Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Muchos hombres no soportan la doctrina sana

El Papa reafirma la prohibición de dar la comunión a los divorciados que se vuelvan a casar

Benedicto XVI dijo ayer que la Iglesia mantiene con firmeza la indisolubilidad del matrimonio y que, aunque rodea del mayor afecto a las personas divorciadas y vueltas a casar, no puede aceptar las iniciativas que tienden a bendecir las uniones ilegítimas. El Pontífice hizo estas afirmaciones en el discurso que dirigió a los obispos franceses, unas palabras en las que se ve una advertencia ante los casos registrados en Francia de sacerdotes que han bendecido a parejas de católicos divorciados y vueltos a casar, a los que se ha permitido además comulgar, lo que prohíbe la Iglesia. Benedicto XVI denunció que muchos hombres no soportan la doctrina sana y que, para halagarse el oído, se rodean de maestros a la medida de sus deseos y, por ello, es necesaria más que nunca la catequesis para la transmisión de la fe.

(Efe) El Papa añadió que en la exhortación apostólica Familiaris Consortio, sobre la familia, se indica el camino a seguir, un documento que prohíbe a todo pastor -por cualquier motivo o pretexto incluso pastoral- efectuar ceremonias de cualquier tipo para los divorciados que vuelven a casarse. En efecto, tales ceremonias podrían dar la impresión de que se celebran nuevas nupcias sacramentalmente válidas y, como consecuencia, inducirían a error sobre la indisolubilidad del matrimonio válidamente contraído, agrega el documento. Ante 116 obispos, Benedicto XVI analizó la crisis que padece la familia y echó parte de las culpas a las leyes que desde hace algunas décadas han relativizado en diferentes países su naturaleza de célula primordial de la sociedad. A menudo las leyes buscan acomodarse más a las costumbres y a las reivindicaciones de personas o de grupos particulares que a promover el bien común de la sociedad, denunció el Obispo de Roma. El papa Ratzinger agregó que desde hace tiempo la unión estable entre un hombre y una mujer, ordenada a construir una felicidad terrenal con el nacimiento de los hijos dados por Dios, ya no es en la mente de algunos el modelo al que se refiere el compromiso conyugal. Sin embargo, prosiguió, la experiencia enseña que la familia es el pedestal sobre el que descansa toda la sociedad y la célula viva de la Iglesia. Sobre el matrimonio dijo que, a sabiendas de que puede ir contracorriente, la Iglesia tiene que ser fiel al mandato de Jesucristo y nunca dejará de repetir lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Reconoció que muchas parejas atraviesan pruebas muy dolorosas, pero reafirmó que en esos casos lo que hay que hacer es ayudarles a comprender la grandeza del matrimonio y animarlos a no relativizar la voluntad de Dios y las leyes que El nos ha dado. El Papa teólogo animó a los obispos franceses a trabajar en plena comunión con Pedro (con el Pontífice) y les dijo que su misión es crear las condiciones necesarias para que los fieles puedan hacer de sus vidas una ofrenda al Padre. A este respecto, subrayó la importancia de la catequesis para acrecentar en el bautizado el sentido de Dios y aseguró que una esmerada preparación de los catequistas permitirá la transmisión íntegra de la fe. Benedicto XVI denunció que muchos hombres no soportan la doctrina sana y que, para halagarse el oído, se rodean de maestros a la medida de sus deseos y, por ello, es necesaria más que nunca la catequesis para la transmisión de la fe. Para llevar a cabo esa misión, manifestó, hay que alentar más que nunca las vocaciones sacerdotales y religiosas. Sobre los jóvenes, el Papa resaltó el sentido de responsabilidad que ve en ellos y el entusiasmo y les advirtió de que la permisividad moral no hace feliz al hombre. En la laica Francia, Benedicto XVI volvió a tratar las relaciones Iglesia-Estado. Tras resaltar las raíces cristianas de Francia, dijo que la Iglesia no reivindica el puesto del Estado, no quiere sustituirle. La Iglesia es una sociedad basada en convicciones, que se sabe responsable de todos y no puede limitarse a sí misma. Habla con libertad y dialoga con la misma libertad con el deseo de alcanzar la libertad común, proclamó el Papa. En su denso discurso también analizó el diálogo ecuménico e interreligioso y abogó por la construcción de puentes de diálogo entre las iglesias cristianas y con otras religiones. No obstante, recordó que ello obliga a un esfuerzo real de conocimiento recíproco, ya que la ignorancia destruye más que construye. Tras el encuentro con los obispos, el Papa participó en una procesión eucarística en la Pradera de Lourdes (suroeste francés), a la que asistieron decenas de miles de personas, las mismas que por la mañana participaron en la misa que ofició para conmemorar el 150 aniversario de las apariciones de la Virgen. Hoy recorrerá la última etapa del jubileo (el oratorio donde la niña Bernadette recibió la primera comunión) y celebrará una misa con los enfermos, último acto de su visita a Lourdes y tras el cual regresará a Roma. Discurso completo del Papa a los obispos franceses en Lourdes
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