Melania, 20 años, vuelve de una experiencia misionera en Cuba: «Los frutos los estoy viendo ahora»
Este verano doce jóvenes partieron de Madrid para una experiencia misionera en la Habana y en Santiago de Cuba, colaborando con los sacerdotes de aquellas diócesis y con las Misioneras de la Caridad.
Uno de estos jóvenes es Melania, tiene 20 años y pertenece al grupo de jóvenes de la parroquia del Sagrado Corazón de Madrid. Este es su testimonio.
Testimonio de Melania, 20 años, tras su misión en Cuba
»Este verano he vivido una experiencia de misión y por ello me dispongo en estos momentos a misionar también con vosotros dando mi testimonio.
»Doce personas de la parroquia hemos estado tres semanas en Cuba. El padre José María y yo junto con Pilar, Teresa, Nacho y Guiomar hemos estado la primera semana en Casablanca (La Habana) y las dos últimas en Cárdenas (otra provincia de Cuba).
»Nos hemos dedicado a misionar en un país en el que hay problemas políticos pero, también y por lo que hemos podido comprobar, mucha falta de fe.
»Viven en una sociedad que está en manos del Estado y por lo general, la gente es pobre, materialmente hablando, viven con muy poco, con lo justo y necesario para sobrevivir pero no para tener unos ‘extras’ como disponemos nosotros aquí en España. Su sueldo no es, tampoco, suficiente para tener una calidad de vida más alta. Se ve pobreza aunque no sea como la que podemos encontrar en África, pero la hay.
»Por todo esto y por su situación, la fe es lo único que tienen que puede hacerles más ricos, pero ricos en espíritu. Muchas familias viven en la miseria espiritual: familiares que fallecen, enfermedades que sufren, maridos que les abandonan, hambre, falta de dinero... y todo son penas y cosas malas. Nuestra misión nos ha llevado a llenarles por dentro (ser portadores de esperanza, amor y felicidad) enseñarles a vivir sabiendo que Dios nos ama, que está con nosotros y nos cuida... para que vean que el mundo no se porta tan mal con ellos y que tienen la suerte de tener a Dios muy cerca.
»Allí recorríamos las casas de la zona visitando a las familias, y hemos visto de todo: gente enferma que en los peores casos recibía la extrema unción, ancianos ya muy mayores que vivían acompañados incluso de tres generaciones más y todos en la misma casa, niños que se peleaban por una simple mochila, creyentes de otras religiones: evangelistas, testigos de Jehová... hemos compartido muchas vivencias con ellos.
»Hemos probado frutas tropicales de todo tipo, hemos visto la famosa playa de Varadero y por supuesto, hemos tenido momentos para estar con el Señor, momentos de reflexión, de adoración y Eucaristía. Esto es lo que nos daba fuerza en el día a día para transmitir a los demás ese amor y esa alegría de Dios.
»Dios nos usa a nosotros como lápices para escribir sobre un papel en blanco, ¿no es así? Dejamos que Dios haga su trabajo a través de nosotros.
Pues bueno esto es un poco lo que hemos hecho, básicamente ponernos en manos de Dios entregándonos a los demás y siempre abiertos y dispuestos a lo que las Misioneras de la Caridad nos mandaban.
»Después de estas tres semanas volví a casa pensando que quizás no me había entregado lo suficiente, que podía haber dado más de mí, que había días que no estaba muy animada como para animar a otros, pero lo bonito de esto es que pasan los días y te das cuenta de que tu vida ha mejorado de alguna manera. Yo digo que la misión tiene efectos secundarios, los frutos los estoy viendo ahora. Eso que he estado haciendo en Cuba, inconscientemente lo estoy haciendo aquí en España, en el mundo que me toca vivir, con mis amigos, con mi familia y no os podéis hacer una idea de lo feliz que estoy, es algo que me ha llenado muchísimo por dentro.
»Es super bonito lo que se vive después de tener una experiencia como esta, es un subidón de adrenalina que te empuja a hacer cualquier cosa. Y de verdad que esto merece mucho la pena ¡yo ya estoy deseando volver!
»Mientras... solo os digo que nuestra misión está de momento aquí, en España, en Madrid, en la parroquia, en casa, con nuestra familia y con nuestros amigos y que por el hecho de ser cristianos ya estamos llamados a ser misioneros.
»Os animo a que recéis, que no faltéis a misa, que quien os da la fuerza para vivir es el que está ahí arriba y que esto no viene por arte de magia. Así que comprometeos y entregaos porque vais a recibir mucho más de lo que dais”.
Uno de estos jóvenes es Melania, tiene 20 años y pertenece al grupo de jóvenes de la parroquia del Sagrado Corazón de Madrid. Este es su testimonio.
Testimonio de Melania, 20 años, tras su misión en Cuba
»Este verano he vivido una experiencia de misión y por ello me dispongo en estos momentos a misionar también con vosotros dando mi testimonio.
»Doce personas de la parroquia hemos estado tres semanas en Cuba. El padre José María y yo junto con Pilar, Teresa, Nacho y Guiomar hemos estado la primera semana en Casablanca (La Habana) y las dos últimas en Cárdenas (otra provincia de Cuba).
»Nos hemos dedicado a misionar en un país en el que hay problemas políticos pero, también y por lo que hemos podido comprobar, mucha falta de fe.
»Viven en una sociedad que está en manos del Estado y por lo general, la gente es pobre, materialmente hablando, viven con muy poco, con lo justo y necesario para sobrevivir pero no para tener unos ‘extras’ como disponemos nosotros aquí en España. Su sueldo no es, tampoco, suficiente para tener una calidad de vida más alta. Se ve pobreza aunque no sea como la que podemos encontrar en África, pero la hay.
»Por todo esto y por su situación, la fe es lo único que tienen que puede hacerles más ricos, pero ricos en espíritu. Muchas familias viven en la miseria espiritual: familiares que fallecen, enfermedades que sufren, maridos que les abandonan, hambre, falta de dinero... y todo son penas y cosas malas. Nuestra misión nos ha llevado a llenarles por dentro (ser portadores de esperanza, amor y felicidad) enseñarles a vivir sabiendo que Dios nos ama, que está con nosotros y nos cuida... para que vean que el mundo no se porta tan mal con ellos y que tienen la suerte de tener a Dios muy cerca.
»Allí recorríamos las casas de la zona visitando a las familias, y hemos visto de todo: gente enferma que en los peores casos recibía la extrema unción, ancianos ya muy mayores que vivían acompañados incluso de tres generaciones más y todos en la misma casa, niños que se peleaban por una simple mochila, creyentes de otras religiones: evangelistas, testigos de Jehová... hemos compartido muchas vivencias con ellos.
»Hemos probado frutas tropicales de todo tipo, hemos visto la famosa playa de Varadero y por supuesto, hemos tenido momentos para estar con el Señor, momentos de reflexión, de adoración y Eucaristía. Esto es lo que nos daba fuerza en el día a día para transmitir a los demás ese amor y esa alegría de Dios.
»Dios nos usa a nosotros como lápices para escribir sobre un papel en blanco, ¿no es así? Dejamos que Dios haga su trabajo a través de nosotros.
Pues bueno esto es un poco lo que hemos hecho, básicamente ponernos en manos de Dios entregándonos a los demás y siempre abiertos y dispuestos a lo que las Misioneras de la Caridad nos mandaban.
»Después de estas tres semanas volví a casa pensando que quizás no me había entregado lo suficiente, que podía haber dado más de mí, que había días que no estaba muy animada como para animar a otros, pero lo bonito de esto es que pasan los días y te das cuenta de que tu vida ha mejorado de alguna manera. Yo digo que la misión tiene efectos secundarios, los frutos los estoy viendo ahora. Eso que he estado haciendo en Cuba, inconscientemente lo estoy haciendo aquí en España, en el mundo que me toca vivir, con mis amigos, con mi familia y no os podéis hacer una idea de lo feliz que estoy, es algo que me ha llenado muchísimo por dentro.
»Es super bonito lo que se vive después de tener una experiencia como esta, es un subidón de adrenalina que te empuja a hacer cualquier cosa. Y de verdad que esto merece mucho la pena ¡yo ya estoy deseando volver!
»Mientras... solo os digo que nuestra misión está de momento aquí, en España, en Madrid, en la parroquia, en casa, con nuestra familia y con nuestros amigos y que por el hecho de ser cristianos ya estamos llamados a ser misioneros.
»Os animo a que recéis, que no faltéis a misa, que quien os da la fuerza para vivir es el que está ahí arriba y que esto no viene por arte de magia. Así que comprometeos y entregaos porque vais a recibir mucho más de lo que dais”.
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