Domingo, 24 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

La democracia, en peligro


En realidad de lo que se trata es de cargarse los valores democráticos y también los cristianos imponiéndonos a todos el totalitarismo de la dictadura del relativismo.

por Pedro Trevijano

Opinión

En mi artículo Sobre el autobús de marras un bloguero escribió esta atinada reflexión sobre la que quiero profundizar: “Para mí lo más reseñable es que no hayan dejado que el autobús circule, es una muestra más de la dictadura en que vivimos. A unos el autobús les gustará a otros no, pero lo importante es la censura que se ha ejercido contra los que opinan de otra forma”.
 
En mi propia ciudad de Logroño, a petición de Podemos, pero por unanimidad de todos los grupos políticos, el Ayuntamiento decidía el 7 de abril declarar al autobús de Hazte Oír autobús no grato. Me enteré del asunto, como creo que muchos, por una Carta al Director en el periódico local en el que una señora decía: “De ello lo que más me duele es que el PP se preste a esto y a otras muchas cosas, con lo que demuestra que se está escorando mucho hacia la izquierda. Dentro de nada tendrán a la derecha a C´s y quizá al PSOE, ya que están actuando como títeres y, seguramente, lo pagarán en las urnas. ¿Dónde quedan los valores que tanto han defendido en otros tiempos?”.
 
Personalmente no logro entender dónde está el pretendido escándalo del autobús. Que los niños tienen pene y las niñas vulva era algo indiscutible y está en todos los libros de Ciencias, de Medicina y hasta en los diccionarios. En realidad de lo que se trata es de cargarse los valores democráticos y también los cristianos imponiéndonos a todos el totalitarismo de la dictadura del relativismo.
 
Es indiscutible que el ideal democrático consiste en proteger y respetar los derechos humanos que posee el hombre por su dignidad intrínseca, no porque sean una graciosa concesión del Estado, que en consecuencia podrían en cualquier momento quitármelos. Actuar contra la Declaración Universal de Derechos Humanos es negar la democracia. No basta con hablar de democracia, hay que practicarla. Una democracia sin valores es un totalitarismo visible o encubierto.
 
Ahora bien, ¿cuáles son los derechos humanos no respetados por el relativismo? Está claro que no pretendo hacer una relación exhaustiva:
 
El artículo 2 de la Declaración de Derechos Humanos de la ONU de 1948 sostiene la no discriminación por razones de religión. Sin embargo en muchísimos países los creyentes son perseguidos, a veces cruentamente, otras solapadamente, como hacen con frecuencia laicistas y relativistas.
 
El artículo 3 sostiene que todo individuo tiene derecho a la vida. El derecho a la vida se ve contradicho por el derecho al aborto, la pena de muerte y la eutanasia. Pero los partidos parlamentarios no respetan el derecho a la vida, desde la concepción a la muerte natural, sin lo cual los demás derechos carecen de sentido. Al presunto derecho al aborto, se le llama derecho a la maternidad libremente decidida.
 
El artículo 16.3 de la Declaración dice: “La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”. No me parece que las leyes españolas como la del matrimonio homosexual y, sobre todo, la del divorcio exprés, sirvan para proteger a la familia, sino todo lo contrario, porque lo que se intenta con la ideología de género es destruirla, al combatir abiertamente al matrimonio.
 
Leemos en el artículo 18. “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”. Y en el 19: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión o de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones”.
 
Y queda el tema de la educación. Leemos en el artículo 26.3: “Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”. Las leyes en favor de la ideología de género no respetan en absoluto este derecho de los padres, sino que tratan de imponer su ideología. Además, estos señores pretenden quitar las subvenciones a la escuela concertada, sin tener en cuenta que un puesto escolar allí le sale al Estado por poco más de la mitad que en la escuela pública, así como tampoco ocultan que lo que ellos quieren es una escuela única, pública y laica.
 
El relativismo se basa en la no aceptación de la Verdad absoluta. Con ello carecemos de certezas, pues carezco de puntos de apoyo morales que me sirvan de referente y guía, porque si no hay una Verdad objetiva el Bien y el Mal son intercambiables y soy yo quien decide lo que está bien y lo que está mal. La exaltación extrema de la libertad, el ser yo mi ser supremo, me permite hacer lo que quiero y me da la gana, seguir mis pasiones e instintos y cayendo en el hedonismo y egoísmo, como nos muestra la realidad.
 
Para mí está claro que “no puede haber verdadera democracia si no se reconoce la dignidad de cada persona y no se respetan sus derechos” (San Juan Pablo II, encíclica Evangelium vitae nº 101). Para un creyente, al ser la Verdad la que nos hará libres (Jn 8,32), es la fidelidad a la verdad la que es garantía de libertad y de desarrollo humano integral: “Creer en la posibilidad de conocer una verdad universalmente válida no es, en modo alguno, fuente de intolerancia; al contrario es una condición necesaria para un diálogo auténtico y sincero entre las personas” (San Juan Pablo II, encíclica Fides et Ratio nº 92).
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