Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

El que no toma su cruz no es digno de mi

ReL

Ex 1,8-14.22
En aquellos días, subió al trono en Egipto un Faraón nuevo que no había conocido a José, y dijo a su pueblo:
-Mirad, el pueblo de Israel está siendo más numeroso y fuerte que nosotros: vamos a vencerlo con astucia, pues si no, cuando se declare la guerra, se aliará con el enemigo, nos atacará, y después se marchará de nuestra tierra.
Así, pues, nombraron capataces que los oprimieran con cargas, en la construcción de las ciudades-granero, Pitom y Ramsés. Pero cuanto más los oprimían, ellos crecían y se propagaban más.
Hartos de los israelitas, los egipcios les impusieron trabajos crueles, y les amargaron la vida con dura esclavitud: el trabajo del barro, de los ladrillos, y toda clase de trabajos del campo; les imponían trabajos crueles.
Entonces el Faraón ordenó a toda su gente:
-Cuando nazca un niño, echadlo al Nilo; si es niña, dejadla con vida.

Sal 123,1-3.4-6.7-8

Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos,
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor que no nos entregó
en presa a sus dientes.

Hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador;
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Mt 10,34-11,1

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus Apóstoles:
-No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.

El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará.

El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.

Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades

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