Una residencia de ancianos se niega a admitir a una religiosa si va vestida con hábito y velo
Una residencia de ancianos en Francia quiere impedir que una religiosa se aloje allí alegando que viste hábito y velo y eso contradice la laicidad de los lugares públicos.
Según relata France Bleu, la religiosa, tras pasar toda su vida en un convento en el departamento de Drôme, y no pudiendo ser atendida allí, decidió pasar sus últimos años en Vesoul, en el departamento de Alto Saona, de donde es originaria. Allí hay una residencia de ancianos de titularidad pública, regentada por el Centro Municipal de Acción Social de la localidad.
En enero de 2019 la religiosa llegó a Vesoul, hizo su solicitud y quedó en lista de espera, alojándose provisionalmente en dependencias de la parroquia. En julio, la residencia le escribió explicándole que la comisión de admisión había aceptado su demanda y que le ofrecerían una plaza en cuanto estuvieran disponibles. Pero le dejaban claro que no podría vestir con el hábito de su congregación: "En nuestras dependencias, nuestros residentes pueden tener distintas preferencias y convicciones y deben ser respetadas... y por respeto a la laicidad, no puede aceptarse ningún signo externo de pertenencia a una comunidad religiosa, para asegurar la serenidad de todas y de todos". Le autorizan, sin embargo, a llevar una cruz discreta.
La "cristianofobia" del caso
La religiosa rechazó esa imposición, y por el momento vive en un apartamento que le ha conseguido la parroquia, pero sus condiciones físicas no le permiten vivir sola ni atender a todas sus necesidades.
El párroco ha criticado esta situación en un artículo publicado en la hoja dominical: "Se nos machacan los oídos con principios de laicidad incomprensibles", lamenta, que solo envuelven "cristianofobia". De hecho, "todo el mundo grita escandalizado" cuando se trata alguna disposición similar respecto al velo de una mujer musulmana, "pero nuestra religiosa ha tenido que buscarse un alojamiento por su cuenta. No creo que el velo de una religiosa pueda molestar a nadie, porque no es un signo de sumisión, sino de consagración". De hecho, él mismo celebra misa en esa residencia sin ningún problema.
Desde el ayuntamiento consideran que es un asunto resuelto: "La religiosa rechazó la plaza que se le propuso, no quiso aceptar el reglamento interno, que es el mismo para todos". La religiosa no piensa lo mismo, y según el equipo pastoral de la parroquia "se ha sentido rechazada".