La procesión anterior (y única) fue en 1918
El Corpus Christi vuelve a las calles de San Petersburgo... después de 93 años y miles de mártires
Con la ley de libertad religosa de 1907 creció el catolicismo en la ciudad del Neva y la procesión de 1918 fue impresionante... y luego llegó el gulag y el genocidio soviético.
El Ayuntamiento de San Petersburgo (Rusia) ha concedido la autorización para que se celebre esta semana la Procesión del Corpus Christi en la avenida Nevski, la más importante de la ciudad, recorrida por multitud de turistas y en la que se encuentran las iglesias de las principales confesiones: ortodoxa, católica, luterana y armenia.
Será la segunda vez que se celebra esta procesión en la historia de la ciudad: la anterior fue hace 93 años, y varios de sus organizadores morirían mártires bajo el comunismo pocos meses o años después.
La procesión de este año estará presidida por Paolo Pezzi, el arzobispo católico de Moscú (la diócesis incluye San Petersburgo) y contará con la participación de cónsules de diversos países europeos.
1918: 40.000 católicos tomaron la calle en oración
El padre Alejandro, un español misionero en San Petersburgo, cuenta en el blog de la asociación "Amigos de Rusia" ( http://amigosderusiasannicolas.blogspot.com ), que apoya a sus parroquias desde España, lo que significó la procesión de 1918, un gran fogonazo de alegría católica justo meses antes de apagarse en un baño de sangre y persecución.
A principios del siglo XX, antes de la Revolucion, en San Petersburgo (entonces Petrogrado) aproximadamente un 7% de la población era católica. Era la ciudad más cosmopolita de Rusia, llena de comerciantes, y a ella llegaban militares y emigrantes de las regiones católicas del Imperio, de zonas bálticas, ucranianas, bielorrusas, polacas... Con la Ley de Libertad Religosa de Nicolas II en 1907 los católicos dejaron de ser una religión "de segunda" frente a la Iglesia Ortodoxa y ganaron confianza en si mismos.
En 1917 ya realizaron una procesión multitudinaria por Corpus Christi, pero sin llegar a sacar al Santísimo a la calle. Pero el 30 de mayo de 1918 la procesión con el Santísimo fue impresionante, reuniendo a unas 40.000 personas, quizá la mitad de los católicos de la zona.
La organizó el veterano prelado Budkevich, hoy en proceso de beatificacion: los bolcheviques lo fusilaron 5 años después. Participaron el arzobispo Ropp, el siervo de Dios Obispo Jan Cieplak y el beato exarca de rito católico bizantino Fedorov. Nadie podía imaginar que 20 años después, en San Petersburgo solo quedaría una iglesia católica con unas pocas decenas de feligreses y muy vigilados por la KGB.
Un testimonio de la época
El sacerdote Francisk Rutkovskiy describió la procesión de 1918 varios años después, en su biografía sobre el obispo Cepliak:
«Antes de que el mal comenzase a imponerse, los católicos de Petersburgo vivieron todavía un momento solemne y alegre para la Iglesia. El 30 de Mayo de 1918 por primera vez en la historia de esta ciudad, la procesión del Corpus Christi recorrió sus calles. Cristo, bajo la especie del pan, en el esplendor de su majestad, como Vencedor, daba su bendicion al mundo. La procesión comenzaba en la Iglesia de Santa Catalina e iba por las Avenidas Nevskiy y Lineyniy hasta la iglesia del cementerio Viborgskiy.
Salió el clero de ambos ritos [latino y bizantino], los profesores de la Academia de Teología con el rector a la cabeza, muy despacio desfilaban las diversas órdenes vestidas con sus habitos, seguía la corriente de la multitud de la gente, desfilaban las hermandades, las diversas asociaciones civiles, las agrupaciones sociales, se oia el rumor de los estandartes, por doquier se derramaban las flores.
Desfilaban en mayor número los polacos, y con ellos los bielorrusos, los lituanos, los letones, los rusos católicos: allí estaba todo el Petersburgo católico, y el cielo inundado por la luz del sol fue golpeado por el majestuoso himno “Para Ti la gloria”. Cantaban acompañados de la orquesta de la parroquia de Santa Catalina. Y, junto con la procesión y los cantos, todo era traspasado por la profunda corriente de un hondo y aquietado silencio, como un soplo ondulado y crístico de paz y amor.
Y tan grande era la majestad de esta marcha que todos los concurrentes [se refiere a la población básicamente rusa y ortodoxa] cayeron de rodillas, se quitaron los sombreros y con admiración contemplaron la escena incomprensible y jamás vista que tenian ante si: la unión de los ritos y de las nacionalidades bajo un solo pastor y un solo orden. Ni uno solo de los participantes se atrevía a resollar, al contemplar a tantos como caminaban en estas filas, ni uno solo de ellos, movido por el odio, se tapó la mirada ante el resplandor que emanaba de esta luminosa muchedumbre.
Presidía la muchedumbre el nuevo ordinario de la diócesis de Moguilev, el metropolita Ropp. El obispo Cepliak caminaba cerca del baldaquino, silencioso y recogido en oración. Se cumplían sus sueños, veía los ejercitos de Cristo, extendidos mas alla de las murallas de los templos... La procesion terminó. La solemne Santa Misa se celebró bajo el cielo abierto."
Después llegó la Revolución. En 1920 había unos 900 curas católicos en la Unión Soviética (que incluía regiones católicas de Ucrania y Bielorrusia) y unos 2 millones de fieles. Apenas 10 años después, 600 sacerdotes católicos habían sido eliminados. Entre 1937 y 1938 fueron ejecutados otros 140 curas católicos. El estudio sistemático de la persecución a los católicos aún está por realizar.
Esta semana, después de 93 años, la custodia con el Santísimo volverá a recorrer la Avenida Nievskiy.