Más que el aborto o la libertad religiosa
El arzobispo de Baltimore va al núcleo de lo que está en juego con el «mandato» de Obama
Ante una catedral abarrotada y militante, William E. Lori explicó que está en marcha una re-definición de la Iglesia por parte del poder.
En todo Estados Unidos arrancó este jueves la Quincena por la Libertad que, hasta su conclusión el 4 de Julio, multiplicará actos de toda índole en defensa de la libertad religiosa, amenazada por la pretensión del gobierno de Barack Obama de que las instituciones católicas contraten seguros para sus empleados que incluyan esterlizaciones, anticonceptivos y fármacos abortivos.
La basílica de la Asunción de Baltimore fue escenario de una misa multitudinaria, durante la cual el arzobispo William E. Lori glosó la figura de los mártires festejados ese día, Santo Tomás Moro y San Juan Fisher, martirizados por el rey Enrique VIII de Inglaterra por mantenerse fieles a la fe católica que éste violaba.
"Su valiente testimonio de fe sigue atrayendo las mentes y los corazones de las personas que anhelan la libertad auténtica", dijo el obispo en un templo de especial significación, pues fue consagrada a principios del siglo XIX como la primera catedral católica de Estados Unidos por el primer arzobispo católico del país, John Carroll. Lori concelebró, además de otros obispos y sacerdotes, con el cardenal Edwin F. O´brien, gran maestre de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén
Su homilía concluyó con una estruendosa ovación por parte de las más de mil personas presentes, porque puso el acento en el punto neurálgico que se ve atacado por el "mandato" del Departamento de Salud: no se trata sólo de imponer la cultura de la muerte, no se trata sólo de cercenar la libertad religiosa forzando a personas e instituciones a actuar contra sus principios. Se trata, ante todo, de un intento por parte de Obama de redefinir el papel y la misión de la Iglesia.
La orden ministerial, que entra en vigor el 1 de agosto para la mayor parte de los empleadores, y tiene una prórroga hasta 2013 para la Iglesia católica -intento de la Casa Blanca de no estorbar a la reelección del presidente, gravemente comprometida-, será revisada también en breve por el Tribunal Supremo, que dirimirá su constitucionalidad.
Y el punto clave es que las excepciones que se permiten a la ley (aplicables a instituciones que sólo trabajen para sí mismas) implican una "estrecha" definición de la Iglesia, recordó el arzobispo de Baltimore. Esas excepciones no afectan a instituciones "que trabajen para el bien común, como hospitales, escuelas u organizaciones de caridad", con lo cual de lo que se trata es de "confinar a la Iglesia en la sacristía".
"Jamás debemos permitir al gobierno -a ningún gobierno, de ningún partido, en ningún momento- que nos imponga una definición tan restrictiva de nuestra amada Iglesia", proclamó entre aplausos monseñor Lori.
Justo porque lo que está en juego es el apostolado entero de la Iglesia, el "mandato" va más allá de una apuesta por la cultura de la muerte, de la que ha dado repetidas pruebas el actual presidente. De ahí la intensidad de la campaña de los obispos estadounidenses, que tuvo en las palabras del arzobispo de Baltimore su más concluyente expresión.
La basílica de la Asunción de Baltimore fue escenario de una misa multitudinaria, durante la cual el arzobispo William E. Lori glosó la figura de los mártires festejados ese día, Santo Tomás Moro y San Juan Fisher, martirizados por el rey Enrique VIII de Inglaterra por mantenerse fieles a la fe católica que éste violaba.
"Su valiente testimonio de fe sigue atrayendo las mentes y los corazones de las personas que anhelan la libertad auténtica", dijo el obispo en un templo de especial significación, pues fue consagrada a principios del siglo XIX como la primera catedral católica de Estados Unidos por el primer arzobispo católico del país, John Carroll. Lori concelebró, además de otros obispos y sacerdotes, con el cardenal Edwin F. O´brien, gran maestre de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén
Su homilía concluyó con una estruendosa ovación por parte de las más de mil personas presentes, porque puso el acento en el punto neurálgico que se ve atacado por el "mandato" del Departamento de Salud: no se trata sólo de imponer la cultura de la muerte, no se trata sólo de cercenar la libertad religiosa forzando a personas e instituciones a actuar contra sus principios. Se trata, ante todo, de un intento por parte de Obama de redefinir el papel y la misión de la Iglesia.
La orden ministerial, que entra en vigor el 1 de agosto para la mayor parte de los empleadores, y tiene una prórroga hasta 2013 para la Iglesia católica -intento de la Casa Blanca de no estorbar a la reelección del presidente, gravemente comprometida-, será revisada también en breve por el Tribunal Supremo, que dirimirá su constitucionalidad.
Y el punto clave es que las excepciones que se permiten a la ley (aplicables a instituciones que sólo trabajen para sí mismas) implican una "estrecha" definición de la Iglesia, recordó el arzobispo de Baltimore. Esas excepciones no afectan a instituciones "que trabajen para el bien común, como hospitales, escuelas u organizaciones de caridad", con lo cual de lo que se trata es de "confinar a la Iglesia en la sacristía".
"Jamás debemos permitir al gobierno -a ningún gobierno, de ningún partido, en ningún momento- que nos imponga una definición tan restrictiva de nuestra amada Iglesia", proclamó entre aplausos monseñor Lori.
Justo porque lo que está en juego es el apostolado entero de la Iglesia, el "mandato" va más allá de una apuesta por la cultura de la muerte, de la que ha dado repetidas pruebas el actual presidente. De ahí la intensidad de la campaña de los obispos estadounidenses, que tuvo en las palabras del arzobispo de Baltimore su más concluyente expresión.
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