El Papa: ¿Nuestras almas buscan seguridad en Dios o buscan seguridades que no le gustan al Señor?
¿Nuestras almas buscan seguridad solamente en el Señor o buscan otras seguridades que no le gustan al Señor?
La Iglesia es fiel si su único tesoro y su único interés es Jesús, pero es tibia y mediocre si busca su seguridad en las cosas del mundo. Esta ha sido la advertencia del papa Francisco en la homilía de la misa celebrada en la capilla de la Residencia Santa Marta en la mañana del lunes.
El Evangelio del día habla de la pobre viuda que deja en el tesoro del templo dos monedas de cobre mientras los ricos muestran sus grandes ofrendas.
Por eso, Jesús afirma que “esta viuda tan pobre ha dado más que todos”, porque los otros han donado lo superfluo, mientras que ella, en su miseria, ha entregado todo lo que tenía para vivir”.
El Papa Francisco ha explicado que en la Biblia “la viuda es la mujer sola, que no tiene marido que la cuide; la mujer que debe salir adelante como pueda, que vive de la caridad pública”.
Y la viuda de este pasaje del Evangelio era “una viuda que tenía su esperanza solamente en el Señor”. Al respecto, el Santo Padre ha confesado que le gusta ver en las viudas del Evangelio “la imagen de la ‘viudez’ de la Iglesia que espera la vuelta de Jesús”.
De este modo, ha explicado que “la Iglesia es esposa de Jesús, pero su Señor se ha ido y su único tesoro es su Señor. Y la Iglesia, cuando es fiel, lo deja todo esperando a su Señor. Sin embargo, cuando la Iglesia no es fiel o no es tan fiel, o no tiene tanta fe en el amor de su Señor, trata de salir adelante también con otras cosas, con otras seguridades, más del mundo que de Dios”.
Al respecto, el Papa ha asegurado que “las viudas del Evangelio nos dan un bonito mensaje de Jesús sobre la Iglesia”.
Y lo ha explicado recordando como la viuda "que salía de Naín, con el ataúd de su hijo: lloraba, sola. ¡Sí, la gente, muy buena la acompañaba, pero su corazón estaba solo! La Iglesia viuda llora cuando sus hijos mueren de la vida de Jesús. Hay alguna otra que, para defender a sus hijos, va al juez injusto: le hace la vida imposible, llamándole a la puerta todos los días diciendo ‘¡hazme justicia!’ Al final hace justicia. Es la Iglesia viuda que reza, intercede por sus hijos. Pero el corazón de la Iglesia está siempre con su Esposo, con Jesús. Está ahí arriba. También nuestra alma -según los padres del desierto- se parece mucho a la Iglesia. Y cuando nuestra alma, nuestra vida, está más cerca de Jesús, se aleja de muchas cosas mundanas, cosa que no sirven, que no ayudan y que alejan de Jesús”.
La “viudez” de la Iglesia se refiere al hecho de que la Iglesia está esperando a Jesús. Puede ser --ha explicado-- una Iglesia fiel a esta espera, esperando con confianza la vuelta del marido o una Iglesia no fiel a esta ‘viudez’, buscando seguridad en otras cosas… la Iglesia tibia, la Iglesia mediocre, la Iglesia mundana”.
Para finalizar ha preguntado: “¿Nuestras almas buscan seguridad solamente en el Señor o buscan otras seguridades que no le gustan al Señor?”
En estos últimos días del Año Litúrgico --ha precisado Francisco-- nos hará bien preguntarnos sobre nuestra alma: si es como la de esta Iglesia que quiere a Jesús; si nuestra alma se dirige a su esposo y dice: "¡ven, Señor Jesús, ven!"
Y nos hará bien "dejar de lado todas estas cosas que no sirven y no ayudan a la fidelidad”.
(Texto de Radio Vaticano traducido y adaptado por ZENIT)
El Evangelio del día habla de la pobre viuda que deja en el tesoro del templo dos monedas de cobre mientras los ricos muestran sus grandes ofrendas.
Por eso, Jesús afirma que “esta viuda tan pobre ha dado más que todos”, porque los otros han donado lo superfluo, mientras que ella, en su miseria, ha entregado todo lo que tenía para vivir”.
El Papa Francisco ha explicado que en la Biblia “la viuda es la mujer sola, que no tiene marido que la cuide; la mujer que debe salir adelante como pueda, que vive de la caridad pública”.
Y la viuda de este pasaje del Evangelio era “una viuda que tenía su esperanza solamente en el Señor”. Al respecto, el Santo Padre ha confesado que le gusta ver en las viudas del Evangelio “la imagen de la ‘viudez’ de la Iglesia que espera la vuelta de Jesús”.
De este modo, ha explicado que “la Iglesia es esposa de Jesús, pero su Señor se ha ido y su único tesoro es su Señor. Y la Iglesia, cuando es fiel, lo deja todo esperando a su Señor. Sin embargo, cuando la Iglesia no es fiel o no es tan fiel, o no tiene tanta fe en el amor de su Señor, trata de salir adelante también con otras cosas, con otras seguridades, más del mundo que de Dios”.
Al respecto, el Papa ha asegurado que “las viudas del Evangelio nos dan un bonito mensaje de Jesús sobre la Iglesia”.
Y lo ha explicado recordando como la viuda "que salía de Naín, con el ataúd de su hijo: lloraba, sola. ¡Sí, la gente, muy buena la acompañaba, pero su corazón estaba solo! La Iglesia viuda llora cuando sus hijos mueren de la vida de Jesús. Hay alguna otra que, para defender a sus hijos, va al juez injusto: le hace la vida imposible, llamándole a la puerta todos los días diciendo ‘¡hazme justicia!’ Al final hace justicia. Es la Iglesia viuda que reza, intercede por sus hijos. Pero el corazón de la Iglesia está siempre con su Esposo, con Jesús. Está ahí arriba. También nuestra alma -según los padres del desierto- se parece mucho a la Iglesia. Y cuando nuestra alma, nuestra vida, está más cerca de Jesús, se aleja de muchas cosas mundanas, cosa que no sirven, que no ayudan y que alejan de Jesús”.
La “viudez” de la Iglesia se refiere al hecho de que la Iglesia está esperando a Jesús. Puede ser --ha explicado-- una Iglesia fiel a esta espera, esperando con confianza la vuelta del marido o una Iglesia no fiel a esta ‘viudez’, buscando seguridad en otras cosas… la Iglesia tibia, la Iglesia mediocre, la Iglesia mundana”.
Para finalizar ha preguntado: “¿Nuestras almas buscan seguridad solamente en el Señor o buscan otras seguridades que no le gustan al Señor?”
En estos últimos días del Año Litúrgico --ha precisado Francisco-- nos hará bien preguntarnos sobre nuestra alma: si es como la de esta Iglesia que quiere a Jesús; si nuestra alma se dirige a su esposo y dice: "¡ven, Señor Jesús, ven!"
Y nos hará bien "dejar de lado todas estas cosas que no sirven y no ayudan a la fidelidad”.
(Texto de Radio Vaticano traducido y adaptado por ZENIT)
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