Así funciona la contaminación ideológica en el estudio de la historia
La idea que nos llega sobre acontecimientos de ayer que marcan hoy la opinión pública casi nunca tiene que ver con la realidad. Estanislao Cantero explica cómo y cuándo se da el "cambiazo".
¿La Guerra Civil? La rebelión del proletariado oprimido contra un golpe militar impulsado por los curas y los terratenientes. ¿La Revolución Francesa? El pueblo hambriento, en armas contra la tiranía del Rey y de la aristrocracia. ¿Jesucristo? Un personaje cuya verdadera historia se nos ha ocultado hasta que algún estudioso decimonónico reinterpretó los Evangelios.
Podríamos seguir enumerando hechos históricos de trascendencia presente que han sido sometidos a una intensa labor de deformación hasta amoldarlos a las necesidades del poder, pero esos tres son probablemente los que más nos condicionan hoy día. Y son, además, en los que se centra Estanislao Cantero en una obra singular: La contaminación ideológica de la Historia. El autor añade un estudio sobre la reacción italiana a la Revolución Francesa, preludio de las luchas por la unidad del país trasalpino, fuertemente ideologizada.
También recuerda en la Introducción cómo en España padecemos una contaminación más, la nacionalista, la cual roza el esperpento en el caso de la Diada catalana, cuando se rinde homenaje, como precursor del separatismo, al Rafael Casanova autor de la emotiva soflama españolista de 1714. (Cantero fue uno de los editores de las Narraciones históricas de Francisco de Castellví, que publicó la Fundación Francisco Elías de Tejada: un documento del siglo XVIII que demuestra la naturaleza puramente dinástica [austracistas frente a borbónicos] de la guerra que dividió entonces a los españoles.)
¿Historiadores o manipuladores?
Decíamos que La contaminación ideológica de la Historia es una obra singular porque en ella no se trata tanto de refutar una a una las falsedades más comunes sobre los acontecimientos citados (aunque muchas, obviamente, quedan refutadas por el camino), sino de estudiar cómo se gesta la falsificación a través de obras concretas y autores concretos.
A veces, en temas sutiles, como el libro de Raúl Morodo sobre Acción Española, donde se seleccionan citas y fuentes sin rubor para montar una inexistente influencia nazi en el pensamiento de dicha revista, decisiva en las motivaciones intelectuales del Alzamiento. Cantero también desmonta la lectura políticamente correcta del papel de Ángel Herrera Oria, padre de la democracia cristiana española, durante la Segunda República: con demasiada frecuencia se ha presentado al futuro cardenal como único representante autorizado de lo que los católicos deben o no deben hacer en política.
O, si nos vamos a la Revolución Francesa, Cantero nos explica cómo en la versión canónica que se quiso transmitir de aquella convulsión decisiva, se intentó excluir a uno de los mejores historadores del periodo, Hippolyte Taine. No era contrarrevolucionario, pero sí amaba la verdad, y fue sometido a campañas de desprestigio como las que hemos conocido aquí contra los historiadores llamados revisionistas que le han aguado a José Luis Rodríguez Zapatero la fiesta de la "memoria histórica".
También desmenuza el autor la vida y el pensamiento del idolatrado Jules Michelet, una y otro contradictorios, incomprensibles a veces, pero responsables de la forma mentis con la que muchos historiadores posteriores han interpretado la Historia sobre un patrón basado casi exclusivamente en el odio al cristianismo. Que es también lo que movió al seminarista rebotado Ernest Renan, cuya Vida de Jesús de 1863, de gran éxito, negaba la divinidad de Jesucristo a base de desnaturalizar los Evangelios, arrastrado el filósofo por una soberbia intelectual casi patológica.
La razón del engaño
La contaminación ideológica de la Historia nos enseña, pues, a desconfiar de los historiadores que encajan los hechos en el molde que les conviene. Normalmente les conviene porque esa manipulación agrada al poder político, que les retribuye con gusto porque es el principal beneficiario de los indudables resortes emocionales que produce hoy interpretar en un sentido u otro lo que pasó ayer.
La dialéctica Revolución-Contrarrevolución fue tan eficaz arma arrojadiza en Francia en la segunda mitad del XIX, como en España en los últimos treinta años la dialéctica sobre la Guerra Civil. El libro de Cantero se inscribe en la línea de los estudios que inutilizan ese arma para que la verdad resplandezca, guste o no guste. Enrique Rodríguez
Podríamos seguir enumerando hechos históricos de trascendencia presente que han sido sometidos a una intensa labor de deformación hasta amoldarlos a las necesidades del poder, pero esos tres son probablemente los que más nos condicionan hoy día. Y son, además, en los que se centra Estanislao Cantero en una obra singular: La contaminación ideológica de la Historia. El autor añade un estudio sobre la reacción italiana a la Revolución Francesa, preludio de las luchas por la unidad del país trasalpino, fuertemente ideologizada.
También recuerda en la Introducción cómo en España padecemos una contaminación más, la nacionalista, la cual roza el esperpento en el caso de la Diada catalana, cuando se rinde homenaje, como precursor del separatismo, al Rafael Casanova autor de la emotiva soflama españolista de 1714. (Cantero fue uno de los editores de las Narraciones históricas de Francisco de Castellví, que publicó la Fundación Francisco Elías de Tejada: un documento del siglo XVIII que demuestra la naturaleza puramente dinástica [austracistas frente a borbónicos] de la guerra que dividió entonces a los españoles.)
¿Historiadores o manipuladores?
Decíamos que La contaminación ideológica de la Historia es una obra singular porque en ella no se trata tanto de refutar una a una las falsedades más comunes sobre los acontecimientos citados (aunque muchas, obviamente, quedan refutadas por el camino), sino de estudiar cómo se gesta la falsificación a través de obras concretas y autores concretos.
A veces, en temas sutiles, como el libro de Raúl Morodo sobre Acción Española, donde se seleccionan citas y fuentes sin rubor para montar una inexistente influencia nazi en el pensamiento de dicha revista, decisiva en las motivaciones intelectuales del Alzamiento. Cantero también desmonta la lectura políticamente correcta del papel de Ángel Herrera Oria, padre de la democracia cristiana española, durante la Segunda República: con demasiada frecuencia se ha presentado al futuro cardenal como único representante autorizado de lo que los católicos deben o no deben hacer en política.
O, si nos vamos a la Revolución Francesa, Cantero nos explica cómo en la versión canónica que se quiso transmitir de aquella convulsión decisiva, se intentó excluir a uno de los mejores historadores del periodo, Hippolyte Taine. No era contrarrevolucionario, pero sí amaba la verdad, y fue sometido a campañas de desprestigio como las que hemos conocido aquí contra los historiadores llamados revisionistas que le han aguado a José Luis Rodríguez Zapatero la fiesta de la "memoria histórica".
También desmenuza el autor la vida y el pensamiento del idolatrado Jules Michelet, una y otro contradictorios, incomprensibles a veces, pero responsables de la forma mentis con la que muchos historiadores posteriores han interpretado la Historia sobre un patrón basado casi exclusivamente en el odio al cristianismo. Que es también lo que movió al seminarista rebotado Ernest Renan, cuya Vida de Jesús de 1863, de gran éxito, negaba la divinidad de Jesucristo a base de desnaturalizar los Evangelios, arrastrado el filósofo por una soberbia intelectual casi patológica.
La razón del engaño
La contaminación ideológica de la Historia nos enseña, pues, a desconfiar de los historiadores que encajan los hechos en el molde que les conviene. Normalmente les conviene porque esa manipulación agrada al poder político, que les retribuye con gusto porque es el principal beneficiario de los indudables resortes emocionales que produce hoy interpretar en un sentido u otro lo que pasó ayer.
La dialéctica Revolución-Contrarrevolución fue tan eficaz arma arrojadiza en Francia en la segunda mitad del XIX, como en España en los últimos treinta años la dialéctica sobre la Guerra Civil. El libro de Cantero se inscribe en la línea de los estudios que inutilizan ese arma para que la verdad resplandezca, guste o no guste.
FICHA TÉCNICA | COMPRA ONLINE | |||
Título: | La contaminación ideológica de la historia | Libros Libres | ||
Autor: | Estanislao Cantero | Casa del Libro | ||
Editorial: | Libros Libres | El Corte Inglés | ||
Páginas: | 320 | |||
Precio | 20 euros | |||
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