La gran imagen de la Virgen que fue a la batalla de Lepanto está hoy en Granada: ¿cómo llegó allí?
7 de octubre de 1571. Golfo de Patras. Más de 500 naves se enfrentan en el mar. La Liga Santa, liderada por Juan de Austria, cuenta con 216 naves y 48.000 hombres. Sus rivales turcos, por su parte, suman 297 naves y 120.000 combatientes.
Mientras la lucha se desarrolla, el Papa Pío V convoca el rezo del Rosario en Santa María Sopra Minerva. El Papa dominico pide a los cristianos que encomienden a la Virgen el desenlace de la singular batalla.
Las disposiciones papales para preparar aquella batalla fueron todo un compendio de ascesis, piedad y sacramentos: todos los soldados debían recibir confesión, Eucaristía y rezar el Rosario justamente antes de la batalla; cualquier soldado cuyo comportamiento pudiera ofender a Dios debía ser apartado de la lucha; y, por último, las naves debían portar emblemas religiosos. Los que quedaron en tierra también tenían trabajo, la cristiandad entera debía rezar también el Rosario y realizar ayunos.
La Virgen del Rosario que estuvo en Lepanto y se guarda y venera en Granada.
Una gran imagen de la Virgen
Las tropas cristianas vencieron. Pero lo que muy poca gente sabe es que Álvaro de Bazán, uno de los comandantes del imperio español, siguió a pies juntillas la recomendación papal y, unas horas antes de embarcar, hizo cargar en su nave una imagen de Nuestra Señora del Rosario. No era pequeña, sino de tamaño natural, pero la fe de aquellos hombres en la ayuda divina era más importante que la optimización del espacio en el galeón para la lucha.
La imagen de la Virgen que viajó a Lepanto se conserva en perfectas condiciones en la Iglesia de Santo Domingo de Granada. La grandeza de esta talla es proporcional al espacio en el que se ubica: posee un camarín compuesto, nada menos, que por cinco salas, ricamente decoradas del suelo al techo con mármoles, frescos y espejos preciosísimos. El traje de la Virgen es de plata y semejante a una armadura, en recuerdo de aquellos que lucharon en los mares y de los marineros de la Armada Española, de la que esta imagen es Capitana General.
Si pasas por Granada, visitarás la Alhambra, la catedral y la capilla funeraria de los Reyes Católicos, pero no dejes pasar la ocasión de ver esta joya barroca. Los hermanos de la Cofradía de la Virgen del Rosario Coronada realizan estupendas visitas guiadas al camarín de la Virgen y estimulan a los visitantes a vencer en las batallas y lepantos que tienen lugar cada día.
La historia del viaje de la Virgen de Lepanto
Acabamos estas líneas con el relato de cómo acabó aquella imagen en Lepanto, se trata de un texto del almirante Luis de Córdoba:
»Corría el año de 1571 y las galeras españolas repartidas por los puertos se preparaban para reunirse en Mesina con las demás armadas de la liga cristiana. Una noche en la que la galera capitana de D. Álvaro [de Bazán] se encontraba en Cartagena, ordenó éste de improvisto que sacaran los enseres que había en su cámara, y en su lugar hiciesen un altar. Tomó a treinta hombres de la tripulación, con ellos salió de la galera, y ya en tierra montaron en caballos y desaparecieron.
»Al toque de oración del día siguiente llegaban a las puertas del convento de Santo Domingo de Granada pidiendo D. Álvaro hablar con el prior de aquella orden. En presencia de éste expuso su fin, venía a por la imagen de la Virgen del Rosario, que allí se veneraba, para llevarla en su galera a combatir al Turco.
»El prior reunió a la comunidad sorprendido por la demanda. Pío V les había ordenado rogar a la Virgen por el triunfo de las armas cristianas, y si la imagen no estaba allí, ¿ante quién hacer las rogativas?
»A esto contestó el de Bazán: ´Los rezos los oirá la Virgen en donde quiera que esté, más los soldados gustan de ver entre ellos a quien los manda`. ´Si el Santo Padre os manda pedir a la Virgen por nuestro triunfo, él será gustoso en saber que Ella está entre nosotros`.
»Se tratan algunos puntos y la comunidad consiente. A media noche aquellos treinta rudos soldados de mar, sacaban en secreto a la Virgen de su convento, y en la noche siguiente estaba rodeada de luces en el altar de la cámara de la galera. Nadie supo cómo había ido, y solo los demás hombres de la galera que la recibieron arrodillados en cubierta supieron cómo había llegado. Al día siguiente salían para Mesina, y después a Lepanto.
»La voluntad de Dios hizo que Don Juan de Austria dispusiera a toda la armada cristiana en forma de cruz para la batalla. Seis galeazas y las galeras del de Austria formaban la cabeza y centro de la cruz; las de Andrés Doria, el brazo derecho de la cruz; las de Barbarigo, el brazo izquierdo; y las galeras de don Álvaro, formando la retaguardia, el pie de la cruz. La Virgen estaba al pie de aquella cruz que triunfó sobre la media luna que formaban las galeras de Alí-Bajá. Al volver Don Álvaro a España, después de la batalla, la Virgen que llevaba retornó a su convento de Granada con el mismo y grande secreto”.
(Citado por José Antonio Palma Fernández en La Virgen del Rosario, Álvaro de Bazán y la Batalla de Lepanto. Nuevos hallazgos documentales)
Publicado originariamente en el portal de noticias marianas CariFilii.es