El rostro de Dios es nuestra meta y también es nuestra estrella polar, que nos permite no perder el camino”.
De este modo, Francisco recalcó que “la búsqueda del rostro de Dios está motivada por el anhelo de un encuentro personal con el Señor, un encuentro personal, un encuentro con su inmenso amor, con su poder que salva”.
Reconocer el rostro de Dios
Y así señaló que “este encuentro personal con Jesucristo también es posible para nosotros, somos los discípulos del tercer milenio, buscamos el rostro del Señor, podemos reconocerlo en el rostro de los pobres, de los enfermos, de los abandonados y de los extranjeros que Dios pone en nuestro camino. Y este encuentro también se convierte para nosotros en un tiempo de gracia y salvación, confiriéndonos la misma misión encomendada a los apóstoles”.
Recordando aquella visita a Lampedusa, Francisco recordó unas palabras suyas el pasado año: “El encuentro con el otro es también un encuentro con Cristo. Nos lo dijo Él mismo. Es Él quien llama a nuestra puerta hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo y encarcelado, pidiendo que lo encontremos y ayudemos. Pidiendo poder desembarcar. Y si todavía tuviéramos alguna duda, esta es su clara palabra: ‘En verdad, en verdad les digo, que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo (Mt 25,40)”.
Cuánto sufrimiento
Francisco prosiguió con su homilía cómo recuerda aún “el día, hace siete años, en el sur de Europa, en esa isla, en donde algunos me contaban sus historias personales, cuánto habían sufrido para llegar allí. Había intérpretes, y uno contaba cosas terribles en su propio idioma y el intérprete parecía que traducía bien, pero el primero hablaba largo tiempo y la traducción era breve, se ve que este idioma para expresar tiene frases más largas”.
“Cuando regresé a casa por la tarde en la recepción había una señora, paz a su alma que se ha ido, que era hija de etíopes y entendía el idioma y había mirado el encuentro y me ha dicho esto: escuche, lo que el traductor etíope le ha dicho no es ni la cuarta parte de las torturas, de los sufrimientos que ellos han vivido. Me dieron la versión ‘destilada’. Esto sucede hoy con Libia, nos dan una versión ‘destilada’. Guerra sí, es fea lo sabemos, pero ustedes no imaginan el infierno que se vive allí, en aquellos ‘lugares’ de detención y esta gente, solamente, venía con una esperanza, atravesar el mar”, agregó.
“Que la Virgen María, Solacium migrantium (Ayuda de los migrantes), nos haga descubrir el rostro de su Hijo en todos los hermanos y las hermanas obligados a huir de su tierra por tantas injusticias que aún afligen a nuestro mundo”, concluyó Francisco.