Con el don de fortaleza cualquier cosa se puede enfrentar
El cuarto don del Espíritu Santo es la fortaleza; pero no se trata de la fortaleza normal, que nos permite soportar las dificultades cotidianas. Este don nos permite ser capaces de una fortaleza superior, que nos hace capaces de dar la vida por el Señor, si esto fuera necesario.
Es la fortaleza que nos hace sobrellevar con constancia cosas que en situaciones normales nos parecerían imposibles.
Dejarse matar por Cristo parece algo imposible, porque contradice al instinto de supervivencia, que nos lleva a escapar de los peligros.
Sin embargo, si Dios nos pidiera eso, seguro el Espíritu Santo nos daría la fuerza para poder soportarlo, y entonces sería realmente posible. Los mártires han podido entregar la sangre porque los sostenía este don maravilloso del Espíritu.
Pero este mismo don nos sostiene cuando tenemos que soportar cosas especialmente difíciles, cuando no se trata de dar la vida, pero sí de renunciar a alguna parte importante de la vida. Sin esta fortaleza todo es demasiado duro; pero con esta fortaleza cualquier cosa se puede enfrentar. Pidamos al Espíritu Santo que nos revista con este don poderoso.