El obispo Demetrio inaugura el Año Jubilar de San Pelayo, el niño mártir que se enfrentó a un califa
Este miércoles, en la festividad de San Pelayo, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha abierto la Puerta Santa del Año Jubilar dedicado al niño mártir en el Seminario Mayor “San Pelagio”.
Daba así comienzo el Año Jubilar que la Penitenciaria Apostólica ha concedido a la diócesis de Córdoba en el 1.100 aniversario del martirio del joven de 13 años, mandado asesinar por el califa Abderramán III tras rechazar sus ofrecimientos sexuales y dar testimonio de su fe cristiana.
Con el comienzo del Año Jubilar, los fieles que cumplan las condiciones podrán alcanzar indulgencia plenaria desde hoy, 26 de junio, al 26 de junio de 2025.
Ante una capilla repleta de sacerdotes, seminaristas y fieles, el prelado ha realizado el rito de la apertura de la Puerta Santa en la capilla del Seminario Mayor “San Pelagio” y ha comenzado la misa en rito hispano-mozárabe.
En su homilía, monseñor Demetrio Fernández ha subrayado la importancia del lugar en el que se encontraban celebrando la misa, "donde San Pelagio dio el supremo testimonio de amor a Jesucristo y sufrió el martirio, siendo descuartizado vivo".
"Este lugar es especialmente sagrado y ungido con el testimonio de San Pelagio", ha indicado el Obispo, asegurando que la fiesta de hoy "es un reclamo para todos los sacerdotes y fieles y la apertura de la Puerta Santa es el corazón de Cristo abierto de par en par".
Estímulo de vida cristiana y ejemplo para la reconquista
San Pelagio procedía de una familia cristiana, lo que le ayudaría llegado el momento a dar ejemplo de vida cristiana.
Repasando su vida, el obispo realzó la virtud de este niño de mantener por encima de todo la fe, la oración y las actitudes cristianas como la castidad.
Explicó que "la fe en San Pelagio creció y se fortaleció a pesar de las adversidades, de las propuestas del Califa de darle una vida mejor a cambio de entregarse a él. San Pelagio siempre tuvo claro que era de Jesucristo".
Su heroicidad y la defensa de la virtud de la castidad lo convierten hoy en un testimonio elocuente de fe que sigue mostrando como "la castidad es la sexualidad ordenada que engrandece, porque la lujuria degrada a la persona; la castidad es una virtud que brota del Señor".
San Pelagio, continuó, vivió las virtudes de la valentía y la castidad, valores cristianos que siguen vigentes.
"El testimonio de este niño estimuló la vida cristiana de todas las comunidades", agregó el Obispo, porque su horrendo martirio por mantenerse fiel a Jesucristo estimuló la vida cristiana ante el dolor infligido e incidió en la Reconquista.
El seminario Cobciliar San Pelagio de Córdoba relata en base a las fuentes escritas de Ibn Hazam (994-1063), autor de El collar de la paloma, y el presbítero Raguel, el momento en que Abderramán se dirigió al joven:
"Niño, te elevaré a los honores de un alto cargo, si quieres negar a Cristo y afirmar que nuestro profeta es auténtico… Recibirás, si aceptas, el que tú eligieres entre estos jovencitos, a fin de que te sirva a tu gusto, según tus principios. Y encima te ofreceré pandillas para habitar con ellas, caballos para montar, placeres para disfrutar. Por otra parte, sacaré también de la cárcel a cuantos desees, e incluso otorgaré honores inconmensurables a tus padres si tú quieres que estén en este país".
San Pelayo respondió:
-"Lo que prometes, emir, nada vale, y no negaré a Cristo; soy cristiano, lo he sido y lo seré, pues todo eso tiene fin y pasa a su tiempo; en cambio, Cristo, al que adoro, no puede tener fin…"
Ante la respuesta, Abderramán III trató de empezar un acercamiento al joven, ante lo cual este reaccionó diciéndole:
-"Retírate, perro. ¿Es que piensas que soy como los tuyos, un afeminado? Y al punto desgarró las ropas que llevaba vestidas y se hizo fuerte en la palestra, prefiriendo morir honrosamente por Cristo a vivir de modo vergonzoso con el diablo y mancillarse con los vicios".
Tras reiterar en varias ocasiones, el califa se dio por vencido y ordenó su muerte: "Colgadlo en garruchas de hierro y, una vez constreñido hasta el máximo elevándolo hacia lo alto, bajadlo reiteradamente el tiempo necesario para que exhale su espíritu, o niegue que Cristo es Dios".
Estatua del mártir, en el Seminario Mayor `San Pelagio´.
Al contemplar la firmeza del joven, Abderramán "ordenó que lo despedazasen con la espada, miembro a miembro y que fuese arrojado al río. Los verdugos, por su parte, en virtud de la orden recibida, después de sacar el puñal, se entregaron frenéticamente a tan crueles escarnios contra él. Uno le amputó de cuajo un brazo, otro le segó las piernas, otro incluso no dejó de herir su cuello. Entre tanto permanecía sin espantarse el mártir, del que gota a gota manaba abundante sangre en vez de sudor, sin invocar más que a nuestro Señor Jesucristo: `Señor, líbrame de la mano de mis enemigos’. Así marchó su espíritu a la presencia de Dios´".
Programa del Año Jubilar de San Pelagio
Para el Año Jubilar, está prevista la celebración de charlas y conferencias en torno a la figura de San Pelagio y a través de las redes sociales del Seminario y la Diócesis se hará difusión por capítulos de las virtudes de este mártir del siglo X. Además, se prepara un documental sobre su vida con valor pedagógico para distribuirlo entre escolares, sacerdotes, seminaristas y fieles.
Para ganar el jubileo se seguirán las condiciones habituales: visitar un templo jubilar, en este caso los Seminarios Mayor y Menor de Córdoba, la Parroquia de San Pelagio Mártir y la Catedral; aumentar la oración y rezar el Credo; además de confesar y comulgar a ser posible en esos días previos o en el día o días posteriores de la visita al templo jubilar.