Miércoles, 30 de octubre de 2024

Religión en Libertad

Octubre, mes del Rosario

Mano de un hombre rezando el Rosario.
La Iglesia consagra el mes de octubre de manera especial al rezo del Santo Rosario. Foto: Adrián Varela / Cathopic.com

por Monseñor Demetrio Fernández

Opinión

Desde el primer día hacemos este claro propósito: que no pase un día en este mes de octubre sin rezar el santo Rosario. El día 7 es la Virgen del Rosario, y todo el mes está dedicado a María en el rezo del Rosario. Rezarlo a solas, en pareja, en grupo, en familia, como sea. Pero rezarlo todo el mes de octubre (y luego seguir)

El Rosario es una oración muy sencilla, que se centra en Jesucristo y sus misterios, que va contemplándolos desde el corazón de María, desgranando diez avemarías por cada misterio que se contempla y concluyendo con el gloria a Dios. Tiene un carácter contemplativo, repetitivo, que da paz al alma. Es como la oración de Jesús en Oriente, repetida miles de veces. El Rosario en Occidente es la repetición sin término del avemaría para entrar con ella en cada misterio de Cristo que se contempla.

Cuántas personas y cuántas veces uno no sabe cómo orar, qué meditar, como dirigirse a Dios, de quien siente una fuerte necesidad. Mi experiencia y la de tantas personas es que el rezo del Rosario alimenta esos momentos y nos trae de manera sencilla al corazón pensamientos y sentimientos religiosos que compartimos con María nuestra Madre. Es como si ella, madre buena, nos fuera enseñando a rezar, como hace una madre con su hijo pequeño para enseñarle a hablar.

Fue Santo Domingo de Guzmán (1170-1221), fundador de la orden dominica, el que difundió esta práctica devocional, que tiene tanto contenido catequético. Y una vez popularizado, el Rosario ya es difundido en todos los actos de devoción popular. Cuando la Virgen se ha aparecido en Lourdes, en Fátima, en Medjugorje, etc., invita siempre a rezar el Rosario, que nos acerca a Jesús. Los videntes de estas apariciones aprenden a rezar el Rosario y ya no lo dejan, es como el instrumento que alimenta y expresa su fe sencilla. El Rosario es la oración de los pobres y sencillos. Es una oración de muchedumbres y de soledad, es una oración asequible a todos, es una oración sencilla, y entona el alma cada vez que se reza. Sirve para mantener el corazón atento al Señor, sirve para una oración comunitaria, para la meditación, para la oración contemplativa.

Los misterios de gozo nos ponen ante la alegría de la Navidad y su entorno, porque la venida del Señor en la carne ha traído la alegría al mundo entero. Los misterios luminosos recorren la vida pública de Jesús desde el bautismo a la institución de la Eucaristía. Los misterios dolorosos nos recuerdan el drama de la pasión y de la Cruz. Los misterios gloriosos nos presentan la gloria de la resurrección y su fruto en María.

Hay iniciativas diversas en torno al Rosario. Cadenas de oración, grupos de Rosario, retransmisión del rezo del Rosario, vigilias de oración. Cuando visité hace poco la comunidad Cenáculo para recuperación de adictos, constaté que era el Rosario el motor de aquella comunidad, y cuando uno de los visitantes preguntó cuál era el método terapéutico que empleaban, uno joven residente respondió espontáneamente: ¡a base de Rosarios! Ellos se levantan a medianoche para rezar el Rosario, y especialmente los sábados para pedir por los que emplean mal su tiempo de diversión. Por este cauce y el calor del amor cristiano de esa comunidad se han recuperado docenas de vidas rotas y perdidas.

Conozco a muchos jóvenes que se inician pronto en el rezo del Rosario y les sirve de sustento y alimento para su vida cristiana. Conozco a muchas personas mayores, cuyo consuelo más hondo es el rezo del Rosario, incluso varias veces al día. "Siento una compañía tan grande al rezarlo...", me decía una persona mayor al visitarla en su casa. Mes de octubre, mes del Rosario. Intensifiquemos esta práctica para pedir por tantas necesidades, por la Iglesia, por las vocaciones, por la paz del mundo, etc.

Publicado en el portal de la diócesis de Córdoba (España).

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