«Hay un vínculo entre la salud espiritual y la mental», pero las redes no ayudan, advierte
El obispo Barron alerta de los riesgos de sustituir a Dios por las pantallas: su «alternativa clave»
Aunque las afecciones mentales, la depresión y el suicidio siguen siendo temas tabú para gobiernos y políticos, su incremento continuado a lo largo de las dos últimas décadas ha hecho que proliferen los estudios e iniciativas para prevenirlos y paliar sus consecuencias.
En España ya existen organizaciones dedicadas específicamente a ello, como la Fundación ANAR o más recientemente Stop Suicidios. Desde el 10 de octubre, los obispos estadounidenses están impulsando la Campaña Nacional de Salud Mental liderada por el arzobispo Gudziak y el obispo Robert Barron.
En general en todo Occidente se ve a través de la aparición de estudios cómo está creciendo la preocupación por la salud mental de los jóvenes, cada vez más golpeados y afectados por la soledad, las familias rotas, la adicción a las pantallas o la presentación en las mismas de modelos imposibles de alcanzar.
Un 25% de jóvenes españoles tiene ideas suicidas
Hablando de España, el último Barómetro Juvenil Salud y Bienestar de la Fundación Mutua Madrileña y FAD Juventud recoge como casi el 60% de jóvenes manifiesta haber tenido algún problema de salud mental en el último año, un 3% más que hace dos años y ¡un 30% más que en 2017!
También recoge que solo el 36,6% de los jóvenes asegura no haber experimentado ningún problema de salid mental en el último año. Entre los datos más preocupantes de este Barómetro se encuentra el incremento en la ideación suicida: uno de cada cuatro jóvenes ha experimentado alguna vez ideas suicidas, un 11,3% piensa en el suicidio con cierta frecuencia y el 13,8% con mucha frecuencia o continuamente.
Los datos en Estados Unidos no son más alentadores. Según el Centro de Control de Enfermedades, el 44% de los adolescentes experimentan con frecuencia tristeza y desesperación, un 7% más que en 2019.
Las redes son "peligrosas para los jóvenes": "Les perjudican bastante"
Estas cifras no pasaron desapercibidas en la Asamblea Plenaria de otoño de los obispos estadounidenses, celebrada del 13 al 16 de noviembre.
Durante la asamblea, el obispo Robert Barron, de la Diócesis de Winona-Rochester, Minnesota, trató el avance de la campaña por la salud mental y destacó que se encuentra en la agenda de los obispos presionar a los legisladores para ofrecer más recursos para tratar los problemas de salud mental, especialmente a aquellos con menos recursos.
Este 21 de noviembre, National Catholic Register publicaba una entrevista a Barron en la que abordaba la relación y el impacto que tienen las redes sociales y su uso continuado en las cifras mencionadas sobre la salud mental de los jóvenes.
Él mismo reconoce usar mucho las redes sociales, especialmente con una misión evangelizadora a través de su proyecto Word on Fire. También desde las redes "es muy importante comunicar el Evangelio", pero no dejan de ser algo "peligroso" por lo que "los jóvenes están siendo especialmente perjudicados. Son un factor que contribuye de forma relevante [a la depresión]", afirmó.
La relación pantallas-depresión, avalada por la ciencia
El obispo citó algunos estudios que lo muestran, como este de Frontiers in Psychiatry de diciembre de 2022, que relacionaba directamente el uso continuado de pantallas con la aparición de depresiones, sus síntomas e incluso conductas suicidas.
Según el estudio, pasar mucho tiempo ante las pantallas "provoca una reducción de la actividad física, se relaciona con trastornos del sueño y con una disminución de las relaciones sociales estrechas", síntomas que tanto aislados como en conjunto incrementan enormemente la posibilidad de sufrir depresión o sus síntomas asociados.
Barron destacó como las mujeres jóvenes son especialmente proclives a sufrir estos síntomas al darse en las redes "comparaciones con los demás sobre su aspecto", dando cabida a posibles "sentimientos de inferioridad".
Un comentario respaldado por el mismo estudio de Frontiers in Psychiatry, en el que "el tiempo frente a una pantalla se asocia significativamente con un mayor riesgo de depresión en las mujeres".
"Cuando aumenta el tiempo frente a la pantalla, las mujeres pueden tener menos tiempo para comunicarse con los demás, lo que podría resultar en el desarrollo de relaciones menos estrechas y entornos sociales más pequeños y que en última instancia conduce a trastornos mentales como la depresión", advierte el estudio.
Los obispos americanos, durante la asamblea plenaria de otoño este 2023.
Compañía, amistad y relación: la alternativa "clave"
Barron se mostró especialmente preocupado "por la disociación entre las personas, familia y amigos y la vida real" en un mundo regido por las pantallas.
En este sentido, enfatizó que el aislamiento social de una comunidad es "clave" para la salud mental porque "necesitamos compañía, amistad y relación. Si lo perdemos, sufrimos y la pantalla es un sustituto muy pobre".
Aunque las pantallas y las redes pueden ser "un primer paso" para encontrar una comunidad, advierte que "si confiamos exclusivamente en nuestras relaciones regidas por una pantalla, estamos perdiéndonos algo de enorme importancia para nuestra salud mental. Volver a conectar a los jóvenes con sus amigos, familiares y personas reales es fundamental".
A menos fe, más depresión y cuanta más religión, menos suicidio
Más importante si cabe es la relación indirecta que también tienen las pantallas con la "desolación espiritual" si se pone esa salud mental en el punto intermedio.
Para Barron, los problemas mentales y los espirituales "están relacionados entre sí" y aunque "hay que hacer una distinción" entre ambos, se asiste hoy a una gran "alienación espiritual entre los jóvenes que provoca mucha tristeza".
La relación entre la crisis de salud mental y el gran número de jóvenes que abandonan la religión encuentra una "relación" evidente para el obispo.
También la ciencia y los estudios demuestran esto último. Recientemente publicamos en Religión en Libertad como tener creencias y prácticas religiosas concede bastante protección contra la conducta suicida (un 17% de media a nivel mundial), según un análisis de 63 estudios internacionales repasados en 2021 (metaanálisis Relationship of Religion with Suicidal Ideation, Suicide Plan, Suicide Attempt, and Suicide Death, de Jalal Poorolajal y otros).
Otro documento que menciona esta relación -hasta en dos ocasiones- es la guía de 2022 de la Federación de Salud Mental de Castilla y León: "La afiliación y actividad religiosa parecen proteger del suicidio ya que las personas ateas parecen tener tasas más altas".
En Estados Unidos, se ha difundido bastante, incluso en español, una lista de 12 elementos que da la American Academy of Pediatrics que "los padres pueden hacer para combatir el suicidio juvenil". Entre ellos, animan a acudir a asociaciones especializadas LGTB. Pero no dicen ni una palabra sobre explorar la fe, fomentar la vida en comunidad religiosa ni implicarse en comunidades de fe: es un factor de protección que se oculta, quizá por mero prejuicio anti-religioso.
Los obispos emiten propuestas concretas
Los documentos no especifican el nivel de religiosidad o la religión que se profese, pero la tesis coincide con lo expuesto por Barron: "Creo que la gente que deja la Iglesia, en un gran número también se aleja de Dios, de la liturgia y la oración. Y luego se preguntan por qué están tan tristes, solos o aislados. Existe un vínculo entre la salud espiritual y la salud mental".
Que cada vez más fieles abandonen la Iglesia, el hecho de vivir en una sociedad postcristiana o la pérdida del sentido de lo trascendente "afecta de manera sobrenatural" pero también a lo natural, pues "suprimir el deseo natural de Dios conlleva riesgos".
Entre las posibles propuestas, Barron destaca la importancia de la existencia de profesionales de la salud mental que se basen en la fe católica, ya que "entiende la vida espiritual, sus dimensiones y cómo tenemos hambre de Dios".
No está solo. A él se unieron otros como el arzobispo Jerome Listecki, que convencido de la carencia de profesionales de la salud mental suficientes cree que tarde o temprano "la presión recaerá sobre los sacerdotes en las parroquias", por lo que llamó a "no olvidar los seminarios" y la capacitación de los futuros sacerdotes.
El presidente de los obispos estadounidenses, Timothy Broglio, destacó la importancia de la unción de enfermos también se aplique a pacientes con enfermedades mentales. Se pronunció también favorablemente a estas medidas el obispo de Phoenix, John Dolan, Earl Fernandes de Columbus (Ohio ) o el de Kansas City, Joseph Naumann. Para este último, una de las causas de la crisis de la salud mental es "la ruptura de la familia" y está convencido de que buena parte de la sanación necesaria se encontrará enfrentando este ámbito. "Preguntarse cómo fortalecer la vida familiar de manera proactiva puede ser preventivo", expuso.