Inspiración y confianza
por Albert Cortina
Los días 17 y 18 de noviembre asistí al Congreso Inspira impulsado por la Iglesia Archidiocesana de Barcelona. El citado encuentro tenía como objetivo la renovación pastoral y evangelizadora en las parroquias para salir a anunciar el Evangelio a nuestro mundo secularizado. En esos dos días de Congreso, comprobé que la Iglesia está viva a pesar de todas las dificultades y embates del Maligno. Se detectaba entusiasmo entre los participantes, fe, ilusión y ganas de responder a los actuales retos evangelizadores mediante un proceso de conversión pastoral en nuestras parroquias y movimientos. También deseos de conversión personal en nuestros corazones.
Inspiración: No tengáis miedo
Mosén Bruno Bérchez, delegado diocesano de Anuncio de la Fe y de Iniciación Cristiana (impulsor del Congreso Inspira junto a su magnífico equipo), decía en el discurso inaugural: “No tengáis miedo cuando Dios pone una inspiración, Él pone también los medios para que tarde o temprano llegue a ser una realidad. Fiaros de Él. Ser dóciles a la inspiración del Espíritu Santo. El Espíritu Santo se nos da para cumplir la misión de Jesús”.
Y en un gesto bellísimo de recuerdo al buen obispo Toni Vadell, que solía decir “¡gracias por tanto!”, mosén Bruno terminó su discurso diciendo: “Escuchad todo lo que el Señor os quiera inspirar y susurrar, sed esponjas dispuestas a dejarse empapar por el Espíritu Santo”.
Ese mismo día de inicio del Congreso, en un WhatsApp que recibo cada mañana a modo de “susurro de Jesús”, con oportuna providencialidad, sentía en el interior de mi corazón como Él me decía: “Déjame a mí los resultados. Sígueme a donde quiera que yo te quiera llevar sin preocuparte cómo resultará todo. Piensa en la vida como una aventura conmigo como guía y compañero. Vive el ahora, concentrándote en mantenerte a mi lado. Cuando nuestro camino nos lleve hacia un risco, disponte a saltarlo con mi ayuda. Cuando lleguemos a un lugar de descanso, aprovecha el tiempo para recuperar fuerzas en mi presencia. Disfruta el ritmo de la vida vivida junto a mí. Tu ya conoces el destino final de tu viaje: el Cielo. De manera que mantén atención en el camino que tienes por delante, dejando los resultados por mi cuenta. No tengas miedo, yo estoy contigo y te bendigo”.
Durante el Congreso me percaté que nuestro mundo necesita una Iglesia católica que encienda los corazones de los fieles y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad que se acerquen a ella. Una Iglesia que ponga a Jesucristo en el centro de todo, donde Dios esté en nuestras vidas y en todos los ámbitos de la sociedad.
La realidad exige un primer anuncio, asumir que el ambiente y la sociedad de la que formamos parte se organiza y vive como si Dios no existiera. Y, por tanto, el mensaje central que hemos de comunicar hoy es que Dios existe y que nos ama. En la actualidad, hace falta el anuncio explícito de Jesucristo sin miedo ni complejos. Ese anuncio de la buena nueva debe estar secundado por el testimonio de vida. Y es que la vida espiritual es cosa de Dios, y donde se reza pasan cosas.
En esos dos días de Congreso entendí que debemos evangelizar mediante un cristianismo del gozo, la fraternidad y la belleza. Y ahí estará siempre María, nuestra Madre, ayudándonos con su ternura y amor para que podamos acoger y acompañar a todos aquellos que quieran imitar a su Hijo Jesucristo, dejándose inspirar y convertir su corazón por el Espíritu Santo, y poniendo el sentido y propósito de sus vidas en la meta final, que no es otra que ser acogidos en la gloria eterna por nuestro Padre, que es un Dios de Amor que nos ama infinitamente.
Resulta relevante destacar que durante el Congreso hubo tres momentos fundamentales: Laudes, la Santa Misa y la Adoración al Señor.
Tengo que reconocer que me cuesta adoptar los cantos de alabanza que los jóvenes van introduciendo en las Adoraciones Eucarísticas. Vengo de una tradición donde el silencio que permite la conversación, y sobre todo la escucha del Señor, me resulta más adaptada a mi personalidad y modo de vivir la espiritualidad. No obstante, tengo que reconocer que esa noche de final del Congreso, acompañados de forma extraordinaria por la música del grupo Tuyo, vibré alabando y dando gloria al Señor con espíritu joven y renovado. ¡Bendito sea Dios!
Adoración y alabanza en el Congreso Inspira. Foto: Albert Cortina.
Confianza: No tengáis miedo
Una vez finalizado el Congreso Inspira, al día siguiente, que era domingo, fui con mi familia a recoger a nuestra hija Anna de 14 años, que había pasado el fin de semana en las convivencias "Edge" organizadas por nuestra parroquia de Sant Pere d’Octavià del monasterio de Sant Cugat del Vallès (Barcelona).
Dicen, y yo creo que con razón, que es una de las parroquias más dinámicas de Cataluña. Doy fe que es así. Tenemos unos sacerdotes santos que además, tienen carisma, madera de líderes y son entusiastas impulsores y ejecutores de las inspiraciones que experimentamos los días del Congreso. Bien acompañados de un numeroso grupo de laicos con ardor apostólico, son el ejemplo vivo de una parroquia renovada y con espíritu misionero y evangelizador.
El rector de la parroquia, mosén Emili Marlés, es también el delegado de evangelización de la diócesis de Tarrasa, ex-vicedecano de la Facultat de Teología de Catalunya, y fue quien introdujo Life Teen en España.
Mosén Emili Marlés en la mesa redonda sobre 'Kerigma y renovación de las parroquias', junto con otros expertos españoles en el Congreso Inspira. Foto: Albert Cortina.
En la hoja parroquial de esa misma semana, mosén Emili nos lanzaba a sus feligreses la siguiente pregunta: ¿Eres una persona que genera confianza?
En su reflexión, mosén Emili sintetiza la necesidad de generar confianza a partir de tres ingredientes:
1. Tener una vida transparente. La transparencia nos lleva a no querer esconder nuestras vulnerabilidades. “Es cierto que admiramos las fortalezas de las personas, pero cuando conectamos más con los demás es cuando nos muestran con humildad sus límites y reconocen sus vulnerabilidades”.
2. Tener empatía con los demás. Generamos confianza cuando la gente ve que nos importa su vida, que somos sensibles a sus dificultades y que buscamos su crecimiento. “Quizás podemos preguntar a los de casa si se sienten que realmente nos preocupamos por ellos. Podemos preguntarles: ¿qué podría hacer por ti, para que tu vida fuera más feliz?”.
3. Tener una consistencia de vida. La gente quiere ver que vivimos lo que decimos. “La consistencia de vida es una dimensión en la que todos hemos de crecer y que es crucial para que nuestra vida tenga un impacto real”.
Aquel domingo, en el que los padres de los niños y niñas participábamos del final de la convivencia “Edge” con una Santa Misa y con una comida de fraternidad, mosén Àlex Serra, vicario de nuestra parroquia St. Pere d’Octavià del monasterio de Sant Cugat del Vallès, y delegado de juventud de la diócesis de Tarrasa (DeleJove), volvió a recordarnos la frase “¡No tengáis miedo!… confiad en Jesucristo”. Sed apóstoles confiables. La nota simpática fue que esa frase inspiradora estaba impresa en las sudaderas que se llevaron como regalo todos los participantes en la convivencia.
Convivencia “Edge”. Mosén Àlex Serra y los catequistas de la parroquia de Sant Pere d’Octavià (Monasterio de Sant Cugat del Vallès, Barcelona). Foto: Equipo “Edge”.
En ese fin de semana, una vez más, los padres de la parroquia habíamos confiado nuestro mayor tesoro -nuestros hijos- a un grupo de personas confiables: a mosén Àlex, a los seminaristas, a Sofía Norton -la extraordinaria coordinadora de “Edge”, que con sus veinte años nos mostraba sus dotes de liderazgo y su madurez espiritual-, así como al resto del equipo de jóvenes catequistas, todos ellos enamorados de Jesús, y que nos generaban plena confianza.
Muchos de esos jóvenes seminaristas o catequistas habían pasado por alguno de los distintos itinerarios de crecimiento espiritual que se habían diseñado en la parroquia del monasterio de Sant Cugat.
Esos itinerarios, bien pensados para evangelizar, son los siguientes: “Buen Pastor” (niños/as de 3 a 5 años), “Compass” (niños/as de 6 a 12 años), “Edge” (preadolescentes de 1º, 2º,3º de ESO), “LifeTeen” (adolescentes de 4º ESO y 1º y 2º bachillerato) y “God ‘s Plan” (jóvenes de 18 a 25 años y de 25 a 35 años).
Inspiración, confianza, valentía, ardor apostólico y misionero, ganas de evangelizar a este mundo global y de construir la civilización del amor, fidelidad a la Iglesia católica, a su magisterio bimilenario, al Papa y a sus pastores, amor a Jesús y escucha de su Palabra, presencia en nuestras vidas de las tres personas de la Santísima Trinidad, ternura hacia nuestra Madre la Virgen María…todo ello siguiendo el clamor que San Juan Pablo II lanzó al comienzo de su pontificado desde la plaza de San Pedro a todos los jóvenes y al mundo entero: “¡No tengáis miedo, abrid las puertas a Cristo! Abrid de par en par vuestro corazón a Dios”.
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