Unas 10.000 personas acuden este sábado en Málaga la beatificación del jesuita
«El daño sigue ahí, pero sin síntomas; es inexplicable»: el milagro del padre Tiburcio Arnaiz
Este sábado 20 de octubre miles de personas acudirán a Málaga a la beatificación del jesuita Tiburcio Arnáiz (www.padrearnaiz.es, 1865-1926). Las calles cercanas a la catedral ya tienen dispuestas unas 9.000 sillas y diez grandes pantallas. Trescientos voluntarios atenderán a 15 obispos, 200 sacerdotes y a las autoridades jesuitas españolas. La ceremonia empieza a las 11 de la mañana y será retransmitida por Trece TV, Cope Málaga, 101 TV Málaga, Radio María y las diferentes redes sociales de la Diócesis de Málaga.
El milagro: un infarto gravísimo... sin secuelas
La beatificación es posible al haber reconocido la Iglesia la intercesión celestial del jesuita en la curación milagrosa del malagueño Manuel Antonio Lucena que en 1994 se recuperó sin secuelas tras un infarto que sufrió y que lo mantuvo sin oxigenación 10 minutos.
Manuel Antonio no era en ese entonces devoto de Arnáiz, ni lo conocía. Él y su mujer, Encarnita Moya, han hablado del entusiasmo que sienten estos días en la web de la Diócesis de Málaga.
"Pensar que a través de mí se ha manifestado este milagro… Yo volví a la vida por la petición que mi hermana le hizo. Ha removido la fe de toda la familia y muchos nos van a acompañar en este día tan importante”, asegura Lucena.
“Me hospitalizaron, yo no recuerdo nada. Al noveno día hospitalizado, cuando nadie daba nada por mi vida, mi hermana, que era devota del padre Arnáiz, pidió a toda la familia que se encomendaran a él”, relató Manuel Antonio a Aciprensa.
Encarnita Moya, la esposa, cuenta en la web de la Diócesis de Málaga como fue el ataque. “Aquel 7 de junio yo estaba en casa con mis hijas, que eran pequeñas, mientras él practicaba deporte con varios amigos. De pronto, me llamaron para decirme que me fuera al hospital. En un primer momento me dijeron que se había partido una pierna, pero yo sabía que había algo más. Fui sin perder tiempo y me encontré que estaba en coma. La situación era crítica y no nos daban esperanza ninguna de que se recuperara, y si lo hacía sería con grandísimas secuelas. Mi cuñada sacó la estampa del Padre Arnáiz (recuerda emocionada), la metió debajo de la almohada y comenzó la novena”.
Manuel Antonio estuvo más de dos meses hospitalizado en la Unidad de Cuidados Intensivos, porque su estado era muy grave. Le dieron la extremaunción en tres ocasiones. Pero la familia de Manuel Antonio, y en especial su esposa y su hermana, seguían rezando con muchísima fe al P. Arnaiz. Encarnita asegura que la estampa del P. Arnaiz estuvo todos los días bajo la almohada de Manuel Antonio.
"El daño sigue ahí... pero sin síntomas: inexplicable"
Los médicos le fueron retirando la asistencia, esperando a ver cómo afloraban los daños neurológicos que presentaba su cerebro. “Poco a poco fue respondiendo, cuenta su esposa, caminando, andando… y hoy en día no presenta ningún síntoma, a pesar de que las pruebas demuestran que el daño está ahí. Es algo inexplicable”.
“Los médicos nos preguntaban si nos habíamos encomendado a alguien, si éramos católicos… Nosotros contestamos que sí, que nos habíamos encomendado al P. Arnaiz”, recuerda Encarnita a Aciprensa.
La hermana de Manuel Antonio presentó su caso a la causa de canonización del P. Arnaiz. Después de numerosas pruebas médicas y testimonios de todas las personas que intervinieron en el caso de Manuel Antonio, se envió toda la documentación a la Santa Sede.
El Papa Francisco y la Congregación para las Causas de los Santos certificaron el pasado 18 de diciembre de 2017 que la curación de Manuel Antonio fue un milagro hecho por intercesión del P. Tiburcio Arnaiz.
En la beatificación el matrimonio presentará las ofrendas en compañía de dos de sus hijas: otra está en el extranjero y no puede viajar por estar embarazada. «El Padre Arnaiz es ya uno más de la familia. Está con nosotros todos los días y lo tenemos presente siempre», confiesan.
El jesuita Tiburcio Arnaiz llegaba a muchos lugares gracias a la oración, a su enorme red de colaboradores y a que casi no dormía
Un santo volcado en los necesitados
Tiburcio Arnaiz nació en 1865 en Valladolid en el seno de una familia humilde que lo bautizó con el nombre del santo del día. La muerte de su padre con apenas unos años y los apuros económicos marcaron su infancia, ingresando muy joven en el seminario. Cuando murió su madre entró en la Compañía de Jesús, siendo trasladado, tras varios destinos, a Málaga.
Las crónicas de la época relatan que cuando murió en 1926 su cadáver fue expuesto a la veneración pública durante tres días y que al paso del cortejo fúnebre, que estuvo presidido por las máximas autoridades de la ciudad, se cerraron todos los comercios. Entonces se obtuvo licencia de Roma y del Ministerio de Gobernación para que pudiese ser enterrado en la Iglesia del Sagrado Corazón en Málaga, donde cuentan que se formaban largas colas delante de su confesionario.
Un monumento que se realizó por suscripción popular lo recuerda en el ensanche de Armengual de la Mota, además de contar con una calle con su nombre en El Palo, entre otros reconocimientos.
Mil iniciativas contra la pobreza... y procesiones en la calle
Arnaiz se volcó en combatir la pobreza y el analfabetismo. Impulsó la construcción de una casa de acogida para señoras con pocos recursos, cuidaba de los pequeños de la Casa del Niño Jesús, promovió la apertura de la Librería Católica de Málaga, visitaba a los enfermos tanto en sus casas como en el hospital, retomó la procesión del Corazón de Jesús por las calles de Málaga pese a que el ambiente sociopolítico del momento lo desaconsejaba, pasaba bastante horas en la cárcel guiando a los presos… Tenía colaboradores en la ciudad y en los pueblos por donde sirvió. Apenas dormía, y solía hacerlo en una silla o sobre una esterilla en el suelo.
Su trabajo apostólico más original se inició en los corralones de los barrios más humildes de la Málaga de principios del siglo XX. Alquilaba una habitación en el corralón y allí creaba una pequeña escuela en la que, ayudado por sus colaboradores, enseñaba a los niños a leer, escribir y hacer cuentas junto con nociones del catecismo.
El vicepostulador de la causa, Vicente Luque, junto a la tumba del padre Tiburcio
Escuelas rurales en aldeas donde nadie llegaba
Poco a poco, estas ‘migas’ se fueron extendiendo por las zonas más desfavorecidas de la ciudad y esta fórmula fue el germen de su mayor aportación: las doctrinas rurales, con las que quería llegar a las aldeas y cortijos donde no acudía nadie a enseñar. Creó entonces las Misioneras Rurales (www.mdrurales.com) que a día de hoy continúan con su legado.
Son muchos los favores y hechos milagrosos que se atribuyen a su intercesión, como cuando en un año de sequía en Alfarnatejo el padre Arnaiz pidió a su patrón que lloviese y comenzó a diluviar. O cuando curó a un niño una afección de erisipela o la tuberculosis a una pequeña, entre otros muchos.
Más datos sobre el nuevo beato y la ceremonia en: www.padrearnaiz.es