Partiendo de la experiencia de Red Lázaro y la Asociación para la Amistad
Una abadía francesa se convierte en una aldea cristiana: conviven familias y personas heridas
Los monjes trapenses vivieron durante 160 años en la abadía francesa de Nuestra Señora del Desierto, al sur de Toulouse, a unos 100 kilómetros de la frontera española. Pero en octubre de 2020 se fueron y en este lugar nació una nueva experiencia de convivencia cristiana, impulsada por la Red Lázaro y la Asociación para la Amistad.
Estas entidades tenían muchos años de experiencia haciendo que personas sin hogar, heridas y golpeadas por la vida, empezaran a convivir en casas y hogares con familias y otros compañeros. Ahora lanzaban una experiencia más ambiciosa: toda una aldea de familias cristianas para vivir de forma sencilla y cercana y acogiendo a los necesitados. Así nació un pueblecito, con hostelería y otros servicios, llamado “La aldea de Francisco”.
Un documental de 52 minutos de Catherine Derenne en el canal católico KTO, gratuito en YouTube, cuenta (en francés) esta historia de convivencia especial y novedosa.
Detrás de este impulso está Étienne Villemain, equipado por su experiencia en la Red Lázaro. Allí ha ayudado a muchas personas que vivían en la calle a incorporarse a pisos compartidos con estudiantes, voluntarios y jóvenes profesionales. La experiencia nació en Francia y ha empezado a implantarse en otros países. En España la impulsa la Fundación Lázaro.
Pero Étienne Villemain reflexionaba sobre nuevas formas de acoger a las personas de la calle. En los servicios sociales veía que se atiende "a las personas de la calle de una manera, a los inmigrantes de otra, y luego a los ancianos, a las personas que se prostituyen... Se crea una especie de estigma, por lo que, si soy una persona de la calle, sólo me encontraré con gente de la calle; si soy una persona discapacitada, sólo me encontraré con gente que tenga una discapacidad".
Su idea fue "crear un pueblo donde todos seamos pobres, con nuestros brazos rotos, con nuestras fragilidades... Hay personas que han salido de la cárcel o que han experimentado la prostitución, la discapacidad, tal vez haya personas mayores, no importa: tratamos de vivir juntos". Y esas personas, dice, pueden compartir su vida con "familias ‘clásicas’, de padre, madre e hijos".
"Queremos cuidar la casa común, la ecología integral y la vida de principio a fin: por eso acogemos a las madres embarazadas que lo necesitan y a las personas mayores que tal vez pueden acabar sus días en la ‘Aldea de Francisco", continúa Étienne.
Una frase de Jesús les inspira: "Cuando hagáis una fiesta, no busquéis a los ricos, sino a los pobres, a los lisiados, a los cojos, y vuestra alegría será grande en el cielo".
Una herencia de oración
Los trapenses, que estaban abandonando su abadía, se alegraron de que una comunidad cristiana pudiera instalarse en ella. Bajaron el precio del lugar y un donante generoso de EEUU permitió la compra. Los 8 últimos monjes se fueron en vísperas de la fiesta de San Francisco, en octubre de 2020.
Ensayo de cantos; en la comunidad hay adoración frecuente, mucha oración y mucha música, y no falta el trabajo manual
Los nuevos habitantes se consideran sus herederos y continuadores. "Rezamos por ellos, ellos rezan por nosotros, es una hermosa comunión y también una hermosa fecundidad", asegura Étienne. Afradece la generosidad de los monjes en el proceso de transición.
Una economía sostenible
La aldea quiere ser económicamente sostenible y ofrecer puestos de trabajo. "Intentamos crear actividades económicas, como un negocio de apicultura, un negocio de hostelería, intentamos crear una actividad de integración con una asociación llamada 'À la bonne ferme' (La buena granja), que desarrolla jardines de permacultura: con todo esto estamos creando unos 30 puestos de trabajo. Tenemos previsto desarrollar una granja de cría de gallinas ponedoras, una actividad de producción de cosméticos...", enumera Étienne.
Además, en la aldea se piensan con detenimiento la mejor forma de gestionar la calefacción, el agua o el transporte de forma ecológica.
La experiencia piloto se inició con seis familias. Se irán sumando más personas, de distintas condiciones. "Paso a paso, lo que era imposible se hará posible y permitirá a las personas que estaban al margen llevar una vida fraterna y también una vida de oración, poder vivir juntos, una vida fraterna", cree Étienne.
El proyecto se explica en: levillagedefrancois.com
La experiencia explicada en 4 minutos en Vatican.va con subtítulos en español