Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Mujer y maternidad, objetivo a batir

Una escena de 'La vida de Brian'.
La profética escena de 'La vida de Brian' (1979), en la que los Monty Python plasmaron de forma cómica los principios de la ideología de género, hasta entonces solo existente como minoritaria y delirante facción del feminismo radical.

por Marta Pérez-Cameselle

Opinión

Una sociedad, como la occidental, que reniega progresivamente de los valores tradicionales, de aquellos que la han constituido generación tras generación, que hunden sus auténticas raíces en el cristianismo, y no en la Ilustración, como en su facción europea se pretendió resaltar con su Tratado Constituyente de la UE (contrariamente a lo que inspiró a sus fundadores), a la vez que presume orgullosa de su “avance” en ¿nuevos derechos?, avanza sí, pero pendiente abajo

Se está mayoritariamente contribuyendo, unos, deliberadamente, y los más, indolentemente, a ser parte de una sociedad que llama “progreso” la inflación en derechos, pero olvida que a todo derecho, para ser tomado como tal, se le debe asociar su correspondiente obligación, que hace a su portador ser responsable ante los demás, ante uno mismo, y ante Dios, su Creador. ¡Pero cómo no va a olvidarlo esta sociedad, si la tendencia que prospera más en Occidente, por impulso de organizaciones supranacionales como la ONU, OMS, Unión Europea… (tentáculos del Nuevo Orden Mundial) es el falso “logro” de entronizar la autonomía subjetiva del individuo y su voluntad de satisfacer sus deseos hedonistas de bienestar, al margen de la moral objetiva de sus actos!

La “salud” ha dejado de ser exclusivamente la ausencia objetiva de patología. La OMS es el mejor ejemplo de esta distópica realidad, que secunda la Agenda 2030, al encuadrar el aborto dentro de la “salud sexual y reproductiva de la mujer” como un medio para defender el derecho a la salud de “mujeres y niñas”. Pero negando el derecho de las que esperan nacer en el vientre materno… Existe una expresión, hoy totalmente en desuso: “Estado de buena esperanza”, que apunta a una innegable realidad “objetiva” (totalmente anulada por estas élites globalistas), a la vez que sugiere salud y parabienes (más que cuestionada por estas mismas élites).

Sin embargo, ahí está la preocupación de políticos por elaborar leyes que otorgan derechos a los animales. ¿Tan difícil de comprender resulta hoy que un animal no puede ser sujeto de derechos, porque es imposible que sea sujeto de obligaciones? Para algunos, defender esta obviedad supone ser un maltratador en ciernes… No les encaja que el ser humano, por su condición de ser el único animal libre y racional, sea el único portador de derechos y deberes, y respecto a estos últimos, le corresponda tanto el cuidado de los demás animales como del medio ambiente, eso sí, sin omitir de Quién devienen esos deberes, como criatura a la que Dios ha encomendado, encumbrándola, el cuidado de toda la Creación. “Sean fructíferos y multiplíquense. Llenen la tierra y gobiernen sobre ella” (Gn 1, 28), éste fue Su Mandato, despreciado por las actuales élites mundiales, obsesionadas con el control de la población y sus principales derivaciones: aborto, eutanasia, ideología de género, deificación de la Naturaleza por un exagerado y acientífico ecologismo

Paralelamente, cada vez se proclaman más supuestos derechos de bienestar físico-síquico, pero de sólo una parte de la Humanidad, a costa de anular verdaderos derechos básicos y objetivos, como es el de la vida, de seres humanos que “transitoriamente” no pueden defenderse. Un bebé no puede defenderse, pero menos aún uno que todavía no ha nacido. Somos la única especie animal que no cuida “debidamente” a “todos” los de su misma especie. Hasta tal punto es así, que hemos conseguido en esta sociedad (tan “progresista en derechos”) que el vientre materno sea sin duda el lugar más peligroso para el ser humano. Y esto hay que subrayarlo: para el ser humano en su estado más indefenso. ¡No hay mayor iniquidad imaginable! Los datos de muertes provocadas en estado de gestación son incontestables, y apabullantes… 73 millones de abortos al año (datos de la propia OMS).

La falta de sentido común, y la abundancia de desfachatez, está en los políticos que alardean de “sensibilidad” por sancionar como delito el maltrato animal, con penas incluso privativas de libertad y multas millonarias, si es que se acaba con la vida de “los no nacidos” aguiluchos y tortuguitas (entre otras “especies protegidas”), pero que simultáneamente no sólo excluye de carga dolosa ese mismo supuesto en seres humanos, sino que lo torna en “derecho”. Desde 2022 la OMS recomienda a los gobiernos que liberen totalmente el aborto, sin límites de plazos y supuestos. Barra libre hasta el mismo momento del nacimiento.

Y qué decir del feminismo de la tercera o cuarta generación (y las que vendrán), que en su rabiosa carrera de adquirir derechos nos presenta como “natural” cualquier deseo (de género) hasta lograr combinaciones que entran de lleno en lo descabellado. Al borde de los ochenta del siglo pasado, un grupo de actores británicos hacían mofa, con su peculiar humor del absurdo, en una famosa escena que recientemente, con motivo de su reproducción en el teatro, ha sido objeto de polémica al ser censurada “para no herir sensibilidades”. Eran los Monty Phyton en su película La vida de Brian, y fue antaño en su estreno cuando cobró fama, en gran parte, por su modo irreverente de servirse de los pasajes evangélicos de la Pasión de Jesucristo. Y es que claro que podían herir sensibilidades según qué escenas y, de hecho, lo hacía.

Pero hoy lo que preocupa a los progres del feminismo radical es que hiera sensibilidades el hecho de que, en esa célebre escena, hoy cuestionada, uno de los protagonistas se quede “ojiplático” por la pretensión absurda de que su compañero quiera llamarse Loretta y tener hijos… Hay que reconocer que en esa escena fueron proféticos, porque la aplastante réplica de quien deliberadamente hacía el papel del único sensato, con la frase: “Es un símbolo de (su) lucha contra la realidad”, a quien en su papel del más tonto reivindicaba el derecho de un hombre a parir sin tener matriz, con la frase: “Es un símbolo de (nuestra) lucha contra la opresión” es, tal cual, la pretensión que hoy los progres quieren censurar a la sociedad bajo la amenaza de la cancelación y el descrédito.

Una de sus últimas ocurrencias, para no ofender a los hombres trans, de este feminismo profundamente misógino, y de la mano del ente público de RTVE, es referirse, haciendo gala de su militancia ideológica, a la expresión “persona menstruante”, censurando el término “mujer”. Esto ha hecho que feministas tradicionales pongan (otra vez) el grito en el cielo porque con ello se anula a la mujer. Es evidente. Es precisamente lo que pretende el feminismo radical, sobre todo para las nuevas generaciones: que ante la pregunta "¿Qué es una mujer?" se responda que es el deseo, o el sentimiento lo que “la hace”, y no la genética con la que “se nace”. Las protestas contra este extravío de la última ola del feminismo por parte de las que también se llaman feministas ya comenzó hace un tiempo, con motivo del movimiento Queer. Los escándalos de mujeres trans en el deporte, en las cárceles, en los baños y vestuarios… Hoy reivindicar el sentido común, cada vez menos común, es exponerse a ser acusado de “odio” por esta asfixiante dictadura del relativismo, implacable maquinaria expendedora de todo tipo de fobias.

Pero la realidad actual supera aún incluso a esa ficción de La vida de Brian… y también lo supera en mal gusto. Ahí tenemos marcas comerciales como Calvin Klein, que para conmemorar el Día de la Madre utilizó como “modelo” a un hombre trans con una frondosa barba, pareja de una mujer trans (en el anuncio y en la vida real), posando juntos en ropa interior, ataviado el “modelo de maternidad” con calzoncillos de la marca, mientras enseña su prominente barriga de embarazada. Porque un signo también de esta época decadente es el tributo a la fealdad, curiosamente a la vez que se entroniza el culto al cuerpo. Materialismo puro, sin alma, sin sensibilidad ética ni estética.

La estética de lo feo es un oxímoron que casa muy bien con la anomía de esta época. Anomía es un término usado en la Biblia para referirse a la violación, desviación o adulteración de la Ley. De la ley natural claro, la que es reflejo de la ley de Dios. Y ya que esto va de la mujer y la maternidad… y después de tanto despropósito, al menos, engalanar el final aludiendo a la sublime feminidad, que no feminismo, de una mujer, la Virgen María, y a sus extraordinarios atributos y virtudes que la hacen merecedora de la condición de Hija de Dios Padre, Esposa de Dios Espíritu Santo, Madre de Dios Hijo, y Madre de todos los hombres. Cuentan los videntes de las Apariciones de la Virgen en Medjugorje (respecto de las que se declaró el “reconocimiento de sobrenaturalidad” de las primeras siete, concluido el informe de la Comisión Ruini constituida al efecto por Benedicto XVI en 2010, y en estudio las siguientes, que todavía hoy se producen) que, una vez, abrumados por su belleza, le preguntaron a la Virgen por qué era tan bella, y Ella les respondió: “Porque amo mucho”. Y cuenta Mirjana, una de las videntes, que estando en una ocasión muy consternada por el destino de los niños abortados, le preguntó a la Virgen en una aparición a dónde iban, y Ella le respondió: “Están conmigo”. No es posible más excelsa representación en la mujer de verdad, bondad, belleza… ¡Virgen de la Esperanza, de la Dulce Espera, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros!

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