Recuerda que ser catequista no es trabajo, sino vocación
Francisco revela a catequistas de 50 países las 3 recetas «de los viejos jesuitas» para evangelizar
El santo padre se encontró el viernes 27 de septiembre por la tarde en el Aula Pablo XVI con 1600 catequistas de 50 países, muchos de ellos acompañados por sus obispos y sacerdotes, llegados Roma para participar en el Congreso Internacional de Catequistas, convocado con motivo del Año de la Fe.
Antes de comenzar su discurso, Francisco ha caminado por el pasillo central y ha pasado saludado a los que allí se encontraban. Los catequistas han acogido al papa con gran entusiasmo mientras le pedían su bendición y algunos le hacían regalos.
Monseñor Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, ha dirigido unas palabras al inicio del encuentro, en las que ha recordado que ésta es "una ocasión para retomar con entusiasmo un camino de compromiso común".
Enseñar a amar al Señor
El santo padre ha comenzado recordando que la catequesis es un pilar para la educación de la fe, que no es un trabajo como cualquier otro, pero que debe ayudar a los niños, jóvenes y adultos a conocer a amar cada vez más al Señor, o sea una de las aventuras educativas más bellas. Del mismo modo ha subrayado que no es lo mismo "ser" catequista que "trabajar" como catequista, ya que el ser catequista es un vocación.
Citando a Benedicto XVI ha recordado que la Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción y lo que atrae es el testimonio. Así mismo ha mencionado las palabras de san Francisco de Así cuando decía "predicad siempre el Evangelio y si fuera necesario también con las palabras".
La receta de "los viejos jesuitas"
Ser catequista --dijo el papa Francisco-- requiere amor, amor cada vez más fuerte a Cristo y amor a su pueblo santo y este amor necesariamente viene de Cristo. Y les ha preguntado ¿qué significa este venir de Cristo para un catequista? Y lo ha explicado "como hacían los viejos jesuitas": en tres puntos.
En primer lugar recomenzar desde Cristo significa tener familiaridad con Él, y añade que "si estamos unidos a Él podemos llevar fruto, y esta es la familiaridad con Cristo". Y así ha señalado que tener un "título de catequista" no sirve, es solo un pequeño camino, porque "no es un título, es una actitud". Así, ha preguntado a los catequistas cómo están en la presencia del Señor, qué hacen y si se dejan mirar por Él. Dejarse mirar por Cristo, ha señalado el santo padre, es una forma de rezar y "esto calienta el corazón, tiene acceso al fuego de la amistad, hace sentir que Él verdaderamente me mira, está cerca de mí y me quiere".
También ha reconocido que entiende que no es sencillo "especialmente para quien está casado y tiene hijos, es difícil encontrar un tiempo largo de calma. Pero, gracias a Dios, no es necesario hacer todo de la misma manera; en la Iglesia hay variedad de vocaciones y variedad de formas espirituales; lo importante es encontrar el modo adecuado para estar con el Señor; y esto se puede, es posible en cada estado de vida."
El segundo elemento que ha dado ha sido: recomenzar de Cristo significa "imitarlo en el salir de sí e ir al encuentro con el otro". Una experiencia, ha explicado el papa, un poco paradójica. Y esto es "porque ¡quien pone al centro de la propia vida a Cristo se descentra! Más te unes a Jesús y Él se convierte en el centro de tu vida, más Él te hace salir de ti mismo, te descentra y te abre a los otros". Francisco ha explicado esta idea diciendo que el corazón del catequista vive siempre este movimiento de ´sístole - diástole´: unión con Jesús y encuentro con los otros. Y ha hablado del kerigma, que es un don que el catequista recibe y un don que lo da.
Y en tercer lugar, "recomenzar desde Cristo significa no tener miedo de ir con Él a las periferias".
Aquí el papa ha hablado de la historia de Jonás, un hombre pío que cuando el Señor lo llama para predicar en Nínive no se siente capaz, "Nínive está fuera de sus esquemas, está en la periferia de su mundo". Con este ejemplo el papa ha hablado de no tener miedo de salir de nuestros esquemas para seguir a Cristo, "porque Dios no tiene miedo de las periferias". Y ha añadido que Dios es siempre fiel, creativo, no es cerrado ni rígido, nos acoge, nos viene al encuentro, nos comprende. También ha destacado la creatividad del catequista como una columna de su labor. "Si un catequista se dejar llevar por el miedo, es un cobarde; si un catequista se queda tranquilo terminar por ser una estatua de museo; si un catequista es rígido, se vuelve reseco y estéril" ha advertido Francisco a los presentes.
A quien sale con amor, Dios le ayuda
Y del mismo modo, ha recordado que "prefiere una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma". Y en esta labor, "nuestra belleza y nuestra fuerza" es que "si salimos a llevar su Evangelio con amor Él camina con nosotros" y "nos primerea" siempre. El santo padre ha subrayado que Dios siempre nos precede y que si tenemos miedo de ir a una periferia, en realidad Él ya está allí.
Al finalizar, el obispo de Roma ha dado las gracias a los catequistas y les ha invitado a permanecer con Cristo, ser una sola cosa con Él, seguirlo e imitarlo.
Antes de comenzar su discurso, Francisco ha caminado por el pasillo central y ha pasado saludado a los que allí se encontraban. Los catequistas han acogido al papa con gran entusiasmo mientras le pedían su bendición y algunos le hacían regalos.
Monseñor Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, ha dirigido unas palabras al inicio del encuentro, en las que ha recordado que ésta es "una ocasión para retomar con entusiasmo un camino de compromiso común".
Enseñar a amar al Señor
El santo padre ha comenzado recordando que la catequesis es un pilar para la educación de la fe, que no es un trabajo como cualquier otro, pero que debe ayudar a los niños, jóvenes y adultos a conocer a amar cada vez más al Señor, o sea una de las aventuras educativas más bellas. Del mismo modo ha subrayado que no es lo mismo "ser" catequista que "trabajar" como catequista, ya que el ser catequista es un vocación.
Citando a Benedicto XVI ha recordado que la Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción y lo que atrae es el testimonio. Así mismo ha mencionado las palabras de san Francisco de Así cuando decía "predicad siempre el Evangelio y si fuera necesario también con las palabras".
La receta de "los viejos jesuitas"
Ser catequista --dijo el papa Francisco-- requiere amor, amor cada vez más fuerte a Cristo y amor a su pueblo santo y este amor necesariamente viene de Cristo. Y les ha preguntado ¿qué significa este venir de Cristo para un catequista? Y lo ha explicado "como hacían los viejos jesuitas": en tres puntos.
En primer lugar recomenzar desde Cristo significa tener familiaridad con Él, y añade que "si estamos unidos a Él podemos llevar fruto, y esta es la familiaridad con Cristo". Y así ha señalado que tener un "título de catequista" no sirve, es solo un pequeño camino, porque "no es un título, es una actitud". Así, ha preguntado a los catequistas cómo están en la presencia del Señor, qué hacen y si se dejan mirar por Él. Dejarse mirar por Cristo, ha señalado el santo padre, es una forma de rezar y "esto calienta el corazón, tiene acceso al fuego de la amistad, hace sentir que Él verdaderamente me mira, está cerca de mí y me quiere".
También ha reconocido que entiende que no es sencillo "especialmente para quien está casado y tiene hijos, es difícil encontrar un tiempo largo de calma. Pero, gracias a Dios, no es necesario hacer todo de la misma manera; en la Iglesia hay variedad de vocaciones y variedad de formas espirituales; lo importante es encontrar el modo adecuado para estar con el Señor; y esto se puede, es posible en cada estado de vida."
El segundo elemento que ha dado ha sido: recomenzar de Cristo significa "imitarlo en el salir de sí e ir al encuentro con el otro". Una experiencia, ha explicado el papa, un poco paradójica. Y esto es "porque ¡quien pone al centro de la propia vida a Cristo se descentra! Más te unes a Jesús y Él se convierte en el centro de tu vida, más Él te hace salir de ti mismo, te descentra y te abre a los otros". Francisco ha explicado esta idea diciendo que el corazón del catequista vive siempre este movimiento de ´sístole - diástole´: unión con Jesús y encuentro con los otros. Y ha hablado del kerigma, que es un don que el catequista recibe y un don que lo da.
Y en tercer lugar, "recomenzar desde Cristo significa no tener miedo de ir con Él a las periferias".
Aquí el papa ha hablado de la historia de Jonás, un hombre pío que cuando el Señor lo llama para predicar en Nínive no se siente capaz, "Nínive está fuera de sus esquemas, está en la periferia de su mundo". Con este ejemplo el papa ha hablado de no tener miedo de salir de nuestros esquemas para seguir a Cristo, "porque Dios no tiene miedo de las periferias". Y ha añadido que Dios es siempre fiel, creativo, no es cerrado ni rígido, nos acoge, nos viene al encuentro, nos comprende. También ha destacado la creatividad del catequista como una columna de su labor. "Si un catequista se dejar llevar por el miedo, es un cobarde; si un catequista se queda tranquilo terminar por ser una estatua de museo; si un catequista es rígido, se vuelve reseco y estéril" ha advertido Francisco a los presentes.
A quien sale con amor, Dios le ayuda
Y del mismo modo, ha recordado que "prefiere una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma". Y en esta labor, "nuestra belleza y nuestra fuerza" es que "si salimos a llevar su Evangelio con amor Él camina con nosotros" y "nos primerea" siempre. El santo padre ha subrayado que Dios siempre nos precede y que si tenemos miedo de ir a una periferia, en realidad Él ya está allí.
Al finalizar, el obispo de Roma ha dado las gracias a los catequistas y les ha invitado a permanecer con Cristo, ser una sola cosa con Él, seguirlo e imitarlo.
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