Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Nikolay Dubinin se convierte en el primer ruso obispo de la era postsoviética: una diócesis colosal

Nikolay Dubinin se convierte en el primer ruso obispo de la era postsoviética: una diócesis colosal
En esta foto navideña, fray Nikolay Dubinin -revestido, con gafas, precede al arzobispo Pezzi, a quien ayudará como obispo auxiliar

P.J.G./ReL

Un franciscano conventual ruso, nativo de Rostov, Nikolai Gennadevich Dubinin,que estaba en San Petersburgo, ha sido designado por el Papa Francisco como obispo auxiliar en Moscú, diócesis que hasta ahora no tenía obispos auxiliares. Dubinin se convierte así en el primer ruso en alcanzar una mitra episcopal católica en la época postsoviética (y en este siglo, milenio,etc...)

Ayudará al arzobispo Paolo Pezzi, un italiano de Comunión y Liberación (más concretamente de la Sociedad Misionera de San Carlos Borromeo) que lleva al frente de la diócesis moscovita desde 2007. Pezzi tiene unos 60 años de edad, así que no se espera su jubilación ni retirada pronto.

La diócesis de la Madre de Dios en Moscú es monstruosamente grande, con 59 millones de habitantes pero sólo unos 70.000 son católicos.

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Mapa de la Federación Rusa: en verde, la diócesis de Moscú, 59 millones de habitantes, pero sólo unos 70.000 católicos

Rusia cuenta con otras tres diócesis, todas de tamaño colosal: San Clemente de Saratov (con el obispo Pickel, alemán), la Transfiguración de Novosibirsk (con el obispo Werth, alemán nacido en Kazajastán) y San José de Irkutsk (con el obispo Klimowicz, polaco). Hay además un pequeño exarcado (obispado oriental) de rito greco-católico, con un par de parroquias, sin exarca propio, y un territorio misionero en las Islas Kuriles y Sajalin, que administra también Klimowicz.

Las diócesis rusas, pobres, no se benefician del Domund 

Una particularidad de las diócesis católicas en Rusia es que son jóvenes y pobres, muy dependientes de la ayuda misionera y extranjera. Sin embargo, la Iglesia no las considera territorios de misión, no dependen de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y por lo tanto no suele recibir ayudas del Domund y otros recursos misioneros. Es más fácil que reciban ayudas de diócesis y asociaciones alemanas o polacas que se sienten llamadas a apoyar a los católicos rusos, o entidades como Ayuda a la Iglesia Necesitada.

En la Federación Rusa viven 144 millones de personas, pero los bautizados católicos no llegan a ser ni a 800.000. El arzobispo Paolo Pezzi, ahora ayudado por el obispo Dubinin, tienen a su cargo un territorio de 59 millones de habitantes, de los que unos 70.000 son católicos.

Según explica la agencia AsiaNews, Dubinin, el nuevo obispo, es un franciscano conventual de 47 años de edad, que formó parte del primer grupo del Seminario mayor reabierto en 1993 en San Petersburgo, que es el único de toda Rusia aún. Es un signo del crecimiento espiritual y social de la pequeña comunidad católica en la Federación Rusa.

Fue alumno y discípulo del padre Grzegorz Cioroch, uno de los primeros misioneros en la Rusia de los años 90, fundador de las Ediciones Franciscanas rusas y de la Enciclopedia católica rusa y, desde 2001, custodio de la Provincia franciscana de Rusia. El padre Grzegorz perdió la vida en un accidente de auto, cuando regresaba a Rusia de visitar Polonia. Tenía solo 42 años.

Aunque sólo hay unos 70.000 católicos que atender, las enormes distancias justifican las tareas de un obispo auxiliar, ya que han de atender ciudades muy distantes entre sí: Moscú, San Petersburgo, Pskov, Kursk, Vladimir, Nizhniy Novgorod, el enclave báltico de Kaliningrado y Murmansk y muchos lugares remotos en el Ártico.

A un obispo ruso no le pueden bloquear el visado

Las autoridades rusas siempre han puesto dificultades burocráticas para el trabajo a largo plazo de los misioneros extranjeros, y a veces dependen de los vaivenes de la política internacional. Un obispo de etnia y nacionalidad rusa podrá evitar la desagradable experiencia de que le nieguen o retrasen el visado de entrada o el pasaporte cuando las autoridades locales deciden entorpecer a la Iglesia Católica, como sucede cada cierto tiempo.

La ley rusa distingue entre las 4 denominaciones de presencia tradicional en el país (la ortodoxa, la musulmana, la judía y la budista en regiones asiáticas cercanas a Mongolia) y todas las demás (incluyendo la católica), que se consideran novedosas o extranjeras y sometidas a un escrutinio más intenso y molesto.

En el enorme país hay unos 270 sacerdotes católicos, la mayoría aún extranjeros (incluyendo misioneros españoles y argentinos) y unas 300 parroquias católicas, muchas compuestas de feligreses de etnia polaca, lituana, alemana y ucraniana. 

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