«Demasiada atención» a la política
El arzobispo de Dublín reconoce el daño que ha hecho el nacionalismo a la Iglesia de Irlanda
Este domingo concluye el 50º Congreso Eucarístico Internacional, y Diarmuid Martin hace una reflexión que no sólo es válida para su país.
Este domingo se clausura el quincuagésimo Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en Dublín y que ha supuesto una ocasión para la Iglesia irlandesa de remontar el vuelo tras la sucesión de escándalos de abusos sexuales a menores.
Un "acontecimiento providencial" -en palabras del cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación de Obispos y enviado del Papa para el Congreso- que el arzobispo de Dublín ve también como "el inicio de un proceso de renovación tras el periodo de los escándalos", renovación que está siendo posible por la eficacia de los controles introducidos, subraya, "pero no sólo de ellos".
Necesidad de renovación
En una entrevista muy autocrítica concedida este fin de semana a L´Avvenire, Diarmuid Martin hace un respaso por los problemas que aquejaban a la Iglesia irlandesa más allá de los casos de pederastia: "Es una Iglesia muy parada, tenía necesidad de renovación". Y en ese sentido han aprovechado bien la presencia en el Congreso de obispos y católicos de todo el mundo para recobrar "optimismo y confianza" e involucrarse en el proceso general europeo de nueva evangelización: la atención a "los católicos bautizados que han perdido todo contacto no sólo con la Iglesia, sino incluso con Jesucristo".
No sólo las medidas contra los abusos sacarán a la Iglesia irlandesa de su estado de postración ante la opinión pública, reconoce monseñor Martin: "También la presencia de una nueva generación de teólogos, incluso laicos, algo nuevo que hay que animar y sostener".
No se atendía la vida interior
¿Y cómo se ha llegado a este punto?, insiste el periodista del diario de la conferencia episcopal italiana. Y aquí el arzobispo de Dublín hace una reflexión que se ha hecho también en España en alguna ocasión al respecto de los nacionalismos: "El problema de Irlanda del Norte ocupaba mucha atención también en la Iglesia. Y mientras se afrontaban estas dificultades, se descuidaban los problemas de la fe y de la formación religiosa de los jóvenes y de los adultos, problemas que existían realmente. No ha habido atención a la cultura católica, un aspecto de la vida de la Iglesia que aquí ha faltado y que tenemos que desarrollar".
La Iglesia está muy presente en la sociedad irlandesa, sí, "pero toda la dinámica se focalizó sobre aspectos externos, sobre las estructuras, sobre el cambio de papel de la Iglesia en la sociedad, y no sobre la vida interior". Por eso este Congreso Eucarístico suscita tantas esperanzas a monseñor Martin: "Ha hecho un énfasis especial en la oración, en la reflexión, en el silencio. La Iglesia no es solamente un ente político en el interior de un Estado. Es otra cosa".
El Año de la Fe, concluye el prelado, será el siguiente hito del proceso de renovación: un proceso que, a diferencia de los escándalos de abusos, "no produce titulares en los medios, sino que se introduce lentamente en la cultura de la Iglesia y de la sociedad".
Un "acontecimiento providencial" -en palabras del cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación de Obispos y enviado del Papa para el Congreso- que el arzobispo de Dublín ve también como "el inicio de un proceso de renovación tras el periodo de los escándalos", renovación que está siendo posible por la eficacia de los controles introducidos, subraya, "pero no sólo de ellos".
Necesidad de renovación
En una entrevista muy autocrítica concedida este fin de semana a L´Avvenire, Diarmuid Martin hace un respaso por los problemas que aquejaban a la Iglesia irlandesa más allá de los casos de pederastia: "Es una Iglesia muy parada, tenía necesidad de renovación". Y en ese sentido han aprovechado bien la presencia en el Congreso de obispos y católicos de todo el mundo para recobrar "optimismo y confianza" e involucrarse en el proceso general europeo de nueva evangelización: la atención a "los católicos bautizados que han perdido todo contacto no sólo con la Iglesia, sino incluso con Jesucristo".
No sólo las medidas contra los abusos sacarán a la Iglesia irlandesa de su estado de postración ante la opinión pública, reconoce monseñor Martin: "También la presencia de una nueva generación de teólogos, incluso laicos, algo nuevo que hay que animar y sostener".
No se atendía la vida interior
¿Y cómo se ha llegado a este punto?, insiste el periodista del diario de la conferencia episcopal italiana. Y aquí el arzobispo de Dublín hace una reflexión que se ha hecho también en España en alguna ocasión al respecto de los nacionalismos: "El problema de Irlanda del Norte ocupaba mucha atención también en la Iglesia. Y mientras se afrontaban estas dificultades, se descuidaban los problemas de la fe y de la formación religiosa de los jóvenes y de los adultos, problemas que existían realmente. No ha habido atención a la cultura católica, un aspecto de la vida de la Iglesia que aquí ha faltado y que tenemos que desarrollar".
La Iglesia está muy presente en la sociedad irlandesa, sí, "pero toda la dinámica se focalizó sobre aspectos externos, sobre las estructuras, sobre el cambio de papel de la Iglesia en la sociedad, y no sobre la vida interior". Por eso este Congreso Eucarístico suscita tantas esperanzas a monseñor Martin: "Ha hecho un énfasis especial en la oración, en la reflexión, en el silencio. La Iglesia no es solamente un ente político en el interior de un Estado. Es otra cosa".
El Año de la Fe, concluye el prelado, será el siguiente hito del proceso de renovación: un proceso que, a diferencia de los escándalos de abusos, "no produce titulares en los medios, sino que se introduce lentamente en la cultura de la Iglesia y de la sociedad".
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