Wichita, en la estela de Lincoln: diócesis donde abundan las vocaciones
Veinte sacerdotes ordenados en dos años en una diócesis de 130.000 católicos: ¿qué hacen bien?
La diócesis de Wichita, en Kansas (Estados Unidos) suma aproximadamente 130.000 católicos, el 13% de la población. Este sábado el obispo Carl A. Kemme ordenó sacerdotes a diez jóvenes de la diócesis, y el sábado anterior había ordenado como diáconos a diez seminaristas que serán sacerdotes el año que viene. En total, 20 nuevos sacerdotes en dos años para una diócesis que, en número de fieles, equivale a diócesis españolas como Solsona o la suma de Huesca y Jaca. Y no es flor de un día. Hasta treinta seminaristas, además de los ya diáconos, aseguran el relevo vocacional.
El obispo Kemme junto con sus nuevos sacerdotes.
Lazos Wichita-Lincoln
Unos datos que recuerdan los de la cercana diócesis de Lincoln (en el colindante estado de Nebraska), que ordena un número de sacerdotes en el mismo orden de magnitud de Los Ángeles, una diócesis 44 veces mayor. Y no es artificial mencionar Lincoln. Su actual obispo, James Conley, fue sacerdote de la diócesis de Wichita y conserva los lazos, hasta el punto de ser él quien confirió las órdenes menores a los sacerdotes ordenados el sábado.
El obispo de Conley, de Lincoln, confirió las órdenes menores a los seminaristas de Wichita.
Y hay más vínculos entre ambos territorios eclesiásticos. Si por un lado Conley, sacerdote en Wichita, es el obispo de Lincoln, por otro lado el actual obispo de Phoenix, Thomas Olmsted, sacerdote en Lincoln, fue obispo de Wichita, primero coadjuntor y luego titular, entre 1999 y 2003. Monseñor Olmsted destaca por su campaña En la brecha por la "remasculinización" del hombre y su asunción de responsabilidades en la vida familiar y en la Iglesia.
En la brecha. Una llamada a la batalla, con subtítulos en español: una iniciativa del obispo Olmsted.
Asistencia a misa
Los datos de estas diócesis pequeñas dan cuenta, pues, de que la crisis vocacional no es igual en todas partes. Existe si se dan ciertas premisas. Si no se dan, no existe, o existe en menor medida.
Por ejemplo: la media de asistencia a misa dominical entre los católicos norteamericanos es del 22%. Era del 55% en 1965, al concluir el Concilio Vaticano II. Pues bien, un 52% es la cifra actual en la diócesis de Wichita, según datos ofrecidos por el propio obispo: treinta puntos superior a la media nacional y un nivel similar al inicio de la crisis postconciliar.
El obispo Kemme, el día de su consagración episcopal y toma de posesión de su sede en Wichita, en 2014.
Para monseñor Kemme, es un buen dato, pero no es conformista; sobre todo, porque, contra todo pronóstico, el estudio que realiza el obispado muestra que la asistencia a misa está cayendo en el ámbito rural y creciendo en el ámbito urbano: "El mensaje es que hay mucho trabajo por hacer. Hay que permanecer firmes y seguir predicando el mensaje del evangelio y seguir invitando al altar a cada vez más personas".
Sacerdotes para el altar y el tabernáculo
Esa orientación al altar, a Dios, a la vida sobrenatural, se palpa en la imagen (en torno al sagrario) con la que se presenta a los nuevos sacerdotes (todos, salvo uno, procedentes de las parroquias de la diócesis), y estaba muy presente en ellos pocos días antes de su ordenación, a tenor de los sentimientos que expresaron.
Andrew Bergkamp: "Espero ofrecer bien los sacramentos de la Reconciliación y de la Santa Misa a la gente de nuestra diócesis".
J.D. Betzen: "El sacramento de la confesión ha jugado un papel significativo en mi vida espiritual. Me emociona poder ofrecer a mi vez, como sacerdote, esas gracias a los demás".
Jacob Carlin: "Cuando entré en el seminario pensaba en el sacerdocio en términos de las cosas a las que se renuncia. Ahora lo pienso en términos de las cosas a las que digo 'sí': sí a servir a Dios con el corazón íntegro, sí a una disponibilidad radical ante su pueblo, sí a ofrecer una vida de oración en nombre de aquellos a quienes sirvo".
Kyle Dugan: "Doy gracias a Dios porque continúa concediéndome gracias y dones. Vamos a experimentar un gran cambio en nuestra vida. Cuanto más confiemos en que pase lo que pase a partir de ahora, es un don de Dios, mejores seremos".
Seminaristas que serán ordenados en los próximos años.
Adam Grelinger: "Hemos de confiar en el Señor, pero sé que será una auténtica alegría celebrar los sacramentos para la gente de la diócesis".
Ed Herzog: "La gente de la diócesis ha invertido mucho tiempo y dinero en mi formación en estos últimos seis años, y siempre les estaré agradecido. Estoy deseando compartir lo que he aprendido y ayudar a acercar a la gente de la diócesis a Nuestro Señor. Siento que finalmente estoy preparado para hacer aquello para lo que el Señor me puso en el mundo, es decir, servir al pueblo de Dios como sacerdote que continúa haciendo presente a Jesucristo en el mundo hoy".
Drew Hoffman: "La poderosa experiencia de la confesión con tantos sacerdotes de la diócesis de Wichita fue una razón de peso para que me uniese al seminario, y me emociona poder llevar ese manto y ser un mediador de la misericordia y la gracia de Dios para las personas. El sacerdote es un padre espiritual para los fieles: es un don impresionante para nuestra iglesia y me emociona asumir esa responsabilidad".
Clay Kimbro: "El hecho de que esta mañana de mayo me levantaré sin poder perdonar los pecados ni celebrar misa, y al final del día podré hacer ambas cosas y la gente me llamará 'padre' y confiará en mí me asombra e impresiona".
Andrew Labenz: "Ser llamado sacerdote de Jesucristo te anonada e impresiona. Por favor, rezad para que todos los días me conforme al corazón sacerdotal de Jesucristo. No hay palabras para expresar cómo me emociona celebrar la Santa Misa, donde estaré unido a Cristo como sacerdote y como víctima".
Jorge López: "Celebraré los sacramentos y pondré el práctica todo lo que he aprendido en el seminario. Lo más importante, amar a las personas, servirlas y acompañarlas en nuestro camino de fe".
Imágenes de las ordenaciones del pasado 27 de mayo.
Los "cuatro pilares" de la promoción vocacional
La diócesis de Wichita es extraordinariamente activa y bien organizada, y eso incluye el apartado de fomento de las vocaciones.
Cada párroco tiene el encargo de suscitarlas, recabando para ello la colaboración de los laicos de la parroquia, y edificar sobre lo que la diócesis llama "cuatro pilares" para que surjan vocaciones: la oración, para que Dios mueva los corazones de los jóvenes; el conocimiento de que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros; la educación y formación que permita discernir ese plan; el apoyo en tiempo, capacidades personales y recursos económicos para ayudar a los jóvenes en proceso de discernimiento o a aquellos que ya están siguiendo la llamada de Dios.
Cada uno de estos cuatro pilares dispone de programas específicos muy variados para hacerlos realidad, desde peregrinaciones a jornadas de oración, pasando por programas de captación en colegios, visitas a seminarios y monasterios, encuentros anuales, etc. Además la diócesis abre un cauce para el aporte de ideas nuevas con las que seguir trabajando en el fomento y apoyo de las vocaciones.
Kapaun, modelo sacerdotal
Y todo ello, bajo la figura espiritual del padre Emil Kapaun, indiscutible impulsor desde el cielo de las vocaciones en su Kansas natal.
Misa de campaña del padre Kapaun. La diócesis de Wichita es la principal impulsora de su proceso de beatificación y se le tiene como referencia para la promoción vocacional.
Capellán militar muerto en la guerra de Corea y actualmente en proceso de beatificación, en 2013 se convirtió en el noveno capellán en recibir la Medalla de Honor del Congreso por sus acciones en el campo de batalla, donde fue capturado, falleciendo en un campo de concentración comunista entregado totalmente a sus compañeros.
Con ese guía y modelo, y trabajando sistemáticamente al modo que muestra su blog vocacional, la diócesis de Wichita parece tener asegurado un prometedor futuro de sacerdotes, y seguir siendo un espejo donde puedan mirarse otras para conseguir lo mismo.