Canallas
No pueden recibir la sagrada comunión y al mismo tiempo actuar con hechos y palabras contra los mandamientos, en particular cuando se propician el aborto, la eutanasia... Esta responsabilidad pesa sobre los legisladores, gobernantes, y profesionales de la salud
por Pedro Trevijano
Hace unos días escribía en mi artículo sobre la pena de muerte, en respuesta a un comentario, lo siguiente: «Pero los que están en contra de la pena de muerte y a favor del aborto me parecen o unos canallas, por ejemplo los diputados que se dicen católicos y van a votar a favor del aborto, o unos imbéciles o unos ignorantes o todo a la vez». Ante esta afirmación mía un comentarista me ha objetado que la calificación de canallas a los que están a favor de la despenalización del aborto en ciertos casos no es muy evangélica. Sencillamente creo que no tiene razón por los siguientes motivos: Ante todo la nueva ley sobre el aborto no despenaliza el aborto, sino que el aborto, se lo hemos oído en múltiples ocasiones a Rodríguez Zapatero y sus adláteres, ya no queda despenalizado, sino que pasa a ser un derecho de la mujer. Es decir la matanza de seres humanos pasa a ser un derecho y ya no es un delito. Está claro que hay discusión sobre cuando empieza la vida humana. La dificultad mayor para lograr un consenso es que las diversas opiniones que se defienden están construidas y fundamentadas sobre diferentes criterios y corrientes filosóficas, pero es indiscutible que, hoy por hoy, no puede probarse la falsedad de la opinión de quienes piensan que la vida humana empieza en la fecundación, más aún por lo que vamos sabiendo la opinión que la vida humana empieza en la fecundación se apoya en argumentos científicos cada vez más sólidos. En consecuencia, el respeto debido a cualquier forma de vida humana debe ser extendido en todo caso a la vida del embrión, incluso antes de la anidación, no valiendo en consecuencia la afirmación «ésa es su opinión, respete Vd. la mía», pues no puede éticamente admitirse una acción que pueda atentar contra una posible vida humana, ya que corre el riesgo de eliminar a un ser humano ya constituido, sin olvidar el principio evangélico, y yo creía también socialista, de preferencia por el débil, el marginado, el pobre. Acepto la ignorancia y la no excesiva inteligencia de nuestros gobernantes, por ejemplo la afirmación de Bibiana de que un feto de catorce semanas es un ser vivo pero no humano es aspirante al Guinness de las tonterías, pero un diputado católico debe saber que «tanto el aborto como el infanticidio son crímenes nefandos» (Gaudium et Spes nº 51) y que Hechos de los Apóstoles advierte que «es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres» (5,29 y 4,19). Benedicto XVI recordaba en su Exhortación Apostólica «Sacramentum Caritatis» del año 2007 que el respeto a la vida humana es un valor innegociable con consecuencias a la hora de recibir la Eucaristía que por coherencia eucarística no pueden recibir a fin de no caer en la condena de 1ª Corintios 11,27-29; por su parte el Documento de Aparecida, de los obispos latinoamericanos dice así: «Por ello, ante leyes y disposiciones gubernamentales que son injustas a la luz de la fe y de la razón , se debe favorecer la objeción de conciencia. Debemos atenernos a la coherencia eucarística, es decir, ser conscientes que no pueden recibir la sagrada comunión y al mismo tiempo actuar con hechos y palabras contra los mandamientos, en particular cuando se propician el aborto, la eutanasia y otros delitos graves contra la vida y la familia. Esta responsabilidad pesa de manera particular sobre los legisladores, gobernantes, y los profesionales de la salud». Creo que es conveniente recordar esto a los legisladores que se dicen católicos antes de que se produzca la votación, para que en modo alguno puedan alegar ignorancia. Pero, ¿qué dicen los evangelios? En el episodio del Juicio Final de Mateo encontramos: «Entonces ellos (los de la izquierda) responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o peregrino, o enfermo, o en prisión, y no te socorrimos? Él les contestará diciendo: En verdad os digo que cuando dejasteis de hacer eso con uno de estos pequeñuelos, conmigo dejasteis de hacerlo. E irán al castigo eterno» (25, 44-46). Me parece que bastante peor que hacer eso, es matar a los pequeñuelos, que no otra cosa es el aborto. Ante esta amenaza de Jesús, irán al castigo eterno, llamarles canallas no me parece excesivo. Y en cuanto que no es evangélico criticar a personas concretas leo en los evangelios: «Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes» (Mc 8,15) y «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte. Él les dijo: Id y decid a esa raposa» (Lc 13,31-32). En pocas palabras, ante el crimen que es el aborto, no podemos ni debemos callarnos. Que cada uno asuma sus responsabilidades.
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