Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

La belleza del bautismo (III): La Profesión de Fe


Es una renuncia muy seria y verdadera. Nada de palabras vacías. Renunciamos por tres veces a seguir al Príncipe de este mundo, para poder seguir al Rey Eterno.

por Pedro A. Mejías

Opinión

El Catecismo de la Iglesia Católica dice, hablando del Bautismo, en su punto 1237: “el candidato renuncia explícitamente a Satanás. Así preparado, puede confesar la fe de la Iglesia, a la cual será "confiado" por el Bautismo”.

Es en este momento del ritual es cuando comienza propiamente la liturgia del sacramento, una vez fortalecido el catecúmeno por las oraciones exorcizantes y la unción prebautismal, y bendecida el agua, de lo cual hablaremos otro día. Se hacen entonces las renuncias y promesas bautismales.

Se renuncia a Satanás, a sus obras y a sus seducciones. ¿Qué es esto? Pues un recuerdo de los escrutinios del catecumenado de adultos, donde la Iglesia adulta discierne las intenciones del candidato y lo anima en el camino hacia el bautismo, aunque sean ahora los padres y padrinos los que responden por el niño y se responsabilizan de su educación en la fe.

Es una renuncia muy seria y verdadera. Nada de palabras vacías. Renunciamos por tres veces a seguir al Príncipe de este mundo, para poder seguir al Rey Eterno. Y os puedo decir que el demonio se entera. Vaya que si se entera... A partir de ahora somos sus enemigos. Nos ponemos del lado de la Verdad, Cristo, y frente al Gran Mentiroso, Satán.

Y seguidamente se hace la profesión de fe. ¿Creéis en Dios Padre...? El Sí, creo es haberlo experimentado como Padre bueno en la propia vida, en cada curva del camino. ¿Creéis en Jesucristo su Hijo Nuestro Señor…? Y esto comporta haberlo visto como auténtico Señor, Kyrios, de nuestra historia, el que nos ha comprado con su preciosa sangre y salvado de cada una de nuestras miserias. ¿Creéis en el Espíritu santo, en la Iglesia católica…? Y este Sí es decir que he palpado ese Espíritu, que he vivido la comunión de los santos, que se lo que es la vida eterna...

Poder proclamar así la fe que la Iglesia me entregó en la Traditio Symboli, en un catecumenado post-bautismal, que luego te entregue el Domingo de Ramos la Palma de la Fe, acompañando a Jesucristo al martirio en una bellísima procesión que hemos podido disfrutar hace unas semanas, y cantar con fuerza el CREDO sintiendo estremecerse los cimientos del templo cuando se alcanza el RESUCITÓ de entre los muertos y el AMÉN final, sabiendo y queriendo que eso será lo que acompañe definitivamente al cristiano en la última procesión con la palma, la que te lleve a la vida eterna, es una auténtica maravilla que he podido experimentar en mi vida.

La iconografía cristiana tiene la hoja de palmera, la palma, como símbolo de la fe, del martirio por la fe, por su forma también como de pez, símbolo de Cristo.

Belleza de la fe proclamada. Belleza de la Iglesia que lo hace en medio del mundo de hoy, muchas veces también con su sangre, demostrando así la verdad de la misma fe que fue entregada en el Bautismo.
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