Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

El cardenal Anders Arborelius, converso, es el primer obispo sueco desde la Reforma luterana

El cardenal Arborelius ve en Suecia un nuevo interés por la fe pero sombras en la libertad religiosa

El cardenal Arborelius ve en Suecia un nuevo interés por la fe pero sombras en la libertad religiosa
El cardenal Anders Arborelius, fraile carmelita, fue luterano y es el primer obispo sueco en Suecia desde la Reforma.

ReL

Anders Arborelius, carmelita, es desde hace veinte años el primer obispo católico de Suecia de origen sueco desde el tiempo de la Reforma luterana, en el siglo XVI. A finales de 1998 fue consagrado obispo de Estocolmo por su predecesor, el alemán Hubert Brandenburg. Desde hace poco más de un año es también el primer cardenal en la historia del país, creado por el Papa Francisco en el consistorio de junio de 2017. El 23 de agosto participó en el Meeting de Rimini, donde habló sobre "Una esperanza para Suecia. Trabajar, vivir y creer juntos". Con ese motivo Rodolfo Casadei le entrevistó para Tempi

Intervención del cardenal Arborelius (con doblaje al español) en el meeting de Rimini de este verano.

-Eminencia, en el pasado Suecia, como el resto de países nórdicos, era conocida como país cristiano. Lleva grabada está herencia también en su bandera, en la que hay una gran cruz amarilla. Hoy ya no es así. ¿Cómo definiría el país con un solo adjetivo?

-Es difícil hacerlo con un solo adjetivo. Se podría decir que es un país postsecularizado. Ha pasado del cristianismo al secularismo y, hoy, ha alcanzado un postsecularismo que no tiene prejuicios hostiles a lo que es religioso: hay un renovado interés por la fe, por la oración, hay un ambiente más abierto que en el pasado. Naturalmente, no hay conversiones de masas, pero hay un nuevo interés que es debido al hecho, también, de la inmigración, por medio de la cual nos hemos convertido en un país diversificado desde el punto de vista religioso, mientras que antes éramos todos, de manera compacta, cristianos protestantes luteranos. La mayoría de la población sigue siendo una población secularizada, pero una cuota cada vez mayor muestra interés por el hecho religioso.

-Es sabido que usted se ha convertido del luteranismo, en un país donde los católicos son oficialmente 120.000 y de origen extranjero en su mayor parte. ¿Quiénes son hoy en Suecia las personas que llegan al catolicismo procedentes de otras religiones?

-Son de distinta extracción. En el pasado eran todos luteranos; hoy se trata a menudo de pentecostales que han descubierto la belleza de la mística católica. Algunos son musulmanes. Muchos tienen un grado de instrucción superior, son profesores universitarios o intelectuales. En el pasado se trataba sobre todo de mujeres; hoy en día son sobre todo hombres de una cierta edad y de buen nivel cultural. En general, son étnicamente suecos, aunque también aumenta el número de extranjeros. En total, son 100-120 personas al año.

Católicos suecos: una realidad viva y multiétnica que ha cambiado la fisonomía religiosa el país. Foto: Diócesis de Estocolmo.

-Suecia se siente muy orgullosa de su apoyo a las políticas para los derechos humanos en todo el mundo. ¿Cómo es la situación en lo que atañe a la libertad religiosa y la libertad de conciencia en el país? ¿Realmente están garantizadas?

-Todos en Suecia dicen que quieren plena libertad religiosa, pero hay voces que piden prohibir las escuelas confesionales. Esto nos preocupa seriamente. Para muchos suecos la libertad religiosa no es un derecho que tenga la misma importancia que los otros derechos humanos. Formalmente, la ley reconoce la libertad religiosa, pero en la práctica esto no siempre sucede. Por ejemplo, en ámbito sanitario no es posible ser objetor de conciencia en el caso del aborto si se es médico o personal de enfermería. Por esto, los católicos tienden a mantenerse distantes de algunas profesiones, para no estar obligados a actuar contra la propia conciencia.

-Hay quien ha definido a Suecia como "la Arabia Saudita del feminismo", por la prevalencia que tiene una forma radical de feminismo que influye sobre las leyes y la cultura del país. ¿Cuál es su opinión?

-En Suecia todos los políticos se proclaman pro feministas, pero no se puede decir que la persona de la mujer sea realmente respetada, tampoco en los niveles más altos de la sociedad, como ha demostrado el movimiento #metoo. Tampoco en la escuelas se respeta la integridad personal de muchas chicas. Una cosa es lanzar proclamas feministas, la otra respetar verdaderamente a las mujeres. A esto se añaden medidas que imponen una determinada idea de la igualdad entre hombre y mujer, como en el caso de las leyes sobre los permisos parentales, creadas para que marido y mujer dediquen la misma cantidad de tiempo a los hijos en los primeros años de vida.

-La visita del Papa Francisco a Suecia de hace dos años tuvo un gran eco. Dos años después, ¿qué queda de ese acontecimiento?

-Queda que después de esa visita todos los cristianos, de todas las iglesias, ven en la persona del Papa a alguien que les representa. En el pasado, la figura del Papa era vista con desconfianza; hoy, en cambio, muchos luteranos, aunque disienten de muchos dogmas de la Iglesia católica, reconocen la importancia del ministerio petrino para el cristianismo en un mundo globalizado e influido por los medios de comunicación. Su estilo humilde y comunicativo, que se ha puesto en evidencia en su visita a Lund, ha sido muy apreciado.

El 31 de octubre de 2016, Francisco celebró con líderes protestantes en la catedral luterana de Lund (Suecia) el quinto centenario de la Reforma luterana.

-¿Cómo se hace presente y cómo se transmite hoy en día el catolicismo en Suecia?

-Se hace presente gracias a la comunidad de los inmigrantes cristianos, que ocupan áreas concretas: Suecia se está convirtiendo en un país muy segregado, los recién llegados tienden a vivir en barrios que, en poco tiempo, se convierten en barrios mono-étnicos. En algunos casos, nosotros los católicos hemos comprado iglesias luteranas tras el abandono del barrio por parte de los habitantes originarios, que ha sido ocupado por inmigrantes cristianos católicos. Pero hay también una presencia católica en la élite del país: el rector de la universidad de Estocolmo es una mujer católica, terciaria dominica; mucha literatura de autores católicos suecos es apreciada en ámbito ecuménico. El único frente verdaderamente desguarnecido es el político.

Astrid Söderbergh Widding, católica, es la rectora de la Universidad de Estocolomo. Foto: Eva Dalin / Universidad de Estocolmo.

-La inmigración ha traído a vuestro país muchos bautizados de las Iglesias de Oriente, católicos y no católicos. ¿Cómo ha cambiado este hecho el rostro del cristianismo en Suecia?

-Lo ha cambiado de manera positiva. Hoy, en Suecia, la comunidad caldea presente en el país es la más grande de Europa [100.000 personas según algunas estimaciones, n.n.], tenemos 15 sacerdotes de varios ritos orientales y la juventud católica está formada prevalentemente por jóvenes de las Iglesias orientales. Los adultos son introvertidos y salen poco de las parroquias, pero los jóvenes son muy activos y están abiertos al resto de la sociedad; en poco tiempo han asumido un papel de liderazgo en las asociaciones juveniles católicas. Hemos tenido que hacer un gran esfuerzo para encontrar lugares de culto para ellos. Hoy en Suecia hay 100 iglesias luteranas que son utilizadas, algunas de manera periódica, otras de manera estable, por congregaciones católicas de rito oriental. Oficialmente, los católicos en Suecia son 120.000, pero en la realidad hay que multiplicar este número por dos, porque muchos no están inscritos en las parroquias, pero los vemos cuando hay confirmaciones, matrimonios, funerales. Algunos cristianos orientales abandonan la Iglesia de origen y se unen a los grupos pentecostales, pero al cabo de poco tiempo vuelven, o eligen participar en ambas Iglesias. Participan a los sacramentos católicos y, también, a los grupos de oración pentecostales. No es algo inédito para nosotros: en Suecia hay 5.000 católicos que están también inscritos oficialmente en la Iglesia luterana, por motivos familiares o de otra naturaleza.

Traducción de Elena Faccia Serrano.

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