Iniciativas como Nightfever abren las iglesias de noche e invitan a la gente a entrar
Un ateo rezando o la vuelta de un alejado tras 30 años...: los frutos de la evangelización nocturna
Nightfever es una iniciativa de oración y evangelización nocturna que nació en 2005 en Alemania tras la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia y que se ha ido extendiendo por todo el mundo. Se trata de una misión callejera en el que los jóvenes, y no tan jóvenes, invitan a los viandantes a pasar a la iglesia cuyas puertas están de par en par en un ambiente de adoración y con numerosas velas encendidas. Y los frutos se están dando allá donde se realizan estas vigilias nocturnas.
Esto es lo que ha ocurrido en la ciudad australiana de Brisbane, donde se realizó esta noche de evangelización el pasado 22 de noviembre y gracias a la cual varias personas alejadas tuvieron un importante encuentro con Cristo. Uno de ellos llevaba treinta años sin entrar en una iglesia y llevaba una vida desordenada mientras que una pareja de personas no creyentes decidió dejarse llevar puesto que apenas dos días antes había muerto uno de sus mejores amigos, que sí era cristiano.
El turista francés que no creía en Dios
Jess y Megan son dos de las jóvenes católicas que evangelizaron aquella noche a través de Nightfever y que cuentan su testimonio en Catholic Leader. Ambas estaban en la calle de noche con velas y se encontraron con un grupo de turistas franceses a los que invitaron a la catedral de San Esteban para que encendieran una vela ante el Santísimo Sacramento.
Megan, que hablaba un poco de francés, habló con uno de los hombres y de repente él le confesó que uno de sus mejores amigos había fallecido recientemente. “No creo en nada de esto, pero mi amigo murió hace dos días”, le dijo. Y también le reveló que el fallecido era cristiano.
Conmovido también por el cariño de estas jóvenes católicas al final quiso entrar a la catedral, colocó una vela delante del Santísimo, se arrodilló y comenzó a rezar por el alma de su amigo.
El hombre que llevaba 30 años sin entrar en una iglesia
Otra de las participantes en la vigilia, Michaela Pang, relató igualmente otro hecho extraordinario que acaeció durante esta misión nocturna. Un hombre de mediana edad, sorprendido por todo lo que rodeaba a la vigilia se acercó a la catedral, y fue entonces cuando esta católica se le acercó y le dijo: “¿quieres entrar? Está abierto”.
“He estado bebiendo, ¿puedo entrar?, preguntó él. La mujer, sonriente y comprensiva, le contestó: “Jesús también bebió” y le invitó a pasar.
Este hombre acudió ante el Santísimo y estuvo allí un rato. Luego salió totalmente aturdido por lo que acaba de vivir y fue hablar nuevamente con Michaela. Entonces se abrió a ella y a otros voluntarios y confesó que llevaba más de 30 años sin entrar en una iglesia.
También comentó a estos jóvenes que durante algún tiempo en el pasado pensó en volver, pero que nunca se atrevió a dar el paso. “Esta noche pasó por aquí paseando y vio nuestras caras sonrientes, y se sintió realmente bienvenido a entrar en el templo”, contó Pang.
En esta evangelización callejera también participaron familias enteras como los Rodríguez
Durante aquella conversación, este hombre evocó sus buenos recuerdos de niño en la iglesia donde incluso era monaguillo. Sin embargo, según fue creciendo se fue alejando de la Iglesia hasta vivir completamente como si Dios no existiera.
"Se sintió bienvenido en casa"
Fue casi un milagro que aquella noche pasara por delante de la catedral y que justo hubiera una evangelización callejera nocturna. Y es así porque se encontraba de paso a la ciudad mientras regresaba a Nueva Zelanda, donde se iba a ir a vivir.
Los voluntarios cuentan que este hombre “se sentía indigno de poder entrar en la catedral” y que “se encontró con Dios de una manera tan profunda que ni siquiera podía ponerle palabras. Sintió sobre todo que era bienvenido en casa”.
Hablar del amor de Dios
Aún así el hombre estaba preocupado porque no sabía ni qué hacer para volver a la Iglesia en Nueva Zelanda ni cómo rezar. Y en ese instante se incorporó a la conversación el padre Stanley Orji, director de vocaciones de la diócesis de Brisbane, que le animó y le dijo que no preocupara porque “ya hemos comenzado a rezar”, además de algunos consejos útiles.
Estos fueron algunos ejemplos de lo vivido aquella noche, que no sólo ayudó a las personas que tuvieron ese encuentro con Dios en la catedral sino también a los evangelizadores que ofrecieron su tiempo para llevar a Cristo al prójimo. “Ha sido muy especial hablar a la gente de la verdad del amor de Dios. Creo honestamente que Nightfever es el mejor evento que la diócesis organiza durante el año porque es una evangelización donde realmente estamos abriendo la iglesia a las personas y haciéndolas sentir bienvenidas, sean cristianas o no”, explica Michaela Pang.