Una primera reflexión personal sobre el sínodo de octubre
Lo que sistemáticamente nos han dicho los portavoces autorizados del camino sinodal, ahora del sínodo de octubre, es que se trata de un proceso de escucha y que ésta es la única cuestión y el único tema. Son, precisamente estas reiteradas declaraciones las que me llaman a exponer algunas reflexiones provisionales, a pesar de mi resistencia innata a tratar públicamente de temas que pertenecen a la vida interior de la Iglesia.
Estas son mis primeras consideraciones: se trata de un texto prolijo, complejo, por no decir rococó, en su presentación. Tal y como está escrito es un mar de cuestiones, recovecos, matices, sinuosidades, abstractos universales, demasiado para ser una especie de macro cuestionario para que los miembros sinodales se pronuncien.
Este tipo de guiones previos acostumbran a terminar dejando la sustancia de las conclusiones en manos de los responsables de la redacción final, dada la dispersión e importancia asimétrica de los temas tratados.
El Instrumentum laboris de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos no facilita en nada un buen trabajo y además exige a los participantes horas y horas de estudio, no ya para preparar aportaciones, sino para interiorizar el texto. La tentación de "pasar” e ir directamente al “qué hay de lo mío" es grande, y eso sería contrario al espíritu sinodal.
Otra gran cuestión previa: u organizan muy bien la comunicación a los medios, con la dificultad añadida de que, dada la composición, las filtraciones de parte serán el pan nuestro de cada día, o la Iglesia se preocupa mucho y bien de la comunicación, o ella no hará el Sínodo, se lo harán. Lo publicado hasta ahora en los periódicos lo señala. En los escritos de los mass media han sido temas centrales la aceptación de los divorciados vueltos a casar, los matrimonios polígamos y las personas LGBTQ+ (y aquí a los organizadores sinodales ya les han metido un gol, porque aquella definición es ideológica y política; es asumir la concepción-lenguaje gender, y esto es fatal).
Hay personas homosexuales, y esta es una cuestión, otras personas a las que les gustan las relaciones sexuales con hombres y mujeres, y esto es algo muy distinto de lo anterior. Hay personas a disgusto con su propio cuerpo, pero no se limita solo al problema de la identificación como hombre o mujer, sino con el canon estético, y esto trata de otro asunto, y la Q de queer de la fórmula utilizada con el añadido del signo (+) , ya es la releche, con perdón, del colonialismo ideológico de un texto eclesial. (Van mal.)
Pues bien, estos aspectos tan ampliamente reflejados están perdidos en un mar de páginas y páginas y son dos pequeños puntos del tipo B1; apartado b1.2, punto a. Si no lees con atención, te lo pasas. Pero, para el lector de periódicos, el Sínodo va de eso. Lo dicho, o lo enfocan de otra manera o lo harán desde fuera del Sínodo al Papa, a los cardenales y a los miembros sinodales. Al New York Times, The Washington Post, The Guardian y demás ya se les hace la boca agua. Y quien avisa no es traidor.
Después, como siempre, las consecuencias del lío las sufriremos los católicos de a pie que amamos a la Iglesia. Estaría bien que pensaran en nosotros y nos evitaran el lío y el daño.
Tercera cuestión, por ahora: hay un excesivo abuso de la apelación a que el Instrumento de Trabajo se limita a recoger las cuestiones planteadas en el camino sinodal que se ha seguido. Por ejemplo, cuando se dice que con “la base de todo el material recogido durante la fase de escucha, y en particular de los documentos finales de las asambleas continentales, se ha redactado el presente Instrumentum Laboris”.
Afirmo que no. Expresan lo que los aparatos diocesanos de cada diócesis y conferencia han querido subrayar. La consulta no tenía ninguna garantía metodológica sobre la representatividad de la recogida de las opiniones. Es más, desde la perspectiva eclesial esto nunca ha sido necesario, ni los aparatos eclesiales están predispuestos a metodologías, que las hay, que reflejen con buena exactitud lo que se ha formulado.
Esto no tenía importancia hasta ahora, pero tiene y mucha cuando nos explican que son nuestras voces las que recogen. Pues mire, no. Pero no por mala intención; simplemente el proceso seguido no lo permite. No reclamo nada, pero ruego que no se haga ostentación de algo que no responde a la realidad. Solo eso.
Para que el resultado final hubiera respondido a aquella expectativa deberían haberse planteado las cosas de otra manera. Podía haberse articulado un procedimiento que combinara encuestas representativas de cada universo, grupos de discusión para matizar las respuestas, paneles de expertos, grupos focales con grupos con participantes seleccionados que representen a la población objetivo... Se podía aplicar el método Delphi para niveles más elevados de la pirámide del proceso sinodal, quizás la ayuda de Método Nominal de Grupo (NGT) y una instancia independiente responsables de todo el proceso. Eso sí que permitiría decir que el Intrumentum Laboris recoge razonablemente lo tratado.
Ahora, el resultado es más bien un “yo me lo guiso, yo me lo como", un hablar de participación más como ideología que como realidad, y eso eclesialmente no es sano. No hacia falta esta exhibición, ya aceptamos que formulen lo que consideren que deben plantear, pero que no lo disfracen de participación.
El resultado es que partes importantes de opiniones de los católicos no salen por ninguna parte, y esto entraña el riesgo, si no se va con tiento y prudencia y se sigue a piñón fijo, de que después de tanta escucha lo que surja no sea la comunión, sino la desunión.
Es siempre mejor en la Iglesia una autoridad mal llevada que no una participación mal hecha.
Publicado en Forum Libertas.
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