Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Según el sacerdote bloguero Dwight Longenecker

Diez cosas que deberías decir a tus monaguillos (con copia también para sus padres)

Todo el mundo mira a los monaguillos - con su presencia y actos rituales bien hechos acercan al pueblo a Dios y a la liturgia
Todo el mundo mira a los monaguillos - con su presencia y actos rituales bien hechos acercan al pueblo a Dios y a la liturgia

Dwight Longenecker

Dwight Longenecker es sacerdote católico y capellán de un colegio en Estados Unidos. Se crió en una familia y un colegio evangélicos fundamentalistas. En Inglaterra se hizo pastor anglicano. Casado y con hijos, entró en la Iglesia Católica y de vuelta a Estados Unidos es sacerdote católico por una dispensa especial. Su blog en inglés es StandingOnMyHead, muy leído y popular. Traducimos para ReL su artículo "Diez cosas que deberías decir a tus monaguillos".

Los monaguillos son REALMENTE importantes [mayúsculas del autor, ndt],  pero demasiado a menudo no saben porqué lo son. Esta es la razón por la que a veces llegan tarde o ni siquiera se presentan. A veces no parecen estar orgullosos de su función porque tal vez nadie les ha dicho la razón de su importancia.

Por lo tanto, si ayudas con los monaguillos, si tienes hijos que son monaguillos o si piensas que los monaguillos de tu parroquia deberían tener un aspecto impecable, aprende estas diez cosas para decírselas a tus monaguillos.

Esta es la idea: imprime esta entrada de blog y dásela a la persona que forma a los monaguillos o haz copias para los niños y sus padres

Te sorprenderá lo que cambia la celebración cuando los monaguillos son de primera.

Estas son las diez cosas que hay que decirles:

1. No eres necesario
¡Hala! Este no parece el mejor modo de empezar, pero es verdad. El sacerdote puede hacer todo lo que tú haces en la misa. Esto significa que tú estás haciendo en la liturgia algo que es MÁS que útil. Lee los restantes nueve puntos para saber el qué.

2. Eres un testigo silencioso
En cuanto llegues a la iglesia, - veinte minutos antes de que empiece la Misa -, ponte tu sotana y empieza a preparar las cosas para la Misa. Con ello estarás diciendo a todo el que está en la iglesia: «Mirad, es importante llegar temprano. Es importante preparar la misa con respeto. Es importante hacerlo con tiempo y cuidadosamente». Recuerda, la gente está mirando todo lo que haces. Les encanta ver cómo lo haces, por lo que hazlo con reverencia y con cuidado.

3. Las acciones hablan más alto que las palabras 
Tienes que estar bien vestido para la misa. No hace falta que te pongas ropa elegante porque la sotana la cubrirá, pero lo que la gente vea debe estar bien. Ponte calzado negro. ¿Deportivas? ¿Deportivas fosforescentes? ¿Botas marrones? ¿Chancletas? ¡Anda ya! ¡Eres mejor que esto! Nada sobre tu apariencia tiene que llamar la atención. Nada de pendientes largos, por favor… ¡esto va también por vosotros, chicos! ¿Y qué decir de las lacas de uña de colores rabiosos y los peinados extravagantes? ¿Y de los tatuajes salvajes o los piercings? ¡Ajá! Esto atrae la atención sobre uno mismo. Todo lo que hagáis tiene que llevar la atención al altar, no a los monaguillos. Niñas, recogeros el pelo. Niños, peinaros. Y por favor, limpiaros la cara para eliminar esos restos de desayuno…

4. El lenguaje corporal habla en voz alta 
Cuando te dispongas para la misa muévete más lentamente. En la procesión, muévete con majestuosidad. Vivimos de manera muy rápida y para oír a Dios tenemos que estar en silencio y para ir al mismo paso que Dios tenemos que movernos más lentamente. Dios pasea tranquilamente, se toma las cosas con calma. Está aquí para siempre, por lo que mantén una buena postura y muévete bien y con lentitud. No corras nunca. Lo creas o no, esto ayuda a la gente a entrar en la celebración con la mentalidad adecuada, de manera respetuosa.



5. La procesión es más que el hecho de entrar caminando en la iglesia 
La procesión, en sí, es una antigua ceremonia religiosa. Al entrar en la iglesia estás guiando a todos a la presencia de Dios. Esto se remonta al Antiguo Testamento, cuando solían subir en procesión por la colina hasta Jerusalén y el Templo de Dios. La procesión eres tú guiando al pueblo de Dios a través de la tierra salvaje hasta la Tierra Prometida. La procesión es el triunfo real del rey entrando en la ciudad. Por lo tanto, la procesión tiene que hacerse majestuosamente, con solemnidad y dignidad. No corras con torpeza hasta tu sitio.

¡Siente el orgullo de ser un monaguillo en el altar del rey! Cuando lleves la cruz en la cabeza de la procesión, llévala con solemnidad porque le estás diciendo a los fieles: «Mirad, todos estamos llamados a coger nuestra cruz y seguir a Cristo. Este es nuestro estandarte para la batalla. ¡Este es nuestro signo de llamada!». Por lo tanto, lleva la cruz silenciosa y solemnemente como un soldado en un desfile.

6. Ser el que sujeta un cirio o un libro es más de lo que piensas
¿Eres el que llevas el cirio? Estás diciendo: «Todos llevamos en nuestros corazones la luz de Cristo que hemos recibido en el Bautismo. Somos las luces en la oscuridad, las estrellas brillantes del universo». Los cirios acompañan a la cruz y al Evangelio porque el Evangelio y la cruz traen la luz al mundo. ¿Sujetas o llevas el libro? Representas a los evangelistas y a los apóstoles que llevaron la palabra de Dios al mundo. También nos recuerdas que estamos llamados a llevar la Buena Nueva del amor de Dios a todo el mundo.

7. Sois los ángeles ante el Trono 
En el momento del Santo, Santo, Santo debéis ir a los escalones que conducen al altar y arrodillaros para la oración de la consagración. En este momento representáis a los ángeles de Dios que se inclinan ante el trono de Dios en adoración.

Dije esto una vez a mis monaguillos cuando los estaba formando y una de las madres dijo: «¡Usted bromea!». Ella bromeaba, pero esto dice claramente que vosotros, chicos y chicas normales y comunes, representáis a los ángeles ante el trono de Dios. Arrodillaos en la consagración. Tocad la campanilla con cuidado y belleza. El modo como vosotros adoréis en este momento elevará los corazones y las mentes de toda la gente. Si sois respetuosos, si estáis en silencio, todo ello con sinceridad, ayudaréis a todos a entrar más profundamente en la belleza de lo sagrado.



El padre Dwight Longenecker con algunos de sus monaguillos

8. Servid el altar con actos rituales
Haced una reverencia ante el altar. Haced una pequeña reverencia al sacerdote y al diácono después de que hayan cogido los elementos y se hayan lavado las manos. Estos pequeños actos rituales ayudan a la gente a entrar en una actitud ritual. Lo ritual trasciende nuestras propias personalidades y nos hace más grandes que nuestras pequeñas vidas ordinarias.

Cuando servís en el altar de una manera ritual estáis ayudando a elevar los corazones y las mentes de todos. Realizad las acciones con solemnidad y dignidad. Este lenguaje visual ayuda a elevar la mente de las personas a Dios. Ni siquiera se dan cuenta. ¿Es genial, verdad?

9. Siente orgullo por lo que haces
Sé fiel a tus tareas porque Dios te es fiel a ti. Presta atención a los detalles porque Dios está en los detalles. Convierte tus acciones en oraciones porque todo lleva a Dios si nosotros lo permitimos. Lo que estás haciendo es un servicio a Dios y abrirá tu corazón y te acercará a Él incluso cuando no te des cuenta de ello. Si te sientes orgulloso por servir bien en el altar, te sorprenderás al ver cómo esto empieza a afectar a toda tu vida. Pronto te sentirás orgulloso de tu aspecto, de tu trabajo en el colegio, tu deporte y tus amigos.

10. Eres muy necesario
¿Dije que no eras necesario? Lo que quería decir es que eres MÁS que necesario: eres vital porque estás realizando no sólo un papel funcional, sino un papel simbólico, y el simbolismo es el lenguaje de la adoración.

Tus acciones en la misa son mucho más simbólicas de lo que tú piensas y el modo como sirvas en la misa acercará a la gente a Dios.

Eres más que necesario porque la belleza es más que necesaria y lo que estás haciendo es bello.

Hay demasiada poca belleza en nuestro mundo brutal, y al dedicar tu tiempo a hacer algo bello por Dios está haciendo del mundo un lugar mejor. ¡No te avergüences de esto y no subestimes tu importancia!

(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)
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