Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

No tenían que comer

ReL

1R 12,26-32; 13,33-34

En aquellos días, Jeroboán pensó para sus adentros:
-Todavía puede volver el reino a la casa de David. Si la gente sigue yendo a Jerusalén para hacer sacrificios en el templo del Señor, terminarán poniéndose de parte de su señor, Roboán, rey de Judá; me matarán y volverán a unirse a Roboán, rey de Judá.
Después de aconsejarse, el rey hizo dos becerros de oro y dijo a la gente:
-¡Ya está bien de subir a Jerusalén! ¡Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto!
Luego colocó un becerro en Betel y el otro en Dan. Esto incitó a pecar a Israel, porque la gente iba unos a Betel y otros a Dan.
También edificó ermitas en los altozanos; puso de sacerdotes a gente de la plebe, que no pertenecía a la tribu de Leví.
Instituyó también una fiesta el día quince del mes octavo, como la fiesta que se celebraba en Judá, y subió al altar que había levantado en Betel, a ofrecer sacrificios al becerro que había hecho.
En Betel estableció a los sacerdotes de las ermitas que había construido.
Jeroboán no se convirtió de su mala conducta y volvió a nombrar a gente de la plebe como sacerdotes de las ermitas de los altozanos; al que le parecía bien, lo consagraba sacerdote de los altozanos.
Este proceder llevó al pecado a la dinastía de Jeroboán y motivó su destrucción y exterminio de la tierra.

Sal 105,6-7a.19-20.21-22

Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

Hemos pecado con nuestros padres,
hemos cometido maldades e iniquidades.
Nuestros padres en Egipto
no comprendieron tus maravillas.

En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su Gloria por la imagen
de un toro que come hierba.

Se olvidaron de Dios su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al Mar Rojo.

Mc 8,1-10

Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
-Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos.

Le replicaron sus discípulos:
-¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para que se queden satisfechos?

El les preguntó:
-¿Cuántos panes tenéis?

Ellos contestaron:
-Siete.

Mandó que la gente se sentara en el suelo: tomó los siete panes, pronunció la Acción de Gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.

Tenían también unos cuantos peces: Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también.

La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil.

Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

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