Francisco pide rezar por los enemigos de forma concreta, «pensando en ellos con nombre y apellidos»
Amar a los enemigos obliga a rezar por ellos, y no hay que hacerlo de forma tan genérica que se difumine la oración: debemos orar por quienes nos hacen mal teniéndoles muy presentes con su rostroy su nombre.
Así, saber rezar por los que nos quieren mal hará mejorar a los enemigos y nos hará más hijos del Padre. Lo ha indicado el Papa Francisco en su homilía de la misa celebrada este martes por la mañana en Santa Marta, según recoge Zenit. El Santo Padre ha reflexionado sobre el pasaje del Evangelio en el que Jesús exhorta a los discípulos a tender a la perfección de Dios “que hace salir su sol sobre los malos y los buenos”.
Cumplir la Ley, pero fundada en el amor
“Habéis oído que se dijo. Yo en cambio, os digo”. La Palabra de Dios y dos formas irreconciliables de entenderla: una árida lista de deberes y prohibiciones o la invitación a amar al Padre y a los hermanos con todo el corazón, llegando al culmen de rezar por el propio adversario.
Así el Papa Francisco ha precisado que es la dialéctica del debate entre Doctores de la Ley y Jesús, entre la Ley propuesta de forma esquemática al pueblo hebreo de sus jefes y la “plenitud” de esa misma Ley que Cristo afirma que ha venido a traer.
El Pontífice ha subrayado una vez más que Jesús, cuando comienza su predicación, obstaculizado por sus adversarios, la explicación de la Ley en ese tiempo estaba en crisis. Así, ha indicado que “había una explicación muy teórica, casuística… Digamos que era una ley en la que no estaba el corazón en la Ley, que es el amor que Dios nos ha dado”.
Por eso –ha aclarado el Santo Padre– el Señor repite lo que estaba en el Antiguo Testamento, ¿cuál es el mandamiento más grande? “Amar a Dios con todo el corazón, con todas tus fuerzas, con toda el alma, y al prójimo como a ti mismo. Y en las explicaciones de los Doctores de la Ley esto no estaba en el centro”, ha observado.
De este modo el Santo Padre ha recordado que en el centro estaban los casos: ¿pero se puede hacer esto? ¿Hasta qué punto se puede hacer esto? ¿Y si no se puede? “La casuística propia de la Ley”. Así, Francisco ha señalado que Jesús toma esto y retoma el verdadero sentido de la Ley para llevarlo a su plenitud.
Los ejemplos
Al respecto el Pontífice ha observado cómo Jesús ofrece “muchos ejemplos” para mostrar los mandamientos bajo una nueva luz. “No matar” quiere decir también no insultar a un hermano y así sucesivamente hasta subrayar cómo el amor sea “más generoso que la letra de la Ley”, en el manto añadido como regalo a quien había pedido vestido y en los dos kilómetros hechos con quien había pedido ser acompañado durante solo uno.
Es un trabajo –ha precisado el Santo Padre– que no es solo un trabajo para cumplir la ley, sino que es un trabajo de sanación del corazón. En esta explicación que Jesús hace sobre los mandamientos hay un camino de sanación: un corazón herido por el pecado original debe ir por este camino de sanación y sanar para parecerse al Padre, que es perfecto. Un camino de sanación –ha añadido– para ser hijos como el Padre.
Y la perfección que Jesús indica es la que aparece en el Evangelio de hoy de Mateo. “Es el último peldaño” de este camino, el más difícil. Al respecto, el papa Francisco ha recordado que cuando era pequeño, pensando en uno de los grandes dictadores de la época, se solía rezar para que Dios le reservara pronto el infierno. Sin embargo “Dios pide una examen de conciencia”.
Finalmente, el Santo Padre ha pedido que el Señor nos dé la gracia de rezar por los enemigos, rezar por los que no nos quieren. Ha invitado a “rezar por los que nos hacen mal, que nos persiguen”, pensando en su nombre y apellido.
El papa Francisco ha asegurado que esta oración hará dos cosas: a él le hará mejorar porque la oración es poderosa, y a nosotros nos hará más hijos del Padre.
Así, saber rezar por los que nos quieren mal hará mejorar a los enemigos y nos hará más hijos del Padre. Lo ha indicado el Papa Francisco en su homilía de la misa celebrada este martes por la mañana en Santa Marta, según recoge Zenit. El Santo Padre ha reflexionado sobre el pasaje del Evangelio en el que Jesús exhorta a los discípulos a tender a la perfección de Dios “que hace salir su sol sobre los malos y los buenos”.
Cumplir la Ley, pero fundada en el amor
“Habéis oído que se dijo. Yo en cambio, os digo”. La Palabra de Dios y dos formas irreconciliables de entenderla: una árida lista de deberes y prohibiciones o la invitación a amar al Padre y a los hermanos con todo el corazón, llegando al culmen de rezar por el propio adversario.
Así el Papa Francisco ha precisado que es la dialéctica del debate entre Doctores de la Ley y Jesús, entre la Ley propuesta de forma esquemática al pueblo hebreo de sus jefes y la “plenitud” de esa misma Ley que Cristo afirma que ha venido a traer.
El Pontífice ha subrayado una vez más que Jesús, cuando comienza su predicación, obstaculizado por sus adversarios, la explicación de la Ley en ese tiempo estaba en crisis. Así, ha indicado que “había una explicación muy teórica, casuística… Digamos que era una ley en la que no estaba el corazón en la Ley, que es el amor que Dios nos ha dado”.
Por eso –ha aclarado el Santo Padre– el Señor repite lo que estaba en el Antiguo Testamento, ¿cuál es el mandamiento más grande? “Amar a Dios con todo el corazón, con todas tus fuerzas, con toda el alma, y al prójimo como a ti mismo. Y en las explicaciones de los Doctores de la Ley esto no estaba en el centro”, ha observado.
De este modo el Santo Padre ha recordado que en el centro estaban los casos: ¿pero se puede hacer esto? ¿Hasta qué punto se puede hacer esto? ¿Y si no se puede? “La casuística propia de la Ley”. Así, Francisco ha señalado que Jesús toma esto y retoma el verdadero sentido de la Ley para llevarlo a su plenitud.
Los ejemplos
Al respecto el Pontífice ha observado cómo Jesús ofrece “muchos ejemplos” para mostrar los mandamientos bajo una nueva luz. “No matar” quiere decir también no insultar a un hermano y así sucesivamente hasta subrayar cómo el amor sea “más generoso que la letra de la Ley”, en el manto añadido como regalo a quien había pedido vestido y en los dos kilómetros hechos con quien había pedido ser acompañado durante solo uno.
Es un trabajo –ha precisado el Santo Padre– que no es solo un trabajo para cumplir la ley, sino que es un trabajo de sanación del corazón. En esta explicación que Jesús hace sobre los mandamientos hay un camino de sanación: un corazón herido por el pecado original debe ir por este camino de sanación y sanar para parecerse al Padre, que es perfecto. Un camino de sanación –ha añadido– para ser hijos como el Padre.
Y la perfección que Jesús indica es la que aparece en el Evangelio de hoy de Mateo. “Es el último peldaño” de este camino, el más difícil. Al respecto, el papa Francisco ha recordado que cuando era pequeño, pensando en uno de los grandes dictadores de la época, se solía rezar para que Dios le reservara pronto el infierno. Sin embargo “Dios pide una examen de conciencia”.
Finalmente, el Santo Padre ha pedido que el Señor nos dé la gracia de rezar por los enemigos, rezar por los que no nos quieren. Ha invitado a “rezar por los que nos hacen mal, que nos persiguen”, pensando en su nombre y apellido.
El papa Francisco ha asegurado que esta oración hará dos cosas: a él le hará mejorar porque la oración es poderosa, y a nosotros nos hará más hijos del Padre.
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