Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Seis años en la cátedra de Pedro. Una interpretación


Benedicto XVI es maestro de la palabra, pero también hombre de gobierno. Autor de nuevas leyes en los campos litúrgico, financiero, penal y ecuménico. Con un criterio rector: "reforma en la continuidad".

por Sandro Magister

Opinión

La fiesta de los santos Pedro y Pablo, "columnas" de la Iglesia, coincidió este año con el sexagésimo aniversario de la ordenación de Benedicto XVI al sacerdocio.

También esta vez el papa Joseph Ratzinger, en la homilía de la Misa, ha insistido sobre la misión de quien es llamado a guiar a la Iglesia como sucesor de Pedro.

Un motivo más para intentar una interpretación de este pontificado, ya ingresado en el séptimo año, desde un ángulo particular: el del gobierno.

A primera vista, Benedicto XVI no parece brillar como hombre de gobierno. El desorden de la curia vaticana es prueba de ello.

Pero por otra parte, el pontificado del papa Benedicto se caracteriza por una serie importante de disposiciones de carácter normativo, típicos de una acción de mando:

- en el año 2007 el motu proprio "Summorum pontificum", sobre el uso del Misal romano de rito antiguo;

- en el año 2009 la constitución apostólica "Anglicanorum coetibus", sobre el pasaje a la Iglesia Católica de comunidades anglicanas;

- en el año 2010 las nuevas normas sobre "delicta graviora", y en particular sobre los abusos sexuales;

- también en el año 2010 la creación de un nuevo oficio de la curia romana: el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización;

- siempre en el año 2010 il motu proprio para la prevención de delitos financieros por parte de todos los Institutos de la Santa Sede o vinculados a ella;

- en el año 2011 la instrucción "Universæ Ecclesiæ", para integrar las normas sobre la Misa en rito antiguo.

Se trata de normas con rasgos fuertemente innovadores, algunas recibidas con activa resistencia, tales como para desmentir por enésima vez que Benedicto XVI sea un Papa de pura conservación de lo existente.

Al contrario. El criterio que más identifica a este pontificado bajo el perfil del gobierno es el de "reforma en la continuidad": la misma fórmula que él adoptó como criterio interpretativo de las novedades del Concilio Vaticano II y en general de los cambios en el magisterio de la Iglesia en los avatares de la historia.

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