Sábado, 02 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

La conciencia de ser pecador, como Mateo, abre la "puerta de la misericordia", afirma Francisco

ReL

Francisco celebró la solemnidad de San Mateo
Francisco celebró la solemnidad de San Mateo
El Papa celebró este jueves en la capilla de Santa Marta una misa por la solemnidad de San Mateo y durante su homilía el Papa dijo que al igual que el apóstol “también nosotros debemos reconocernos pecadores, porque la puerta para encontrar a Jesús es reconocernos pecadores”.

De este modo, Francisco indicó que “el amor de Jesús pudo entrar en el corazón de Mateo porque se sabía pecador, sabía que la gente le despreciaba, y fue esa conciencia de ser pecador lo que le abrió la puerta a la misericordia de Jesús”.

"La mirada que nos salva"
Así, el Santo Padre invitó a pensar “en la mirada de Jesús, tan bella, tan buena, tan misericordiosa. También nosotros, cuando rezamos, sentimos esa mirada sobre nosotros. Es la mirada del amor, la mirada de la misericordia, la mirada que nos salva. No tengáis miedo”.

Ante esta mirada y sentí llamada de Jesús,  Mateo sintió alegría, explicó el Papa. Y esto lo definió como “la fiesta, la segunda etapa de la llamada. Mateo invitó a sus amigos a casa para que conocieran a Jesús. “Se trata de la fiesta del encuentro con el Padre, la fiesta de la misericordia”, dijo.

"Es Dios quien salva"
Francisco habló también de un tercer momento, “el escándalo”. Recordando el Evangelio, el Papa comentó cómo los fariseos al ver a los publicanos y pecadores en la misma mesa que Jesús, decían a sus discípulos: “¿Cómo es posible que vuestro Maestro coma con publicanos y pecadores?”.

El Papa afirmó que “siempre que uno se escandaliza comienza con esta frase: ‘Pero, ¿cómo es posible…? Cuando escuchéis esa frase, ¡fuera! A continuación, viene el escándalo”.

Tal y como recoge Aciprensa, el Papa explicó que los fariseos conocían muy bien la doctrina, sabían cómo andar por “el camino del Reino de Dios”, conocían mejor que nadie lo que había que hacer para salvarse, “pero habían olvidado el primer mandamiento del amor y, por lo tanto, estaban cerrados en sí mismos, que la salvación vendría de sí mismos. ¡No! Es Dios quien salva, es Jesucristo”.

Por eso, el Papa terminó su homilía invitando a reconocerse pecadores, pecadores de pecados concretos: “dejémonos mirar por Jesús con su mirada misericordiosa llena de amor”.
 
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