La devoción de Don Iván Martini
Muere un párroco en el terremoto de Italia al intentar salvar una imagen de la Virgen
Al párroco de Santa Catalina, en Rovereto, le cayó una viga encima tras una segunda sacudida mientras inspeccionaba el templo.
El terremoto que ha sacudido este martes a primera hora de la mañana el centro-norte de Italia se ha cobrado hasta el momento quince muertos.
Una de ellas es Don Iván Martini, párroco de la iglesia de Santa Catalina, en Rovereto, al norte de Módena, un hombre de 65 años muy querido por los vecinos, quien tras la primera sacudida se encontraba en el templo inspeccionando los daños junto con un equipo de bomberos. Se había derrumbado parte del campanario y había algunos destrozos en el techo y en la parte alta de los muros laterales.
En ese momento tuvo lugar una réplica. El grupo emprendió la huida, pero Don Iván no quiso dejar allí una imagen de la Virgen a la que tienen especial cariño los feligreses de la parroquia. Esos segundos fueron fatales, pues mientras los dos bomberos pudieron escapar, al sacerdote le cayó encima una viga (o una piedra, según las versiones) que le aplastó la cabeza y le mató.
La fatalidad ha querido que sea la única víctima mortal en Rovereto sul Secchia, en una zona que en el terremoto del domingo 20 salió relativamente bien parada, pero que ahora ha sufrido bastantes daños.
La ciudad, que tiene unos cuatro mil habitantes, tiene esa única iglesia, construida a finales del siglo XV aunque varias veces reformada. El actual edificio existe desde 1857.
Don Iván Martini estaba destinado en ella desde 2003, y en 2010 había podido celebrar el quinto centenario de la parroquia. En un acto celebrado conjuntamente con las autoridades municipales, el párroco no ocultó su emoción: "La historia de esta comunidad demuestra que la parroquia y el país no son entidades separadas, sino una única realidad en la cual se inerva la vida de las personas".
Nacido en Cremona en 1947 e incardinado en esa diócesis, había sido ordenado en 1973 y estaba presentado servicio en la diócesis de Carpi (a la que pertenecen Rovereto sul Secchia) desde hacía casi una década. Su obispo, Francesco Cavina, fue precisamente el encargado de llevar la pasada semana a la gente de la región el mensaje de solidaridad del Papa, quien donó 100.000 euros para subvenir a las necesidades creadas por el terremoto.
Una de ellas es Don Iván Martini, párroco de la iglesia de Santa Catalina, en Rovereto, al norte de Módena, un hombre de 65 años muy querido por los vecinos, quien tras la primera sacudida se encontraba en el templo inspeccionando los daños junto con un equipo de bomberos. Se había derrumbado parte del campanario y había algunos destrozos en el techo y en la parte alta de los muros laterales.
En ese momento tuvo lugar una réplica. El grupo emprendió la huida, pero Don Iván no quiso dejar allí una imagen de la Virgen a la que tienen especial cariño los feligreses de la parroquia. Esos segundos fueron fatales, pues mientras los dos bomberos pudieron escapar, al sacerdote le cayó encima una viga (o una piedra, según las versiones) que le aplastó la cabeza y le mató.
La fatalidad ha querido que sea la única víctima mortal en Rovereto sul Secchia, en una zona que en el terremoto del domingo 20 salió relativamente bien parada, pero que ahora ha sufrido bastantes daños.
La ciudad, que tiene unos cuatro mil habitantes, tiene esa única iglesia, construida a finales del siglo XV aunque varias veces reformada. El actual edificio existe desde 1857.
Don Iván Martini estaba destinado en ella desde 2003, y en 2010 había podido celebrar el quinto centenario de la parroquia. En un acto celebrado conjuntamente con las autoridades municipales, el párroco no ocultó su emoción: "La historia de esta comunidad demuestra que la parroquia y el país no son entidades separadas, sino una única realidad en la cual se inerva la vida de las personas".
Nacido en Cremona en 1947 e incardinado en esa diócesis, había sido ordenado en 1973 y estaba presentado servicio en la diócesis de Carpi (a la que pertenecen Rovereto sul Secchia) desde hacía casi una década. Su obispo, Francesco Cavina, fue precisamente el encargado de llevar la pasada semana a la gente de la región el mensaje de solidaridad del Papa, quien donó 100.000 euros para subvenir a las necesidades creadas por el terremoto.
Comentarios