El vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, acudirá a la Marcha por la Vida y hablará a los asistentes
Según informa The New York Times, la Casa Blanca ha confirmado que el vicepresidente Mike Pence acudirá a la Marcha por la Vida que tiene lugar este viernes en Washington, D.C.
Esto sucede tres días después de que Donald Trump firmase una orden ejecutiva que impedirá la financiación pública con fondos federales de programas de planificación familiar fuera de Estados Unidos que incluyan el aborto. Y pocos días antes -si se cumplen los plazos anunciados por el mismo Trump- de que el presidente norteamericano designe un juez para el Tribunal Supremo en sustitución de Antonin Scalia, fallecido en febrero del año pasado; un juez que será provida, según ha anunciado en reiteradas ocasiones el flamante inquilino del Despacho Oval.
Durante el tercer debate con Hillary Clinton, Trump obligó a su rival a pronunciarse a favor de Planned Parenthood y del aborto incluso de un feto de nueve meses:
Este miércoles, en una entrevista junto a los jardines de la Casa Blanca, Trump reprochó a los grandes medios de comunicación que no cubriesen la Marcha por la Vida, a pesar de ser una enorme multitud.
Y quizá ahora tengan que cambiar esa política de silencio informativo. Nunca en las 43 ediciones anteriores de la Marcha por la vida se había contado con tan alta representación institucional. Tanto Ronald Reagan como George Bush hijo se dirigieron a los manifestantes, pero mediante un videomensaje. Pero ni George Bush padre como vicepresidente con Reagan, ni Dan Quayle como vicepresidente con George Bush padre, ni Dick Cheney como vicepresidente con George Bush hijo, todos ellos provida en mayor o menor grado, participaron nunca en la manifestación.
Aunque lo cierto es que ninguno de ellos tenía el currículo de Mike Pence, quien como gobernador de Indiana tomó numerosas medidas para limitar el aborto en la medida en que sus competencias lo permitían.
Entre ellas, las siguientes que recoge Life News:
-prohibición del aborto basado en el sexo, la raza, la nacionalidad o las posibles malformaciones;
-protección de los cadáveres de los niños abortados para que no sean tratados como desechos médicos ni utilizados en experimentación;
-establecimiento de medidas sanitarias y de seguridad en los abortorios equivalentes a los de cualquier otra clínica que practique intervenciones quirúrgicas;
-crédito de 1000 dólares a los padres que adopten;
-incremento de las sanciones por informar incorrectamente sobre abortos;
-impulso a la donación de cordón umbilical como alternativa a la investigación con células madre embrionarias;
-obligación de que los médicos del sistema público que practiquen abortos informen al departamento de Salud de su práctica privada como aborteros;
-mejorar los sistemas de apoyo a los padres con niños con síndrome de Down;
-suministrar información sobre lugares de ayuda a padres cuyo hijo tiene un diagnóstico prenatal adverso;
-mejorar las medidas de consentimiento informado para las mujeres que quieren abortar, entre ellas entregarles fotos impresas y a color del desarrollo fetal;
-protección a los ciudadanos para que no se les obligue (en aplicación del llamado "mandato abortista" de la Administración Obama) a pagar planes de seguros privados que incluyan cobertura del aborto.
El pasado mes de septiembre, en una alocución a una cumbre de votantes con valores (Values Voters Summit), Pence fue contundente: "Voy a ser claro. La gente que me conoce bien sabe que soy provida y no me disculpo por ello. Quiero ver el día en el que devolvamos la santidad de la vida al lugar central en las leyes de Estados Unidos, y enviemos Roe vs Wade [la sentencia del Tribunal Supremo que legalizó el aborto en 1973] al vertedero de la Historia al que pertenece".
Esto sucede tres días después de que Donald Trump firmase una orden ejecutiva que impedirá la financiación pública con fondos federales de programas de planificación familiar fuera de Estados Unidos que incluyan el aborto. Y pocos días antes -si se cumplen los plazos anunciados por el mismo Trump- de que el presidente norteamericano designe un juez para el Tribunal Supremo en sustitución de Antonin Scalia, fallecido en febrero del año pasado; un juez que será provida, según ha anunciado en reiteradas ocasiones el flamante inquilino del Despacho Oval.
Durante el tercer debate con Hillary Clinton, Trump obligó a su rival a pronunciarse a favor de Planned Parenthood y del aborto incluso de un feto de nueve meses:
Este miércoles, en una entrevista junto a los jardines de la Casa Blanca, Trump reprochó a los grandes medios de comunicación que no cubriesen la Marcha por la Vida, a pesar de ser una enorme multitud.
Y quizá ahora tengan que cambiar esa política de silencio informativo. Nunca en las 43 ediciones anteriores de la Marcha por la vida se había contado con tan alta representación institucional. Tanto Ronald Reagan como George Bush hijo se dirigieron a los manifestantes, pero mediante un videomensaje. Pero ni George Bush padre como vicepresidente con Reagan, ni Dan Quayle como vicepresidente con George Bush padre, ni Dick Cheney como vicepresidente con George Bush hijo, todos ellos provida en mayor o menor grado, participaron nunca en la manifestación.
Aunque lo cierto es que ninguno de ellos tenía el currículo de Mike Pence, quien como gobernador de Indiana tomó numerosas medidas para limitar el aborto en la medida en que sus competencias lo permitían.
Entre ellas, las siguientes que recoge Life News:
-prohibición del aborto basado en el sexo, la raza, la nacionalidad o las posibles malformaciones;
-protección de los cadáveres de los niños abortados para que no sean tratados como desechos médicos ni utilizados en experimentación;
-establecimiento de medidas sanitarias y de seguridad en los abortorios equivalentes a los de cualquier otra clínica que practique intervenciones quirúrgicas;
-crédito de 1000 dólares a los padres que adopten;
-incremento de las sanciones por informar incorrectamente sobre abortos;
-impulso a la donación de cordón umbilical como alternativa a la investigación con células madre embrionarias;
-obligación de que los médicos del sistema público que practiquen abortos informen al departamento de Salud de su práctica privada como aborteros;
-mejorar los sistemas de apoyo a los padres con niños con síndrome de Down;
-suministrar información sobre lugares de ayuda a padres cuyo hijo tiene un diagnóstico prenatal adverso;
-mejorar las medidas de consentimiento informado para las mujeres que quieren abortar, entre ellas entregarles fotos impresas y a color del desarrollo fetal;
-protección a los ciudadanos para que no se les obligue (en aplicación del llamado "mandato abortista" de la Administración Obama) a pagar planes de seguros privados que incluyan cobertura del aborto.
El pasado mes de septiembre, en una alocución a una cumbre de votantes con valores (Values Voters Summit), Pence fue contundente: "Voy a ser claro. La gente que me conoce bien sabe que soy provida y no me disculpo por ello. Quiero ver el día en el que devolvamos la santidad de la vida al lugar central en las leyes de Estados Unidos, y enviemos Roe vs Wade [la sentencia del Tribunal Supremo que legalizó el aborto en 1973] al vertedero de la Historia al que pertenece".
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