El Papa acepta la renuncia de Reig Pla y nombra administrador de Alcalá de Henares a Jesús Vidal
El Papa ha aceptado la renuncia por edad, presentada el pasado 7 de julio al cumplir 75 años de edad, de monseñor Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares, y ha nombrado como administrador apostólico a Jesús Vidal Chamorro, uno de los obispos auxiliares de Madrid.
Por su parte, el ya obispo emérito de la diócesis complutense ha ofrecido un comunicado de gratitud por sus años de sacerdocio y episcopado: "Doy gracias a Dios y a mi madre la Iglesia católica por todo el tiempo en que he venido ejerciendo el ministerio sacerdotal y episcopal. Doy gracias a mis queridos arzobispos de Valencia, mi diócesis de origen, a los sucesores de Pedro: San Juan Pablo II que me designó como obispo de Segorbe-Castellón, a Benedicto XVI y al Papa Francisco bajo cuya guía he pastoreado la grey de Cartagena en España y la de Alcalá de Henares".
Monseñor Reig celebra haber contado en sus tres sedes episcopales "con el afecto de los sacerdotes, de los miembros de la vida consagrada y de los fieles cristianos laicos", por los que expresa su "inmensa gratitud" y su "petición de perdón por los errores cometidos a lo largo de estos años".
"Siempre, siguiendo mi lema episcopal, Monstra te ese Matrem [Muestra que eres Madre]", continúa el prelado, "he podido experimentar la protección y la guía de la Santísima Virgen María. A ella he recurrido siempre y nunca me he visto defraudado. Con ella he querido seguir la peregrinación de la fe y el seguimiento de Cristo, convencido de saber bien de quién me he fiado. En Cristo he depositado toda mi esperanza y puedo decir con San Pablo que «vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí» (Gal 2, 20)".
De hecho, la última carta pastoral de monseñor Reig Pla, dada a conocer este mismo martes, está consagrada a la Virgen y lleva el título de su lema episcopal.
El obispo concluye su mensaje con una bendición sobre la diócesis y su provincia eclesiástica y pidiendo para su sucesor "el afecto y la fidelidad" que caracteriza a los fieles alcalaínos: "Para todas las familias, los jóvenes y las personas que sufren de la diócesis, a los que he amado con amor de predilección, a los sacerdotes y seminaristas, y a los miembros de la vida consagrada, les ruego que oren por mí para que, hasta el último aliento, pueda ser testigo del amor de Dios".