Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Los católicos ya son la segunda mayor iglesia del país

La Iglesia Luterana de Islandia, que pierde fieles con rapidez, ya tiene obispa

El catolicismo islandés tiene una historia peculiar: se adoptó votación en el año 999, y fue el único país nórdico que luchó contra el luteranismo.

Pablo J. Ginés/ReL

Agnes M. Sigurardóttir, primera obispo mujer de la Iglesia luterana oficial de Islandia
Agnes M. Sigurardóttir, primera obispo mujer de la Iglesia luterana oficial de Islandia
Agnes M. Sigurðardóttir es la primera obispo mujer de la Iglesia luterana oficial de Islandia. Fue elegida el mes de abril y consagrada por Karl Sigurbjörnsson, obispo luterano de Islandia, jubilado desde finales de junio, en la catedral de Reykjavík.

Hija de un pastor luterano y de una obstetra, casada, con tres hijos y ya abuela, se ocupa de la educación de los jóvenes en la catedral de Reykjavík y fue "párroca" de dos iglesias. La Iglesia Luterana islandesa, oficial del país, nombra una obispa con retraso, cuando hace años que ya hay en las iglesias luteranas alemana, noruega o sueca (en Estocolmo la obispa es lesbiana militante). Tampoco es que Islandia tuviese mucho margen de maniobra: todo el país es una sola diócesis luterana.

El luteranismo pierde fieles
«Debemos actuar con alegría, no solo para aumentar el número de fieles, sino por la causa del Evangelio que nos fue confiado», ha declarado la nueva obispa, elegida con el 64,3% de los votos durante la segunda ronda electoral.

Lo de "aumentar el número de fieles" implica reconocer la realidad: el luteranismo oficial y progresista, en Islandia como en Alemania y Escandinavia, es estéril y pierde fieles.

Los datos de este pequeño país (319.575 habitantes en 2012) son muy negativos para Iglesia Luterana de Islandia. Hace 10 años, en 2002, el 87% de la población decía pertenecer a la iglesia oficial, aunque fuese sólo nominalmente. En 2012, según las estadísticas oficiales del Estado, ya sólo lo declara en 77% (247.000 personas): perdió 10 puntos en 10 años

Pocos ateos y pocos practicantes
En este país que suele ocupar los primeros puestos en los índices mundiales de desarrollo humano, sólo un 11% de los islandeses va a la iglesia con cierta regularidad, y el 44% no va nunca. Sin embargo, el ateísmo convencido es escaso: en el Eurobarómetro 2005 sólo un 11% de los islandeses declaraban no creer en ningún tipo de Dios o fuerza vital o espiritual; el 38% decían creer en Dios y lo más común (un 48% lo declaraban) era creer difusamente en "algún tipo de espíritu o fuerza vital". En 2004, una encuesta distinta daba otros resultados: casi 4 de cada 10 islandeses creían en "un dios benevolente al que se le puede rezar", otros 2 decían que "debe haber un dios o la vida no tendría sentido", otros 2 de cada diez pensaban que "no se puede saber si hay Dios o no" y un 26% de los encuestados afirmaban que Dios no existe. En cualquier caso, la asociación de laicismo militante del país, Sidmennt, declara tener solo 200 miembros.

El catolicismo ha doblado en 10 años
En 2002, sólo había 4.800 católicos en la isla. Las cifras oficiales del Estado en 2012 recogen a 10.200 católicos: un 3,2% de la población. Eso significa que la población católica no solo se ha doblado, sino que es mayor que la de cualquiera de las otras iglesias del país, exceptuando la oficial, superando a la Iglesia Libre de Reikyavik (8.700 miembros, 2,7% de la población), Iglesia Libre de Hafnarfjordur (5.650 miembros, 1,8%) e Iglesia Independiente de Reikyavik (3.050 miembros, 1%), todas ellas luteranas de diversas tendencias.

Aunque el crecimiento católico debe mucho a la inmigración (sobre todo, filipinos y polacos), la mitad de los católicos en Islandia han nacido en el país, haciendo que sea la minoría católica más consolidada en un país escandinavo.

Una historia peculiar
El catolicismo islandés tiene una historia peculiar. Aunque hacia el año 1000 fueron varios los pueblos que asumieron el cristianismo pacíficamente, por decisión de sus reyes (la Polonia de Miesco, la Hungría de San Esteban y la Rus de San Vladimir), Islandia es el único país que lo decidió democráticamente por votación en el Parlamento (el Althing) en el año 999.

Eso sí, ponían tres condiciones para aceptar el catolicismo: 1) que se permitiese comer carne de caballo; 2) que se permitiese el culto privado pagano en casas; 3) que se permitiese el infanticidio mediante el abandono legal de bebés a la fría intemperie. Los misioneros y autoridades católicas aceptaron esas excepciones, dispuestas a eliminarlas en cuanto pudiesen, que fue pronto. (Lo de prohibir comer carne de caballo a los conversos era un decisión pastoral del año 732, que el Papa Gregorio II encomendó a San Bonifacio, como una forma de consolidar en los conversos germánicos la conciencia de ser distintos de los paganos).

El obispo guerrero y sus hijos
Otra particularidad de la historia católica de Islandia es que fue el único país escandinavo en el que hubo resistencia armada a la imposición del luteranismo. Mientras en Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca los reyes adoptaban el luteranismo y expulsaban o ejecutaban a los obispos y clérigos católicos que no querían integrarse en el nuevo sistema, en Islandia el obispo Jón Arason se resistió a la orden del Rey danés y organizó la resistencia armada.

Arason no es considerado un mártir ni un santo porque su vida como clérigo no fue muy ejemplar ni sus motivos eran exclusivamente espirituales. Poeta apasionado, se saltaba el celibato sistemáticamente y tenía varios hijos reconocidos por el país. Quizá más que defender el catolicismo (es decir, depender de la lejanísima Roma y el Papa) quería impedir que los daneses estableciesen más aún su control sobre Islandia, cambiando el panorama religioso tradicional. Recibió una carta del Papa Pablo III animándole a seguir enfrentándose al luteranismo y la isla se encontró con una guerra civil limitada, con varias pequeñas batallas en las que él era general y sus hijos le apoyaban como lugartenientes.

En la Batalla de Saudafell se decidió el futuro religioso de Islandia. Cada bando contaba con unos 90 o 100 hombres. El bando luterano pilló por sorpresa a los católicos a primera hora de la mañana, pero los defensores resistieron con tenacidad y violencia, hasta que las tropas pro danesas atraparon al obispo rebelde. La leyenda dice que una de sus hijas más decididas organizó una partida militar para intentar liberarle, pero no funcionó y en 1550 el obispo y dos de sus hijos fueron decapitados. Como si de una vieja saga islandesa de las de 4 siglos antes se tratase, el Justicia del Rey danés murió un tiempo después a manos de unos pescadores seguidores de la causa del obispo Jón.

Tres siglos sin católicos
Los católicos que no quiesieron convertirse al luteranismo huyeron, por lo general a Escocia. Durante 300 años no se permitió a ningún sacerdote católico pisar la remota isla.

Sólo hacia 1850 se permitió a la Iglesia Católica volver al país. Y hoy el catolicismo ya es la segunda denominación del país, y se consolida con la inmigración y una natalidad vigorosa, mientras el luteranismo oficial del país decae, como sucede en Alemania y Escandinavia.
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